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"Dos tetas tiran más que dos carretas": The Sexy Rangers, nuestra recomendación del verano

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En este tórrido verano 2023 hay dos películas que están arrasando en los cines, y generando airadas polémicas y una curiosa competencia. Nos referimos, claro está, a Barbie y a Oppenheimer, dos inesperados fenómenos de taquilla que suman fans y detractores a partes iguales.

¿Pero vamos a hablar aquí de Barbie y de Oppenheimer? Claro que no. Mejor aún, hablaremos de una película que, a su manera, reúne la esencia de las otras dos: chicas empoderadas y una forma de energía nueva e implacable.

Nos referimos a The Sexy Rangers, versión femenil de los muy populares Power Rangers, subgénero nipón conocido como Super Sentai: cinco muchachos con trajes de colorines que luchan en equipo contra las fuerzas del mal, utilizando artes marciales y robots gigantes.

Esta versión con chicas, como decíamos, data de 2011, y es una película que no tuvo ninguna secuela, al menos que sepamos.

Pero ¿qué es lo que resulta tan diferente, tan especial en The Sexy Rangers? Ni más ni menos que la fuente de energía de donde obtienen las Rangers su poder: sus pechos.

Dicho así, podríamos pensar, desde nuestra recalentada mentalidad occidental, que estamos ante la típica versión para adultos de conocidos personajes de la cultura popular, pero no. Japón se mueve en otras coordenadas mentales. The Sexy Rangers no es una peli porno, y ni siquiera parece contemplar un público adulto.

De hecho, no hay escenas de desnudos ni prácticamente personajes masculinos. Solo hay vistas al generoso escote del uniforme de las chicas. Vistas privilegiadas, eso sí, porque el director Shinji Nishikawa se recrea en un plano cinematográfico que podríamos decir que ha inventado él: el Plano Escote.

Pero volvamos a esa turbadora fuente de poder, que ríete tú de lo de Oppenheimer: en la película la llaman la "energía Pai", y nos aclaran que brota y se emite directamente desde los "pechos grandes y abundantes" de las chicas. La energía Pai se encuentra potencialmente en todas las mujeres, pero cuanto más grandes sus senos, más energía Pai desprenden, por lo que básicamente cualquier chica puede convertirse en una Sexy Ranger. No hace falta más que actitud y grandes pechos. Y todo esto nos lo explica un pequeño robot llamado Pai 02, que tiene dos grandes ojos en forma de... pechos.

La protagonista principal es Momiji, una Idol y modelo de bikinis que secretamente es la Ranger roja y la líder de las Sexy Rangers, un poderoso equipo de cinco heroínas pechugonas dispuestas a salvar al mundo.

La trama se desata cuando Momiji conoce a Rika, igualmente guapa y pechugona, en una firma de autógrafos. Rika es secretamente la hija del profesor Saionji, el descubridor de la energía Pai y creador del equipo de las Sexy Rangers. Pero entonces hace su aparición la malvada Queen Amorous y sus secuaces, que secuestran a Rika para intentar robar el secreto de la energía Pai (al parecer, Queen Amorous no ha caído en la cuenta que ella también tiene tetas).

A partir de aquí, las escenas de acción se suceden, entre las chicas poderosas y dos monstruos a las órdenes de Queen Amorous venidos de otra dimensión (Unikong, una especie de unicornio blindado, y Camerang, una cámara humanoide que lo filma todo). Las chicas poseen a su vez un robot gigante (y aquí hacemos notar un fallo de guión: el robot no tiene pechos. Aunque quizá esta falta se deba más bien al escaso presupuesto, pues el personaje parece hecho con una serie de cajas de cartón unidas entre sí).

El presupuesto del filme, debemos admitirlo, se acerca peligrosamente a cero. Todo parece rodado en la explanada trasera de algún centro comercial del extrarradio de Tokio, y el "Pai room", el cuartel general en donde las chicas se reúnen para recibir las instrucciones que el profesor Saionji les transmite a través del robot con ojos en forma de pechos, podría ser perfectamente el cuarto de las escobas de dicho centro comercial. Se ve que los productores se dejaron el escaso dinero en los trajes de colores de las chicas y poco más.

