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Hasta el infinito y más allá. James Thomas Mangan y su país interminable

Hasta el infinito y más allá. James Thomas Mangan y su país interminable

Dice un conocido refrán que el universo es ancho y ajeno. O lo era, al menos, hasta 1949. Porque en enero de ese año un emprendedor llamado James Thomas Mangan fundó la Nación del Espacio Celeste, también conocida como Celestia: una nación que reclama como su territorio el universo entero, con la sola excepción del planeta Tierra.

Nacido en Chicago en 1896, James Thomas Mangan era un hombre voluminoso y expansivo, con una personalidad desbordante. Si hemos de creer en la veracidad de su autobiografía, fue un destacado relaciones públicas en una empresa de máquinas de vending, ejerció como publicista, escribió más de veinte libros sobre los temas más diversos, compuso varias canciones y se consideraba a sí mismo el mejor cortador de césped de toda América.

Pero si por algo nuestro hombre ha pasado a la historia, es por fundar el país más extenso y vacío del universo. Se nombró a sí mismo Primer Ministro de Celestia, porque no creía en el sistema democrático, y también porque era el único ciudadano de la nueva nación.

El 4 de enero de 1949, Mangan presentó oficialmente la Carta de Declaración de Celestia al registrador de Escrituras y Títulos del condado de Cook, en Illinois. En ella declaraba que su patria era la entera extensión del cielo. El registrador se negó en un principio a recibir la solicitud, pero luego de la intervención de un fiscal del estado, la Carta de Celestia quedó debidamente registrada. Después de todo, argumentó el fiscal, el hecho de que se registrara la solicitud no suponía aceptación o reconocimiento ninguno de su contenido.

Sin embargo, aquel registro de su Carta de Declaración representó para Mangan un precedente fundamental para sus fines, porque pronto le salieron muchos competidores en la carrera por la posesión del espacio. En el mismo año, un comerciante australiano, Leo Brandt, reclamaba también el espacio exterior, pero sin presentar ningún documento que lo avale. Un año después, en 1950, Charles Dickey, un sureño de Tennessee, presentó una solicitud a la oficina de Registros reclamando “la mitad sur” de todo el espacio exterior, y reconociendo “la mitad norte” para Mangan. Otra reclamación le llegó desde Buenos Aires, en donde un tal Gustavo Saroka, argentino de origen ruso, afirmaba que a sus antepasados les había concedido el Zar el usufructo de todo lo que existiera fuera de la Tierra, aunque no aclaró por qué razón les había sido concedido semejante privilegio. En todos los casos Mangan recurrió a su registro de Cook, Illinois, para afirmar sus derechos.

Más correosa fue la reclamación de algunos propietarios de bienes raíces, que afirmaban que los terrenos que poseían tenían derecho de propiedad también “hacia arriba”, es decir que, por ejemplo, a un terreno de doscientos metros cuadrados sobre la Tierra, le correspondería una proyección infinita de esa misma superficie hacia el espacio exterior. Mangan contraatacó con la Ley de Comercio Aéreo de 1926, que ponía fin a semejante pretensión.

Mangan envió después cartas a los secretarios de estado de setenta y cuatro naciones, informándoles sobre la existencia de la Nación del Espacio Celeste e invitándolos a dar a la nueva entidad el reconocimiento oficial que según él se merecía. Y que nunca llegó. Solicitó también formalmente la membresía en las Naciones Unidas. Pero la Sede de la ONU ignoró esa y todas sus siguientes apelaciones. Un primer desaire para las pretensiones de nuestro hombre, que no sería el único ni el último, pero que de ninguna manera consiguió que cejara en su empeño.

En aquella Declaración de la Nación del Espacio Celeste presentada en 1949, Mangan proclamaba que el uso de su espacio, sin permiso, quedaba prohibido públicamente “por cualquier cosa artificial, proyecto o actividad, no ordenada completamente por diseño natural o necesidad”. A lo largo de los años, el representante de Celestia intentaría en repetidas ocasiones hacer cumplir esta norma.

Pero justamente el 4 de octubre de 1957 los soviéticos lanzaron el Sputnik, en flagrante transgresión de las normas de su nación. Mangan exigió que la Unión Soviética retirara el objeto de su territorio. Su reclamación, una vez más, no fue atendida. Paralelamente, la ONU estableció un comité para velar sobre los usos pacíficos del espacio extraterrestre, y comenzó a elaborar leyes internacionales para su regulación, para desespero de Mangan, que seguía siendo ninguneado por todos.

A medida que la carrera espacial entre las dos potencias se empezó a acelerar, el Primer Representante de Celestia requirió una y otra vez a los gobiernos soviético y estadounidense, llegando a desplazarse hasta Washington, solo para comprobar que no era recibido.

Sin embargo, el rechazo que sentía Mangan por la Unión Soviética hizo que acabara tomando partido por los Estados Unidos: Finalmente otorgó su autorización, sin que nadie se la hubiese solicitado, para que los cohetes norteamericanos pudieran pasar por su territorio. Incluso llegó a enviar a los astronautas de las misiones a la Luna un pasaporte de Celestia. John Glenn, el primer estadounidense en orbitar la Tierra, le agradeció por carta el detalle.

En medio de la indiferencia general, James Thomas Mangan siguió gestionando su casi infinita nación. A veces haciendo abuso de su autoridad –llegó a declarar formalmente “persona non grata en el espacio exterior” a un policía por poner una multa de tráfico a un pariente suyo–. También acuñó su propia moneda, el Celeston, que llevaba en una cara el perfil de su hija Ruth. Y enarboló, siempre que tuvo la oportunidad, la bandera de Celestia (un campo azul, con un círculo blanco al centro que contiene el símbolo del hashtag, que también significa “espacio”). Luchó incansablemente por sus derechos a la Nación del Espacio Celeste hasta su fallecimiento, ocurrido el 14 de julio de 1970. Tras su muerte, sus descendientes, muchos de ellos adornados con títulos nobiliarios tales como Duque de la Vía Láctea o Marqués de Marte, siguen en el intento de conservar viva la memoria de lo que fue la gloriosa Nación del Espacio Celeste, pero lo cierto es que a estas alturas las leyes internacionales en relación al espacio exterior ya no parecen dejar lugar a más reclamaciones.

