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Sobre la electricidad, los gatos y la locura

Sobre la electricidad, los gatos y la locura

Louis Wain fue un pionero en unas cuantas cosas, seguramente sin proponérselo. Entre finales del siglo XIX y principios del XX este hombre se las arregló él solito para imponer la moda de tener un gato en casa, lanzar audaces teorías sobre la electricidad, y hasta para anticipar la flipada psicodelia sesentera.

El año pasado se estrenó en cines La electrizante vida de Mr. Wain, una película que narra la vida y milagros de nuestro hombre, muy bien encarnado por Benedict Cumberbatch. El filme seguramente no pasará a la historia del séptimo arte, pero al menos viene bien para conocer un poco al hombre y sus circunstancias.

Louis Wain fue un ilustrador comercial que se ganaba la vida publicando sus estampas en periódicos londinenses. Gracias a ello mantenía, no sin grandes dificultades, a su madre y sus cinco hermanas, con las que vivía en una destartalada casona victoriana. 

Este hombre extraño y con escasas habilidades sociales acabó enamorándose de la institutriz de su hermana menor. Se casaron, con la férrea oposición de las mujeres de su familia, que, a pesar de ser más pobres que las arañas, se consideraban de más alcurnia que la humilde institutriz que se ganaba la vida trabajando. Cosas de la muy clasista sociedad inglesa del período eduardiano. 

Pero su flamante esposa enfermó, y Louis, para distraerla en sus últimos días, adoptó un gatito que encontró en la calle, y lo dibujó de mil maneras, en todo tipo de situaciones cotidianas: leyendo el periódico, tomando el té... Sus gatos antropomorfizados (que se adelantaron también en algunos años al estilo Disney...) se empezaron a publicar semanalmente en la contraportada de un periódico de tirada nacional, y tal fue el éxito que pronto se puso de moda la hasta entonces insólita costumbre de tener un gato como mascota doméstica y animal de compañía (los gatos abundaban en las calles, como las palomas, pero entonces no era tan normal tener uno en casa). 

El éxito, sin embargo, no supuso más dinero para Wain, que no había tomado la precaución de hacer un registro a su nombre de las obras... Pero al menos la celebridad le sirvió para hacer giras por todo el país (e incluso por los Estados Unidos) hablando de gatos. De gatos y de electricidad, porque la otra gran obsesión de Louis Wain era esa reciente forma de energía que empezaba a extenderse por las ciudades de toda Europa.

Louis Wain sostenía que la electricidad influía en el estado de ánimo, aseguraba también que los gatos generaban y acumulaban electricidad en su pelaje, y contaba a su estupefacto público que estos seres siempre miraban hacia el norte guiados por las líneas electromagnéticas de la Tierra. No tardaron en recluirlo en el frenopático de Bethlem, en Londres. Pasó sus últimos años en el loquero, aunque siguió dibujando gatos hasta su muerte, en 1939.

Pero hubo entonces quienes se preguntaron qué clase de enfermedad mental aquejó realmente al electrizante Mr. Wain. En su época, simplemente se encerraba a la gente que, como él, daba muestras de un "comportamiento errático" y excéntrico, sin más. Años más tarde, con el desarrollo de la psiquiatría, se intentó un diagnóstico para aquel paciente que llevaba ya un tiempo en el otro mundo. Y la respuesta la dio Walter Maclay, un joven psiquiatra que investigaba la esquizofrenia y sus manifestaciones.

Sucedió que este doctor encontró en un mercadillo de Londres una carpeta con dibujos de Louis Wain. Eran láminas de gatos, en muy diferentes estilos, algunos muy extraños. El problema es que las láminas no estaban fechadas. Maclay entonces dio por hecho que las ilustraciones más naturalistas eran de fechas tempranas, y que las que tenían un estilo más abstracto y caleidoscópico correspondían a una época posterior. De todo esto dedujo que Wain fue perdiendo progresivamente contacto con la realidad según sus pinturas se iban haciendo más raras (o sea, menos realistas), y transformándose en ejemplos de una mente en desintegración. 

Sucedió también que este doctor Maclay investigaba por entonces los efectos de la mescalina, un alucinógeno que tenía la capacidad de producir una especie de "esquizofrenia temporal" que permitía a los investigadores ver "desde dentro" la forma de ver el mundo de sus pacientes alienados. Y los "gatos eléctricos" de Mr. Wain se prestaban inmejorablemente a ilustrar estas visiones. Porque, hay que decirlo, con sus gatos de estilo alucinatorio Louis Wain inventó el arte psicodélico medio siglo antes de que  un puñado de artistas gráficos de California, puestos hasta las cejas de mescalina y ácido lisérgico, produjeran aquellos locos carteles psicodélicos del Verano del Amor... 

En todo caso, aquel diagnóstico de esquizofrenia está ahora en entredicho –básicamente por lo arbitrario de la datación de los dibujos– y aún hoy se sigue discutiendo qué aquejaba realmente a Louis Wain: quizás trastornos del espectro autista, quizás síndrome de Asperger, tal vez esquizofrenia. Puras hipótesis...

¿Eran las obras de Wain el delirio de un loco, o las revelaciones de un visionario? Aquí nosotros, sin ser de ciencias ni tener ni idea de nada, estamos en condiciones de desvelar el misterio soltando lo que nos parece: los diseños psicodélicos de Louis Wain eran como un mapa que ilustraba su teoría de la actividad eléctrica de los gatos, teoría que nunca fue considerada ni tomada en serio. Estamos convencidos de que Mr. Wain tenía razón: los gatos funcionan a base de electricidad, y si usted, querido lector, tiene uno de estos seres en casa, bien haría en revisar la factura de su compañía eléctrica.

Y si no, cámbielo por un perro, que es más simpático y consume menos.
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1 comentario

Santiago Araya Monge -

Muchas gracias a La caja negra por este bellísimo relato. No había oído hablar de Wain. A priori parecen locos aquellos que le tildaron de esquizofrenico.
Ya lo dijo Faulcault, el sistema tiene cinco tipos de cárceles, las escuelas, los hospitales, los psiquiátricos...