En cuanto a los combates, hay que reconocer que también distan mucho de las ágiles coreografías de las series canónicas de los Power Rangers. Las chicas dominan más bien poco y nada los movimientos y los golpes de las artes marciales, aunque en su defensa hay que decir que con esos taconazos debe ser difícil mantenerse siquiera en pie.

Pero, eso sí, no faltan las escenas dramáticas: en una secuencia, la Ranger azul se queja amargamente de que, aunque es la mejor en el dominio de todas las artes marciales, no pueda ser ella la líder del equipo por tener los pechos un poco más pequeños que los de Momiji, la Ranger roja. No nos queda más que comparar los respectivos planos-escote que nos muestra el director para concluir que, efectivamente, la Rager roja posee una fuente mayor de energía Pai que las demás.

Hay otra secuencia reveladora, que nos lleva a descubrir el verdadero secreto de la energía Pai: cuando las chicas, exhaustas después de algún combate con los esbirros de Queen Amorous, se quedan sin energía, no tienen más que ponerse sus bikinis e ir a la playa a revolotear ante las golosas y desorbitadas miradas de los chicos. Sí, los pechos de las Rangers se recargan de energía Pai a través de la apreciación masculina.

¿Y cómo termina esta historia? bueno ¿realmente importa? Por no hacer más spoilers, solo diremos que un bando gana y otro pierde.

Por todo esto, no nos queda más que recomendar calurosamente el filme. Eso sí, como tal vez no tengáis la intención de pasar por la humillación de tener que pagar para ver esto, tenemos una buena noticia: ¡The Sexy Ragers está subida completa a YouTube! con subtítulos en inglés.

¡Energía Pai al poder!


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La gloriosa Gran Bretaña de fresas del gobernador de Bumbunga

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Después de la Gran Muralla china, probablemente lo segundo que se veía desde el espacio allá por los años ochenta era un colosal mapa de Gran Bretaña, de ocho mil quinientos cincuenta metros cuadrados, hecho enteramente de fresas. Esta maravilla fue el gran logro del atrabiliario gobernador de la provincia de Bumbunga, Alec Brackstone.

Brackstone, nacido en Surrey, Gran Bretaña, en 1925, decidió partir a la lejana Australia en busca de un futuro mejor. Allí intentaría hacer fortuna como buscador de uranio antes de comprar una propiedad en el sur de Australia, una granja de cuatro hectáreas de terreno árido cercano al lago Bumbunga, al noroeste de Adelaida, la ciudad capital del estado de Australia Meridional.

Esta pequeña granja se acabaría transformando, en los años setenta, en una micronación, una entidad independizada de Australia: la Provincia Colonial Británica Independiente de Bumbunga. Y su gigantesco Mapa de Fresas sería su emblema.

¿Es posible declarar la independencia por lealdad patriótica? Eso es, precisamente, lo que hizo el inglés expatriado Alec Brackstone. La aparente contradicción se explica por la devoción que este hombre sintió siempre por su reina. Cuando en los años setenta se produjo en Australia una crisis política y el primer ministro fue reemplazado, Brackstone creyó vislumbrar que el nuevo gobierno acabaría renegando de su condición de súbdito (la corona de Inglaterra lo es también de Australia), y abrazaría —¡oh Dios!— el republicanismo. Fue entonces cuando tomó la decisión de separarse, para garantizar así que al menos una minúscula parte del continente permaneciera para siempre británica.

“Retrocedemos - No nos echamos atrás”, fue el paradójico lema de la provincia de Bumbunga. Representó muy bien, sin embargo, el espíritu bajo el que se fundó el enclave, habitado por un número de siete ciudadanos: el propio gobernador, su esposa Elizabeth y sus cinco hijos.