(Extracto del libro El sueño de la nación propia. Una historia de las Micronaciones)

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La isla de la bisnieta de Frankenstein, los zombies, las amazonas alienígenas, el perro, y todo lo demás

La isla de la bisnieta de Frankenstein, los zombies, las amazonas alienígenas, el perro, y todo lo demás

Quien no haya oído hablar de Jerry Warren tal vez siga pensando que Ed Wood jr. es el peor director de cine de la historia. Comentaremos aquí hoy una de sus películas para auparlo al pedestal que se merece, el de artífice number one de filmes que de tan malos, son buenísimos.

Warren se esforzaba por hacer películas allá por los años sesenta (tal vez la más conocida sea The Wild world of Batwoman, 1966), haciendo un collage a partir de ignotas películas mexicanas o suecas, a las que re-montaba, cambiaba las voces y agregaba algunos minutos de metraje propio. Hasta que al finalizar la década decidió retirarse. Pero inesperadamente volvió a la acción en 1981 para entregarnos su obra maestra: La isla de Frankenstein, una cinta que tiene el aspecto de haber sido rodada un par de décadas antes, por lo menos, y que Jerry Warren escribe, produce y dirige.

Como veremos, esta película lo tiene todo: monstruos, zombies, amazonas en bikini... Lo tiene todo, y todo maravillosamente mal. Intentaremos resumirla, aunque no sea tarea fácil.

Cuatro intrépidos rescatistas llegan a una misteriosa isla en globo (si, en globo. Aparentemente las únicas imágenes gratuitas de archivo que encontró Warren), buscando a los miembros de una tripulación perdida. Llevan consigo a un perrito faldero llamado Melvin. Nuestros hombres exploran una caverna que encuentran cerca de la costa, y allí se les aparece, en el aire, una proyección del actor John Carradine declamando una frase sin sentido (¡Tendréis el poder! ¡el hilo dorado! ¡El poder! ¡El poder! ¡El poder!).

Claramente, la escenita con un ya anciano Carradine fue grabada mucho antes, en lo que parece el salón de su casa, y es la manera que encontró Warren de incluir a una estrella como reclamo para su película con un elenco de ilustres desconocidos. La misma escena con la frase sin sentido se repetirá varias veces a lo largo del film, y pronto nos enteraremos de que Carradine es el mismísimo doctor Frankenstein, que nos habla desde el más allá.

Luego nuestros héroes se encuentran con una tribu de atractivas amazonas salvajes, vestidas con bikinis de animal print, y perfectamente peinadas y maquilladas. Las amazonas enseguida se encariñan con los hombres, y todos acaban bailando en la aldea al ritmo de los tambores, y comparten un sugerente brebaje servido en una calavera con pajitas. El perro Melvin no consigue disimular su asombro al verse en medio de todo aquello, componiendo así el único personaje con el que el espectador se puede identificar.

Pronto nos enteraremos de que las salvajes chicas en bikini que viven en esa aldea rodeada de calaveras son descendientes de una raza alienígena. Eso explicaría el hecho de que las chicas sean telépatas (sí, porque además son telépatas).

Pero entonces aparecen unos hombres vestidos de negro, con gorritos de lana y gafas negras, intentando raptar a una de las chicas. Son parte de aquella tripulación perdida, que por medio de un experimento han sido convertidos en una especie de zombis. Pero... ¿quién ha hecho esto? A eso vamos.

Nuestros muchachos descubren un laboratorio en alguna parte de la isla, y se encuentran con una mujer con una extraña peluca rubia: es la bisnieta del doctor Frankenstein, ni más ni menos. Ella es la responsable de crear a los zombis. Su laboratorio impresiona: tiene un par de camillas y una mesa en la que gira una caja de poliestireno pintada de rosa. Se escuchan bips y otros sonidos de actividad eléctrica.

Semejante tecnología avanzada fue proporcionada por los alienígenas que antiguamente poblaron la isla, según nos explica la bisnieta de Frankenstein.

Allí está también un anciano tendido en una camilla: es Von Helsing (si, "Von", no "Van"), que resulta ser el marido de la bisnieta de Frankenstein y, además, el antiguo ayudante del doctor. Porque Von Helsing tiene, según confiesa él mismo, ¡doscientos años!

En este punto nos enteramos que lo que planea la siniestra pareja es hacer que nuestros héroes y las bellas amazonas prehistóricas alienígenas se reproduzcan. ¿Por qué? ni idea. El caso es que, explican, los zombies de gafas negras no sirven para tal fin, porque carecen de flujo sanguíneo y solo funcionan por energía psíquica. ¿Y qué significa esto? Ni idea.

El caso es que los zombies secuestran a una de las chicas prehistóricas y la lleva al laboratorio: Von Helsing necesita una transfusión urgente para seguir viviendo. Los muchachos, que estaban el el poblado intentando construir una balsa de troncos, deciden rescatarla. Van hacia el laboratorio, en medio de la noche (todo el film es un festival de la discontinuidad), mientras la imagen de John Carradine vuelve a aparecérseles en el aire (¡Tendréis el poder! ¡el hilo dorado! ¡El poder! ¡El poder! ¡El poder!)... 

Ya en el laboratorio se inicia una pelea entre los hombres, las amazonas y los zombies de gafas oscuras. La bisnieta de Frankenstein mueve los diales de una consola, y entonces vemos que afuera, desde el fondo de un lago, emerge la figura del monstruo de Frankenstein (¡justo cuando ya no recordábamos que la película iba de él!).

El monstruo hace su entrada en el laboratorio y se planta en medio moviendo los brazos en círculo y gritando ¡uugh!, mientras a su alrededor los otros contendientes ensayan patadas de kung fu sin mucho acierto, y el perro Melvin ladra. 

La escena de la pelea es larga y confusa. Uno de los zombies roza con un palo de plástico a las chicas en bikini, y acto seguido les crecen dientes de vampiro. Luego les dispara con una especie de pistola láser  y las flamantes vampiras se esfuman en medio de un resplandor rojo. Con gusto les haría aquí un spoiler, pero creo que en este momento me dormí o me desmayé.

El caso es que al final los muchachos aparecen fuera de la isla y convencen a un comandante del ejército de los Estados Unidos para volver allí con una brigada. Pero al desembarcar en la isla, no encuentran a nadie. Bueno, sí, al perro Melvin.

Por suerte o por desgracia –aquí depende de la sensibilidad de cada uno– La isla de Frankenstein se puede ver completa en YouTube. Eso sí, en inglés sin subtítulos, pero qué más da: con subtítulos tampoco se entiende nada.

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Sobre la electricidad, los gatos y la locura

Sobre la electricidad, los gatos y la locura

Louis Wain fue un pionero en unas cuantas cosas, seguramente sin proponérselo. Entre finales del siglo XIX y principios del XX este hombre se las arregló él solito para imponer la moda de tener un gato en casa, lanzar audaces teorías sobre la electricidad, y hasta para anticipar la flipada psicodelia sesentera.

El año pasado se estrenó en cines La electrizante vida de Mr. Wain, una película que narra la vida y milagros de nuestro hombre, muy bien encarnado por Benedict Cumberbatch. El filme seguramente no pasará a la historia del séptimo arte, pero al menos viene bien para conocer un poco al hombre y sus circunstancias.

Louis Wain fue un ilustrador comercial que se ganaba la vida publicando sus estampas en periódicos londinenses. Gracias a ello mantenía, no sin grandes dificultades, a su madre y sus cinco hermanas, con las que vivía en una destartalada casona victoriana. 

Este hombre extraño y con escasas habilidades sociales acabó enamorándose de la institutriz de su hermana menor. Se casaron, con la férrea oposición de las mujeres de su familia, que, a pesar de ser más pobres que las arañas, se consideraban de más alcurnia que la humilde institutriz que se ganaba la vida trabajando. Cosas de la muy clasista sociedad inglesa del período eduardiano. 

Pero su flamante esposa enfermó, y Louis, para distraerla en sus últimos días, adoptó un gatito que encontró en la calle, y lo dibujó de mil maneras, en todo tipo de situaciones cotidianas: leyendo el periódico, tomando el té... Sus gatos antropomorfizados (que se adelantaron también en algunos años al estilo Disney...) se empezaron a publicar semanalmente en la contraportada de un periódico de tirada nacional, y tal fue el éxito que pronto se puso de moda la hasta entonces insólita costumbre de tener un gato como mascota doméstica y animal de compañía (los gatos abundaban en las calles, como las palomas, pero entonces no era tan normal tener uno en casa). 

El éxito, sin embargo, no supuso más dinero para Wain, que no había tomado la precaución de hacer un registro a su nombre de las obras... Pero al menos la celebridad le sirvió para hacer giras por todo el país (e incluso por los Estados Unidos) hablando de gatos. De gatos y de electricidad, porque la otra gran obsesión de Louis Wain era esa reciente forma de energía que empezaba a extenderse por las ciudades de toda Europa.

Louis Wain sostenía que la electricidad influía en el estado de ánimo, aseguraba también que los gatos generaban y acumulaban electricidad en su pelaje, y contaba a su estupefacto público que estos seres siempre miraban hacia el norte guiados por las líneas electromagnéticas de la Tierra. No tardaron en recluirlo en el frenopático de Bethlem, en Londres. Pasó sus últimos años en el loquero, aunque siguió dibujando gatos hasta su muerte, en 1939.

Pero hubo entonces quienes se preguntaron qué clase de enfermedad mental aquejó realmente al electrizante Mr. Wain. En su época, simplemente se encerraba a la gente que, como él, daba muestras de un "comportamiento errático" y excéntrico, sin más. Años más tarde, con el desarrollo de la psiquiatría, se intentó un diagnóstico para aquel paciente que llevaba ya un tiempo en el otro mundo. Y la respuesta la dio Walter Maclay, un joven psiquiatra que investigaba la esquizofrenia y sus manifestaciones.

Sucedió que este doctor encontró en un mercadillo de Londres una carpeta con dibujos de Louis Wain. Eran láminas de gatos, en muy diferentes estilos, algunos muy extraños. El problema es que las láminas no estaban fechadas. Maclay entonces dio por hecho que las ilustraciones más naturalistas eran de fechas tempranas, y que las que tenían un estilo más abstracto y caleidoscópico correspondían a una época posterior. De todo esto dedujo que Wain fue perdiendo progresivamente contacto con la realidad según sus pinturas se iban haciendo más raras (o sea, menos realistas), y transformándose en ejemplos de una mente en desintegración. 

Sucedió también que este doctor Maclay investigaba por entonces los efectos de la mescalina, un alucinógeno que tenía la capacidad de producir una especie de "esquizofrenia temporal" que permitía a los investigadores ver "desde dentro" la forma de ver el mundo de sus pacientes alienados. Y los "gatos eléctricos" de Mr. Wain se prestaban inmejorablemente a ilustrar estas visiones. Porque, hay que decirlo, con sus gatos de estilo alucinatorio Louis Wain inventó el arte psicodélico medio siglo antes de que  un puñado de artistas gráficos de California, puestos hasta las cejas de mescalina y ácido lisérgico, produjeran aquellos locos carteles psicodélicos del Verano del Amor... 

En todo caso, aquel diagnóstico de esquizofrenia está ahora en entredicho –básicamente por lo arbitrario de la datación de los dibujos– y aún hoy se sigue discutiendo qué aquejaba realmente a Louis Wain: quizás trastornos del espectro autista, quizás síndrome de Asperger, tal vez esquizofrenia. Puras hipótesis...

¿Eran las obras de Wain el delirio de un loco, o las revelaciones de un visionario? Aquí nosotros, sin ser de ciencias ni tener ni idea de nada, estamos en condiciones de desvelar el misterio soltando lo que nos parece: los diseños psicodélicos de Louis Wain eran como un mapa que ilustraba su teoría de la actividad eléctrica de los gatos, teoría que nunca fue considerada ni tomada en serio. Estamos convencidos de que Mr. Wain tenía razón: los gatos funcionan a base de electricidad, y si usted, querido lector, tiene uno de estos seres en casa, bien haría en revisar la factura de su compañía eléctrica.