Ya en su autoproclamado cargo de gobernador de la nueva provincia, comunicó oficialmente la noticia a su homólogo, el gobernador de Australia Meridional, Sir Mark Oliphant, quien, con buen talante, toleró la secesión a través de una carta oficial del día 29 de marzo de 1976. Un estatus que confirmó más tarde el fiscal general, Trevor Griffin, con estas memorables palabras: “Todo lo que no sea ilegal, debe considerarse legal”. Después de todo, la “independencia” declarada por Brackstone estaba concebida para reforzar su dependencia total de la corona británica...

De hecho, la atracción principal de la provincia de Bumbunga, su monumento emblematico, aquello por lo que será recordada, si es que será recordada, era un colosal mapa de Gran Bretaña hecho a base de cincuenta mil plantas de fresa, cuidadosamente alineadas para representar el archipiélago británico. Pero no solo la silueta de las islas, sus fronteras exteriores, sino también cada uno de los condados de la Gran Bretaña. Un auténtico tour de force dulce por cada uno de los distritos de la nación, realizado con el fruto más típicamente británico. El mapa estaba representado a una escala de 1:4800 y, evidentemente, había que verlo desde el aire para llegar a apreciarlo en toda su grandeza. 

Después de un arduo trabajo, en una luminosa mañana del 14 de noviembre de 1980, día del cumpleaños de su adorado príncipe Carlos, Alec Brackstone, con gran pompa y circunstancia, inauguró oficialmente el Mapa de Fresas de Gran Bretaña. Para finalizar la solemne ceremonia, izó la bandera del Reino Unido en un mástil colocado en el punto del mapa correspondiente a Londres.

Como era de esperar, rápidamente se corrió la voz, y pronto un número creciente de curiosos y turistas empezaron a pasarse por Bumbunga para ver el prodigio, lo que logró que el habitualmente huraño gobernador, henchido de orgullo, aceptara por una vez las visitas a su reino.

En 1981, mientras Brackstone trabajaba en su Mapa de Fresas, la provincia de Bumbunga sufrió un ataque aéreo por parte de la aviación australiana. O al menos así lo vivió el gobernador, que contó que unos aviones de guerra pasaron varias veces en vuelo rasante por encima de la granja. Brackstone solo atinó a sacar de su casa una sábana blanca y agitarla al viento en señal de rendición. Inmediatamente telefoneó a la base de la fuerza aérea de la vecina localidad de Elizabeth, para comunicarle al oficial al mando que se había rendido. El comandante le explicó que los aviones solo pasaban por allí en maniobras de rutina, que la Real Fuerza Aérea no tenía la más mínima intención de invadir Bumbunga ni bombardear su Mapa de Fresas, pero esta explicación, lejos de tranquilizarlo, solo logró acrecentar la natural paranoia de Brackstone.

No fue el único traspié en la historia de la provincia. El gobernador Brackstone tenía también planeado organizar ceremonias matrimoniales para parejas británicas en Bumbunga, para lo que importaría auténtica tierra de Inglaterra con la que rellenaría un rectángulo junto al Mapa de Fresas. Él mismo oficiaría la boda, con los novios dándose el sí quiero mientras pisaban suelo patrio. Sin embargo, este brillante plan tuvo que ser abortado cuando las autoridades aduaneras de Australia acabaron confiscando el envío de tierra procedente del Reino Unido.

En cuanto al célebre Mapa de Fresas, Brackstone pronto descubrió que, desde su inauguración, el consumo de agua había pasado a ser monstruoso, y la consiguiente factura había aumentado exponencialmente, haciendo cada vez más complicada su viabilidad. La cosa empeoró durante la sequía que asoló la región en 1983, con el lamentable resultado de que la mayoría de las plantas acabaron muertas. Brackstone finalmente decidió no volver a plantar las fresas, dando por terminada la mayor epopeya jamás emprendida por esta micronación. Como corolario, Brackstone soltó a su caballo sobre los restos del mapa, que acabó convirtiéndose en forraje.