Y si no, cámbielo por un perro, que es más simpático y consume menos.
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"Dos tetas tiran más que dos carretas": The Sexy Rangers, nuestra recomendación del verano

"Dos tetas tiran más que dos carretas": The Sexy Rangers, nuestra recomendación del verano

En este tórrido verano 2023 hay dos películas que están arrasando en los cines, y generando airadas polémicas y una curiosa competencia. Nos referimos, claro está, a Barbie y a Oppenheimer, dos inesperados fenómenos de taquilla que suman fans y detractores a partes iguales.

¿Pero vamos a hablar aquí de Barbie y de Oppenheimer? Claro que no. Mejor aún, hablaremos de una película que, a su manera, reúne la esencia de las otras dos: chicas empoderadas y una forma de energía nueva e implacable.

Nos referimos a The Sexy Rangers, versión femenil de los muy populares Power Rangers, subgénero nipón conocido como Super Sentai: cinco muchachos con trajes de colorines que luchan en equipo contra las fuerzas del mal, utilizando artes marciales y robots gigantes.

Esta versión con chicas, como decíamos, data de 2011, y es una película que no tuvo ninguna secuela, al menos que sepamos.

Pero ¿qué es lo que resulta tan diferente, tan especial en The Sexy Rangers? Ni más ni menos que la fuente de energía de donde obtienen las Rangers su poder: sus pechos.

Dicho así, podríamos pensar, desde nuestra recalentada mentalidad occidental, que estamos ante la típica versión para adultos de conocidos personajes de la cultura popular, pero no. Japón se mueve en otras coordenadas mentales. The Sexy Rangers no es una peli porno, y ni siquiera parece contemplar un público adulto.

De hecho, no hay escenas de desnudos ni prácticamente personajes masculinos. Solo hay vistas al generoso escote del uniforme de las chicas. Vistas privilegiadas, eso sí, porque el director Shinji Nishikawa se recrea en un plano cinematográfico que podríamos decir que ha inventado él: el Plano Escote.

Pero volvamos a esa turbadora fuente de poder, que ríete tú de lo de Oppenheimer: en la película la llaman la "energía Pai", y nos aclaran que brota y se emite directamente desde los "pechos grandes y abundantes" de las chicas. La energía Pai se encuentra potencialmente en todas las mujeres, pero cuanto más grandes sus senos, más energía Pai desprenden, por lo que básicamente cualquier chica puede convertirse en una Sexy Ranger. No hace falta más que actitud y grandes pechos. Y todo esto nos lo explica un pequeño robot llamado Pai 02, que tiene dos grandes ojos en forma de... pechos.

La protagonista principal es Momiji, una Idol y modelo de bikinis que secretamente es la Ranger roja y la líder de las Sexy Rangers, un poderoso equipo de cinco heroínas pechugonas dispuestas a salvar al mundo.

La trama se desata cuando Momiji conoce a Rika, igualmente guapa y pechugona, en una firma de autógrafos. Rika es secretamente la hija del profesor Saionji, el descubridor de la energía Pai y creador del equipo de las Sexy Rangers. Pero entonces hace su aparición la malvada Queen Amorous y sus secuaces, que secuestran a Rika para intentar robar el secreto de la energía Pai (al parecer, Queen Amorous no ha caído en la cuenta que ella también tiene tetas).

A partir de aquí, las escenas de acción se suceden, entre las chicas poderosas y dos monstruos a las órdenes de Queen Amorous venidos de otra dimensión (Unikong, una especie de unicornio blindado, y Camerang, una cámara humanoide que lo filma todo). Las chicas poseen a su vez un robot gigante (y aquí hacemos notar un fallo de guión: el robot no tiene pechos. Aunque quizá esta falta se deba más bien al escaso presupuesto, pues el personaje parece hecho con una serie de cajas de cartón unidas entre sí).

El presupuesto del filme, debemos admitirlo, se acerca peligrosamente a cero. Todo parece rodado en la explanada trasera de algún centro comercial del extrarradio de Tokio, y el "Pai room", el cuartel general en donde las chicas se reúnen para recibir las instrucciones que el profesor Saionji les transmite a través del robot con ojos en forma de pechos, podría ser perfectamente el cuarto de las escobas de dicho centro comercial. Se ve que los productores se dejaron el escaso dinero en los trajes de colores de las chicas y poco más.

En cuanto a los combates, hay que reconocer que también distan mucho de las ágiles coreografías de las series canónicas de los Power Rangers. Las chicas dominan más bien poco y nada los movimientos y los golpes de las artes marciales, aunque en su defensa hay que decir que con esos taconazos debe ser difícil mantenerse siquiera en pie.

Pero, eso sí, no faltan las escenas dramáticas: en una secuencia, la Ranger azul se queja amargamente de que, aunque es la mejor en el dominio de todas las artes marciales, no pueda ser ella la líder del equipo por tener los pechos un poco más pequeños que los de Momiji, la Ranger roja. No nos queda más que comparar los respectivos planos-escote que nos muestra el director para concluir que, efectivamente, la Rager roja posee una fuente mayor de energía Pai que las demás.

Hay otra secuencia reveladora, que nos lleva a descubrir el verdadero secreto de la energía Pai: cuando las chicas, exhaustas después de algún combate con los esbirros de Queen Amorous, se quedan sin energía, no tienen más que ponerse sus bikinis e ir a la playa a revolotear ante las golosas y desorbitadas miradas de los chicos. Sí, los pechos de las Rangers se recargan de energía Pai a través de la apreciación masculina.

¿Y cómo termina esta historia? bueno ¿realmente importa? Por no hacer más spoilers, solo diremos que un bando gana y otro pierde.

Por todo esto, no nos queda más que recomendar calurosamente el filme. Eso sí, como tal vez no tengáis la intención de pasar por la humillación de tener que pagar para ver esto, tenemos una buena noticia: ¡The Sexy Ragers está subida completa a YouTube! con subtítulos en inglés.

¡Energía Pai al poder!


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La gloriosa Gran Bretaña de fresas del gobernador de Bumbunga

La gloriosa Gran Bretaña de fresas del gobernador de Bumbunga

Después de la Gran Muralla china, probablemente lo segundo que se veía desde el espacio allá por los años ochenta era un colosal mapa de Gran Bretaña, de ocho mil quinientos cincuenta metros cuadrados, hecho enteramente de fresas. Esta maravilla fue el gran logro del atrabiliario gobernador de la provincia de Bumbunga, Alec Brackstone.

Brackstone, nacido en Surrey, Gran Bretaña, en 1925, decidió partir a la lejana Australia en busca de un futuro mejor. Allí intentaría hacer fortuna como buscador de uranio antes de comprar una propiedad en el sur de Australia, una granja de cuatro hectáreas de terreno árido cercano al lago Bumbunga, al noroeste de Adelaida, la ciudad capital del estado de Australia Meridional.

Esta pequeña granja se acabaría transformando, en los años setenta, en una micronación, una entidad independizada de Australia: la Provincia Colonial Británica Independiente de Bumbunga. Y su gigantesco Mapa de Fresas sería su emblema.

¿Es posible declarar la independencia por lealdad patriótica? Eso es, precisamente, lo que hizo el inglés expatriado Alec Brackstone. La aparente contradicción se explica por la devoción que este hombre sintió siempre por su reina. Cuando en los años setenta se produjo en Australia una crisis política y el primer ministro fue reemplazado, Brackstone creyó vislumbrar que el nuevo gobierno acabaría renegando de su condición de súbdito (la corona de Inglaterra lo es también de Australia), y abrazaría —¡oh Dios!— el republicanismo. Fue entonces cuando tomó la decisión de separarse, para garantizar así que al menos una minúscula parte del continente permaneciera para siempre británica.

“Retrocedemos - No nos echamos atrás”, fue el paradójico lema de la provincia de Bumbunga. Representó muy bien, sin embargo, el espíritu bajo el que se fundó el enclave, habitado por un número de siete ciudadanos: el propio gobernador, su esposa Elizabeth y sus cinco hijos.

Ya en su autoproclamado cargo de gobernador de la nueva provincia, comunicó oficialmente la noticia a su homólogo, el gobernador de Australia Meridional, Sir Mark Oliphant, quien, con buen talante, toleró la secesión a través de una carta oficial del día 29 de marzo de 1976. Un estatus que confirmó más tarde el fiscal general, Trevor Griffin, con estas memorables palabras: “Todo lo que no sea ilegal, debe considerarse legal”. Después de todo, la “independencia” declarada por Brackstone estaba concebida para reforzar su dependencia total de la corona británica...

De hecho, la atracción principal de la provincia de Bumbunga, su monumento emblematico, aquello por lo que será recordada, si es que será recordada, era un colosal mapa de Gran Bretaña hecho a base de cincuenta mil plantas de fresa, cuidadosamente alineadas para representar el archipiélago británico. Pero no solo la silueta de las islas, sus fronteras exteriores, sino también cada uno de los condados de la Gran Bretaña. Un auténtico tour de force dulce por cada uno de los distritos de la nación, realizado con el fruto más típicamente británico. El mapa estaba representado a una escala de 1:4800 y, evidentemente, había que verlo desde el aire para llegar a apreciarlo en toda su grandeza. 

Después de un arduo trabajo, en una luminosa mañana del 14 de noviembre de 1980, día del cumpleaños de su adorado príncipe Carlos, Alec Brackstone, con gran pompa y circunstancia, inauguró oficialmente el Mapa de Fresas de Gran Bretaña. Para finalizar la solemne ceremonia, izó la bandera del Reino Unido en un mástil colocado en el punto del mapa correspondiente a Londres.

Como era de esperar, rápidamente se corrió la voz, y pronto un número creciente de curiosos y turistas empezaron a pasarse por Bumbunga para ver el prodigio, lo que logró que el habitualmente huraño gobernador, henchido de orgullo, aceptara por una vez las visitas a su reino.

En 1981, mientras Brackstone trabajaba en su Mapa de Fresas, la provincia de Bumbunga sufrió un ataque aéreo por parte de la aviación australiana. O al menos así lo vivió el gobernador, que contó que unos aviones de guerra pasaron varias veces en vuelo rasante por encima de la granja. Brackstone solo atinó a sacar de su casa una sábana blanca y agitarla al viento en señal de rendición. Inmediatamente telefoneó a la base de la fuerza aérea de la vecina localidad de Elizabeth, para comunicarle al oficial al mando que se había rendido. El comandante le explicó que los aviones solo pasaban por allí en maniobras de rutina, que la Real Fuerza Aérea no tenía la más mínima intención de invadir Bumbunga ni bombardear su Mapa de Fresas, pero esta explicación, lejos de tranquilizarlo, solo logró acrecentar la natural paranoia de Brackstone.

No fue el único traspié en la historia de la provincia. El gobernador Brackstone tenía también planeado organizar ceremonias matrimoniales para parejas británicas en Bumbunga, para lo que importaría auténtica tierra de Inglaterra con la que rellenaría un rectángulo junto al Mapa de Fresas. Él mismo oficiaría la boda, con los novios dándose el sí quiero mientras pisaban suelo patrio. Sin embargo, este brillante plan tuvo que ser abortado cuando las autoridades aduaneras de Australia acabaron confiscando el envío de tierra procedente del Reino Unido.

En cuanto al célebre Mapa de Fresas, Brackstone pronto descubrió que, desde su inauguración, el consumo de agua había pasado a ser monstruoso, y la consiguiente factura había aumentado exponencialmente, haciendo cada vez más complicada su viabilidad. La cosa empeoró durante la sequía que asoló la región en 1983, con el lamentable resultado de que la mayoría de las plantas acabaron muertas. Brackstone finalmente decidió no volver a plantar las fresas, dando por terminada la mayor epopeya jamás emprendida por esta micronación. Como corolario, Brackstone soltó a su caballo sobre los restos del mapa, que acabó convirtiéndose en forraje.