En la actualidad, la Provincia de Bumbunga está en manos de uno de sus nietos, Brett Brackstone, quien la gestiona como si de una granja normal se tratara.


(Fragmento del libro inédito El sueño de la nación propia. Una historia de las micronaciones, de Wilbur Mercer)


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UNARIUS, la otra Fábrica de Sueños de la dorada California

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En la década de los ochenta, los canales de tevé por cable que transmitían en abierto por todo el territorio de los Estados Unidos se lanzaron a programar unas alucinantes y alucinógenas películas que incluían escenas históricas mezcladas con ovnis y extraterrestres, con un toque único de Technicolor. Sus intérpretes no eran actores profesionales sino miembros de UNARIUS, un culto ovni californiano que, desde su sede en la pequeña localidad de El Cajon, producía filmes por docenas para disfrute de los patidifusos televidentes de norteamérica.

Al frente de estas producciones estaba Ruth Norman, una incandescente dama —conocida también como el Arcángel Uriel— que se mantenía en permanente contacto, a través de "transmisiones mentales", con unos sabios, amables y misteriosos seres del espacio.

Pero la historia de Ruth Norman comienza mucho antes de su llegada a El Cajon. El Arcángel Uriel nació Ruth Anna Nields el 18 de agosto de 1900. En 1954 conoció al que sería su marido, Ernest Norman, en unas conferencias sobre espiritualidad. Ambos se convertirían en una pareja imbatible de visionarios cósmicos, y juntos acabarían fundando UNARIUS (Comprensión Universal Articulada Interdimensional de la Ciencia, en sus siglas en inglés), un culto dedicado a la "ciencia interdimensional" que practicaba el contacto mental con seres de otros planetas y la exploración de vidas pasadas. 

Ernest Norman aseguraba ser la reencarnación de Jesús y el inventor de la televisión, y en 1955 llegó incluso a trasladarse al planeta Marte en un viaje astral. Allí descubrió que los marcianos visitaron nuestro planeta siglos atrás, y como prueba de ello ahí están los chinos, que, según afirmó, son sus descendientes.

Pero Ernest murió, o pasó a otra dimensión, en 1971, y poco después Ruth Norman, que ya contaba con más de setenta años, decidió mudar la sede de UNARIUS de Los Angeles a El Cajon, al este de San Diego. Pronto Ruth no tardó en hacerse popular en la ciudad como la exuberante dama de cabello púrpura que conducía un Cadillac azul del 69, coronado con un gran platillo volante de metal lleno de lucesitas parpadeantes en el techo. Sus paseos por el centro del pueblo no debieron pasar desapercibidos.

El Arcángel Uriel comenzó también a desvelar sus múltiples vidas pasadas: antes de ser Ruth Norman había sido la madre de Akenatón; el rey fundador de la Atlántida; la virgen María; la reina Hatshepsut; Sócrates; Akbar, emperador de la India; Pedro el Grande; la reina María Teresa; la reina Isabel I; Carlomagno; Johannes Kepler; Quetzalcóatl; Benvenuto Cellini; la Gioconda; el Buda Gautama; Zoroastro; el Inca Atahualpa; Darío I de Persia; el rey Arturo; y muchos, muchos más. Sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que varias de las encarnaciones de Uriel vivieron simultáneamente...

En 1975 compró sesenta y siete acres de tierra a las afueras de la ciudad para que sus amigos extraterrestres tuvieran un lugar en donde aterrizar, como dejaba claro el cartel que colocó al frente de la parcela: "BIENVENIDOS HERMANOS DEL ESPACIO". 

Los hermanos del espacio nunca vinieron, pero mientras tanto Ruth había alquilado una nave industrial para establecer la sede de su academia de "Ciencias Terapéuticas Psíquicas", y es aquí donde comienza la era dorada de UNARIUS y sus locas películas.