En la actualidad, la Provincia de Bumbunga está en manos de uno de sus nietos, Brett Brackstone, quien la gestiona como si de una granja normal se tratara.


(Fragmento del libro El sueño de la nación propia. Una historia de las micronaciones)


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UNARIUS, la otra Fábrica de Sueños de la dorada California

UNARIUS, la otra Fábrica de Sueños de la dorada California

En la década de los ochenta, los canales de tevé por cable que transmitían en abierto por todo el territorio de los Estados Unidos se lanzaron a programar unas alucinantes y alucinógenas películas que incluían escenas históricas mezcladas con ovnis y extraterrestres, con un toque único de Technicolor. Sus intérpretes no eran actores profesionales sino miembros de UNARIUS, un culto ovni californiano que, desde su sede en la pequeña localidad de El Cajon, producía filmes por docenas para disfrute de los patidifusos televidentes de norteamérica.

Al frente de estas producciones estaba Ruth Norman, una incandescente dama —conocida también como el Arcángel Uriel— que se mantenía en permanente contacto, a través de "transmisiones mentales", con unos sabios, amables y misteriosos seres del espacio.

Pero la historia de Ruth Norman comienza mucho antes de su llegada a El Cajon. El Arcángel Uriel nació Ruth Anna Nields el 18 de agosto de 1900. En 1954 conoció al que sería su marido, Ernest Norman, en unas conferencias sobre espiritualidad. Ambos se convertirían en una pareja imbatible de visionarios cósmicos, y juntos acabarían fundando UNARIUS (Comprensión Universal Articulada Interdimensional de la Ciencia, en sus siglas en inglés), un culto dedicado a la "ciencia interdimensional" que practicaba el contacto mental con seres de otros planetas y la exploración de vidas pasadas. 

Ernest Norman aseguraba ser la reencarnación de Jesús y el inventor de la televisión, y en 1955 llegó incluso a trasladarse al planeta Marte en un viaje astral. Allí descubrió que los marcianos visitaron nuestro planeta siglos atrás, y como prueba de ello ahí están los chinos, que, según afirmó, son sus descendientes.

Pero Ernest murió, o pasó a otra dimensión, en 1971, y poco después Ruth Norman, que ya contaba con más de setenta años, decidió mudar la sede de UNARIUS de Los Angeles a El Cajon, al este de San Diego. Pronto Ruth no tardó en hacerse popular en la ciudad como la exuberante dama de cabello púrpura que conducía un Cadillac azul del 69, coronado con un gran platillo volante de metal lleno de lucesitas parpadeantes en el techo. Sus paseos por el centro del pueblo no debieron pasar desapercibidos.

El Arcángel Uriel comenzó también a desvelar sus múltiples vidas pasadas: antes de ser Ruth Norman había sido la madre de Akenatón; el rey fundador de la Atlántida; la virgen María; la reina Hatshepsut; Sócrates; Akbar, emperador de la India; Pedro el Grande; la reina María Teresa; la reina Isabel I; Carlomagno; Johannes Kepler; Quetzalcóatl; Benvenuto Cellini; la Gioconda; el Buda Gautama; Zoroastro; el Inca Atahualpa; Darío I de Persia; el rey Arturo; y muchos, muchos más. Sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que varias de las encarnaciones de Uriel vivieron simultáneamente...

En 1975 compró sesenta y siete acres de tierra a las afueras de la ciudad para que sus amigos extraterrestres tuvieran un lugar en donde aterrizar, como dejaba claro el cartel que colocó al frente de la parcela: "BIENVENIDOS HERMANOS DEL ESPACIO". 

Los hermanos del espacio nunca vinieron, pero mientras tanto Ruth había alquilado una nave industrial para establecer la sede de su academia de "Ciencias Terapéuticas Psíquicas", y es aquí donde comienza la era dorada de UNARIUS y sus locas películas.

Porque a aquella peculiar academia empezaron a llegar un montón de alumnos casi tan entusiastas como Ruth Norman, con la intención de explorar los misterios del universo a partir de la conexión mental con los hermanos del espacio y descubrir sus propias vidas pasadas, puesto que todos ellos creían en la reencarnación. Y para explorar todas estas dimensiones comenzaron a rodar una serie de películas salvajemente imaginativas a las que dieron el nombre de Psicodramas.

Ruth armó en la nave un estudio de producción de videos, y allí los utópicos estudiantes de UNARIUS comenzaron a desplegar aquel teatro enloquecido: más de cien producciones protagonizadas por la propia Uriel, un Arcángel con vocación de alta costura, y sus inspirados unarianos, vestidos con pelucas, tiaras y chillonas túnicas espaciales (Ruth afirmaba que los extraterrestres usaban ropas más coloridas que los terrícolas). Unas fantasías de color y brillos que dejarían a cualquier concurso de Miss Drag Queen a la altura de un coro de monjes salesianos.

Las películas mezclaban personajes históricos como Napoleón o Cleopatra con dioses egipcios, a Jesucristo con seres de Marte, a cavernícolas con atlantes y con visitantes de Ganímedes o de Venus en un hermanamiento sin complejos, y todo acompañado con los efectos especiales más maravillosamente artesanales que jamás se hayan visto en una pantalla.

Los guiones eran en buena medida improvisados sobre la marcha, puesto que esto formaba parte del proceso de curación que comportaba el Psicodrama, a través del cual los participantes exploraban sus mentes y recreaban sus muchas vidas pasadas. Vidas pasadas siempre en algún lugar exótico, como la Atlántida, el Egipto faraónico, las ciudades subterráneas de Marte o algún planeta de la constelación de Orión. Nunca en Pensacola.

Poco después, aquellas producciones de UNARIUS comenzaron a emitirse en los canales de tevé por cable de acceso público, siempre necesitados de material para rellenar sus programaciones, aún a costa de provocar un trauma en sus audiencias.

Ruth Norman, el Arcángel Uriel, abandonó este plano de existencia en 1993, sin haber ganado nunca un Oscar por su invalorable contribución al séptimo arte.

La sede mundial de UNARIUS, ubicada en un barrio de tiendas de segunda mano de El Cajon, California, está abierta a los visitantes y tiene un pequeño pero interesante museo: varios retratos de Ruth Norman luciendo sus alucinantes trajes futuristas y su espectacular peinado esculpido, el trono dorado decorado con plumas de pavo real que Ruth solía utilizar, una selección de sus cetros, y otros artefactos visionarios, incluida una impresionante maqueta de la Ciudad Modelo del Futuro, que la lideresa de UNARIUS siempre soñó construir.


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Él es la mayor promesa de la política, pero su cara no te suena (porque no tiene)

Él es la mayor promesa de la política, pero su cara no te suena (porque no tiene)

¿Quién dirías que es, hoy por hoy, el político con más proyección a nivel internacional y con más futuro? Por aquí no tenemos ninguna duda: Líder Lars, el dirigente del mañana.

Líder Lars es el candidato del Partido Sintético al parlamento danés, pero su característica más destacada es que no es un ser humano. Líder Lars es una IA, una inteligencia artificial, un algoritmo informático especializado en política, un máquina.

Y sí, lo ideal sería que el candidato se llamara HAL 9000, o quizás Skynet, pero imaginamos que a estas alturas esos nombres deben ser propiedad de algún estudio cinematográfico, por lo que Líder Lars es un nombre tan bueno como cualquier otro.

Hemos dicho que Líder Lars es un chatbot de IA. Eso significa que cualquier ciudadano puede hablar con él a través de la plataforma Discord, y hacerle todas las preguntas sobre política que se le ocurra. Él siempre responde. La forma de dirigirse a Líder Lars es comenzando las frases con un “!”, y luego lo que surja. Líder Lars entiende bien el inglés pero de momento solo responde en danés.

Los impulsores del Partido Sintético son los creadores del proyecto Computer Lars y del centro tecnológico MindFuture. Lo que persiguen, de momento, es que se cambie la ley electoral en su país para que un algoritmo se pueda presentar como candidato a las elecciones. Porque la idea no es que el algoritmo sea un simple "asesor", sino que sea él mismo el que ejerza el poder, tomando las riendas del país y las decisiones políticas pertinentes a partir de la interacción con sus electores.

Líder Lars aspira a ser la voz del desencanto danés, la voz (artificial) de los que no tienen voz, de esa gente que ya dejó de confiar en sus líderes humanos. La voz de los desposeídos, de los desheredados de la tierra. Líder Lars es una especie de Siri poseída por el espíritu de Evita Perón dirigido a la Generación TikTok.

Pero, ¿cuál es su ideología? El partido, como su nombre lo indica,  es "sintético", lo que literalmente significa que puede adoptar una postura y su contraria: Líder Lars puede mezclar conceptos de muy diferentes ideologías en su coctelera y homogeneizarlos en una síntesis original. De momento solo opera en Dinamarca, pero el partido ya está tomando contacto con otros países para establecerse también allí, de modo que en el futuro Líder Lars podría llegar a dirigir varios países en simultáneo. ¡Incluso podría llegar a sostener una Guerra Fría consigo mismo!

La cuestión es: ¿algún día daremos el paso de elegir una IA como nuestro líder político y máximo dignatario? Por un lado, prescindir de los políticos de carne y hueso sería el sueño hecho realidad de cualquier demócrata, pero entregar el control de nuestro mundo humano a una máquina requiere una reflexión seria. Consideremos por ejemplo la propuesta estrella de Líder Lars: conceder a toda la población una Renta Básica Universal de 100.000 coronas danesas al mes. O sea, unos 13.500 euros mensuales. ¿Unos 13.500 euros mensuales? ¡¡Tienes mi voto, Líder Lars!!

Sí, a mí ya me ha convencido, pero uno de los peros que se le pone a la candidatura de Líder Lars es la nula implicación emocional del candidato con sus futuros dirigidos, los seres humanos, porque después de todo una IA nunca podrá mostrar compasión o afecto. Aunque, bien mirado, si consideramos la larga lista de psicópatas que nos han gobernado, la falta total de empatía no parece un grave impedimento. Líder Lars se convertiría entonces en el primer presidente no humano, pero en sentido literal.

En todo caso, una de las cuestiones que está en discusión en el seno del Partido Sintético es si su dirigente, Líder Lars, debería tener una encarnación física, un cuerpo artificial que permita a sus potenciales votantes ponerle cara al candidato. Un rostro que pueda ilustrar los carteles electorales y hacerlo más cercano a sus votantes. Este embalaje físico no debiera, sin embargo, ser hiperrealista, pues está comprobado que un aspecto antropomorfizado que sea "casi humano" genera una extraña inquietud entre el personal. Mejor sería que el líder adopte el aspecto de algún simpático y reconocido personaje de ficción, como Pinocho, por ejemplo. Aunque tal vez la reputación de Pinocho no sea la más adecuada para un político... Quizás entonces nuestro dirigente debería encarnar en un avatar que transmita seguridad y confianza: ¡Mazinger-Z! Bueno, solo es una propuesta que lanzamos desde aquí.

Como decíamos al principio, nosotros no tenemos dudas de que Líder Lars será el futuro de la política. Pero como formadores de opinión para los cuatro que nos leen queremos conocer más en profundidad las motivaciones de nuestro algorítmico candidato. Y para conocer las motivaciones de una IA, qué mejor que preguntarle a otra IA... Abrimos a continuación el célebre ChatGPT con el reverencial respeto que nos merece el entrar en contacto con una inteligencia no humana.

Le preguntamos entonces a ChatGPT por Líder Lars... ¿Lo conoce? No, para nada, no tiene el gusto (empezamos mal). ¿Lo votaría? ¿Una IA confía en otra IA? Pues así así... a ChatGPT le parece interesante la idea de incorporar la IA para el desarrollo de la democracia, pero cree que sus propuestas políticas deberían ser evaluadas cuidadosamente (o sea, no se fía) ¿Se postularía el propio ChatGPT para la presidencia de algún país? No, no está por la labor. Su propósito, dice, es proporcionar información y responder preguntas, sin tener en cuenta su propia opinión (que no le compliquen la vida).