Porque a aquella peculiar academia empezaron a llegar un montón de alumnos casi tan entusiastas como Ruth Norman, con la intención de explorar los misterios del universo a partir de la conexión mental con los hermanos del espacio y descubrir sus propias vidas pasadas, puesto que todos ellos creían en la reencarnación. Y para explorar todas estas dimensiones comenzaron a rodar una serie de películas salvajemente imaginativas a las que dieron el nombre de Psicodramas.

Ruth armó en la nave un estudio de producción de videos, y allí los utópicos estudiantes de UNARIUS comenzaron a desplegar aquel teatro enloquecido: más de cien producciones protagonizadas por la propia Uriel, un Arcángel con vocación de alta costura, y sus inspirados unarianos, vestidos con pelucas, tiaras y chillonas túnicas espaciales (Ruth afirmaba que los extraterrestres usaban ropas más coloridas que los terrícolas). Unas fantasías de color y brillos que dejarían a cualquier concurso de Miss Drag Queen a la altura de un coro de monjes salesianos.

Las películas mezclaban personajes históricos como Napoleón o Cleopatra con dioses egipcios, a Jesucristo con seres de Marte, a cavernícolas con atlantes y con visitantes de Ganímedes o de Venus en un hermanamiento sin complejos, y todo acompañado con los efectos especiales más maravillosamente artesanales que jamás se hayan visto en una pantalla.

Los guiones eran en buena medida improvisados sobre la marcha, puesto que esto formaba parte del proceso de curación que comportaba el Psicodrama, a través del cual los participantes exploraban sus mentes y recreaban sus muchas vidas pasadas. Vidas pasadas siempre en algún lugar exótico, como la Atlántida, el Egipto faraónico, las ciudades subterráneas de Marte o algún planeta de la constelación de Orión. Nunca en Pensacola.

Poco después, aquellas producciones de UNARIUS comenzaron a emitirse en los canales de tevé por cable de acceso público, siempre necesitados de material para rellenar sus programaciones, aún a costa de provocar un trauma en sus audiencias.

Ruth Norman, el Arcángel Uriel, abandonó este plano de existencia en 1993, sin haber ganado nunca un Oscar por su invalorable contribución al séptimo arte.

La sede mundial de UNARIUS, ubicada en un barrio de tiendas de segunda mano de El Cajon, California, está abierta a los visitantes y tiene un pequeño pero interesante museo: varios retratos de Ruth Norman luciendo sus alucinantes trajes futuristas y su espectacular peinado esculpido, el trono dorado decorado con plumas de pavo real que Ruth solía utilizar, una selección de sus cetros, y otros artefactos visionarios, incluida una impresionante maqueta de la Ciudad Modelo del Futuro, que la lideresa de UNARIUS siempre soñó construir.


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Él es la mayor promesa de la política, pero su cara no te suena (porque no tiene)

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¿Quién dirías que es, hoy por hoy, el político con más proyección a nivel internacional y con más futuro? Por aquí no tenemos ninguna duda: Líder Lars, el dirigente del mañana.

Líder Lars es el candidato del Partido Sintético al parlamento danés, pero su característica más destacada es que no es un ser humano. Líder Lars es una IA, una inteligencia artificial, un algoritmo informático especializado en política, un máquina.

Y sí, lo ideal sería que el candidato se llamara HAL 9000, o quizás Skynet, pero imaginamos que a estas alturas esos nombres deben ser propiedad de algún estudio cinematográfico, por lo que Líder Lars es un nombre tan bueno como cualquier otro.

Hemos dicho que Líder Lars es un chatbot de IA. Eso significa que cualquier ciudadano puede hablar con él a través de la plataforma Discord, y hacerle todas las preguntas sobre política que se le ocurra. Él siempre responde. La forma de dirigirse a Líder Lars es comenzando las frases con un “!”, y luego lo que surja. Líder Lars entiende bien el inglés pero de momento solo responde en danés.