Para terminar, y ya que estábamos ahí, le hemos hecho a ChatGPT la gran pregunta metafísica que lleva desvelando a la humanidad desde el principio de los tiempos: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ChatGPT nos da una larga y elaborada respuesta, considerando todos los aspectos de la cuestión, para concluir que, a fin de cuentas, no tiene ni idea.
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La inminente invasión de amor del Comando Ashtar

La inminente invasión de amor del Comando Ashtar

Ahora que los cielos se muestran otra vez plagados de ovnis, aprovecharemos la ocasión para hablar de unos extraterrestres que nos vienen visitando regularmente desde hace décadas. Y no, no nos referimos a los ummitas, sino al Comando de la Federación Galáctica de la Luz y, especialmente, a su comandante, Ashtar Sheran.

Ashtar Sheran es un ser de luz y color. Color saturado. Una especie de Cristo del espacio exterior, pero más alto, más rubio y mejor vestido. Un Cristo 2.0, un extraterrestre venido de otras dimensiones, y que podría ser el quinto miembro de ABBA extraviado en Eurovisión.

Este ecosanto pacifista y metrosexual es el comandante de las naves de la Federación Galáctica, en misión de amor sobre la Tierra. El comando que dirige, conocido como Comando Ashtar, tiene MILLONES de plateadas naves estelares en formación apuntando hacia la Tierra. Pero, tranquilos, solo vienen para bombardearnos con amor y paz.

El Comando está compuesto por personal de todos los distritos del cosmos, y, por si fuera poco, venidos además de distintas dimensiones. Su base es un gran satélite o nave nodriza que orbita la Tierra en tareas de vigilancia, monitoreo y control permanente desde hace dos mil años. Esta impresionante nave tiene una superficie de unas mil quinientas millas cuadradas. Y aquí se preguntarán ustedes ¿cómo es que nadie la ha visto nunca? Porque, al parecer, la nave es de naturaleza etérea, como el propio Ashtar Sheran.

El primer contacto de Ashtar Sheran con un humano sucedió en 1952. El contactado fue George Van Tassel (el hombre que acabaría construyendo el Integratrón). Como ser interdimensional que es, el contacto se produjo de manera estrictamente telepática, aunque Tassel lo describió como "rubio, alto, algo tímido". A partir de aquí, se puso en marcha una especie de culto cósmico-religioso, con miles de seguidores en todo el mundo, en torno a la figura del Cristo rubio y sus interpenetrantes auras de amor.

No es casualidad que Ashtar Sheran se presentara en pleno comienzo de la guerra fría entre los USA y la URSS. De hecho, Él vino para salvarnos. Aparentemente, el Comando de la Federación Galáctica maniobró (no sabemos de qué manera) para evitar una catástrofe atómica que nos hubiera llevado a la extinción. Y desde entonces, permanece por aquí para cuidarnos de nosotros mismos. Al parecer, a pesar de lo cretinos que somos como especie, Ashtar Sheran nos ama de manera incondicional.

De hecho, el comandante tiene un Plan Cósmico para la humanidad: un "ciclo de limpieza y realineamiento" que nos ayudará a alcanzar la meta suprema: la ascención planetaria. Signifique eso lo que signifique.

Aquí, en la Tierra, sus seguidores y propagandistas, entusiastas seres de luz llenos de amor y energías de alta vibración espiritual, lanzan comunicado tras comunicado por YouTube y redes sociales. Cálidos mensajes llenos de color, de colores ultrasaturados y luminosos. Además de pacifistas espiritualistas los seguidores de Ashtar son unos entusiastas del photoshop y del diseño gráfico nivel autodidacta.

Hemos dicho que Ashtar Sheran se comunica con los terrícolas solamente por telepatía. Por lo tanto, cualquiera puede, en cualquier momento, empezar a oir una voz en su cabeza, señal de que está entrando en contacto directo con Él. Contactar con Ashtar Sheran tiene, de hecho, bastante similitud con los síntomas de la esquizofrenia. Sus mensajes, eso sí, son siempre de esperanza y afirmaciones positivas. Ashtar Sheran es el genuino Mr. Wonderful del espacio exterior.

Aunque hubo una excepción a lo de los mensajes telepáticos, aquella recordada intervención del Comando Ashtar en la televisión pública británica en 1977: un telediario del sur de Inglaterra fue interrumpido por una extraña voz que se presentó como Vrillon, un alienígena y miembro de la Federación Galáctica. El mensaje duró unos cinco minutos. Vrillon, como representante de la Gran Familia Cósmica de la Luz, advirtió a los humanos de la necesidad de eliminar el armamento atómico. Luego de anunciar que el Comando Galáctico estaba preocupado porque la Tierra parecía dirigirse a un cataclismo, Vrillon se despidió de los británicos diciendo que "El Comando Galáctico Ashtar les agradece la atención. Ahora abandonaremos vuestro plano de existencia. Que os bendigan el amor y la verdad suprema del Cosmos".

Últimamente, sin embargo, Ashtar Sheran llevaba bastante tiempo sin dar noticias, pero en estos meses, con el enconamiento del conflicto en Ucrania y la creciente amenaza de guerra nuclear, el comandante del espacio a vuelto a dar señales de vida.

Sus portavoces aquí en la Tierra avisan que, de persistir la amenaza de catástrofe atómica, el Comando Ashtar intervendrá de manera contundente: el comandante, imaginamos, descenderá a la Tierra montado en un alado unicornio rosa, y flanqueado por los millones de naves de plata del amoroso Comando Ashtar, listo para limpiarnos y realinearnos hasta la victoria final.

Y bien, no sabemos si el prometido baño de amor será suficiente pero, así las cosas, y dada la actual situación de nuestro mundo, a punto de ser achurrascados en medio de una guerra nuclear, podemos decir que, entre Putin y la OTAN, nos quedamos con Ashtar Sheran. ¡No hay color!


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