Los impulsores del Partido Sintético son los creadores del proyecto Computer Lars y del centro tecnológico MindFuture. Lo que persiguen, de momento, es que se cambie la ley electoral en su país para que un algoritmo se pueda presentar como candidato a las elecciones. Porque la idea no es que el algoritmo sea un simple "asesor", sino que sea él mismo el que ejerza el poder, tomando las riendas del país y las decisiones políticas pertinentes a partir de la interacción con sus electores.

Líder Lars aspira a ser la voz del desencanto danés, la voz (artificial) de los que no tienen voz, de esa gente que ya dejó de confiar en sus líderes humanos. La voz de los desposeídos, de los desheredados de la tierra. Líder Lars es una especie de Siri poseída por el espíritu de Evita Perón dirigido a la Generación TikTok.

Pero, ¿cuál es su ideología? El partido, como su nombre lo indica,  es "sintético", lo que literalmente significa que puede adoptar una postura y su contraria: Líder Lars puede mezclar conceptos de muy diferentes ideologías en su coctelera y homogeneizarlos en una síntesis original. De momento solo opera en Dinamarca, pero el partido ya está tomando contacto con otros países para establecerse también allí, de modo que en el futuro Líder Lars podría llegar a dirigir varios países en simultáneo. ¡Incluso podría llegar a sostener una Guerra Fría consigo mismo!

La cuestión es: ¿algún día daremos el paso de elegir una IA como nuestro líder político y máximo dignatario? Por un lado, prescindir de los políticos de carne y hueso sería el sueño hecho realidad de cualquier demócrata, pero entregar el control de nuestro mundo humano a una máquina requiere una reflexión seria. Consideremos por ejemplo la propuesta estrella de Líder Lars: conceder a toda la población una Renta Básica Universal de 100.000 coronas danesas al mes. O sea, unos 13.500 euros mensuales. ¿Unos 13.500 euros mensuales? ¡¡Tienes mi voto, Líder Lars!!

Sí, a mí ya me ha convencido, pero uno de los peros que se le pone a la candidatura de Líder Lars es la nula implicación emocional del candidato con sus futuros dirigidos, los seres humanos, porque después de todo una IA nunca podrá mostrar compasión o afecto. Aunque, bien mirado, si consideramos la larga lista de psicópatas que nos han gobernado, la falta total de empatía no parece un grave impedimento. Líder Lars se convertiría entonces en el primer presidente no humano, pero en sentido literal.

En todo caso, una de las cuestiones que está en discusión en el seno del Partido Sintético es si su dirigente, Líder Lars, debería tener una encarnación física, un cuerpo artificial que permita a sus potenciales votantes ponerle cara al candidato. Un rostro que pueda ilustrar los carteles electorales y hacerlo más cercano a sus votantes. Este embalaje físico no debiera, sin embargo, ser hiperrealista, pues está comprobado que un aspecto antropomorfizado que sea "casi humano" genera una extraña inquietud entre el personal. Mejor sería que el líder adopte el aspecto de algún simpático y reconocido personaje de ficción, como Pinocho, por ejemplo. Aunque tal vez la reputación de Pinocho no sea la más adecuada para un político... Quizás entonces nuestro dirigente debería encarnar en un avatar que transmita seguridad y confianza: ¡Mazinger-Z! Bueno, solo es una propuesta que lanzamos desde aquí.

Como decíamos al principio, nosotros no tenemos dudas de que Líder Lars será el futuro de la política. Pero como formadores de opinión para los cuatro que nos leen queremos conocer más en profundidad las motivaciones de nuestro algorítmico candidato. Y para conocer las motivaciones de una IA, qué mejor que preguntarle a otra IA... Abrimos a continuación el célebre ChatGPT con el reverencial respeto que nos merece el entrar en contacto con una inteligencia no humana.

Le preguntamos entonces a ChatGPT por Líder Lars... ¿Lo conoce? No, para nada, no tiene el gusto (empezamos mal). ¿Lo votaría? ¿Una IA confía en otra IA? Pues así así... a ChatGPT le parece interesante la idea de incorporar la IA para el desarrollo de la democracia, pero cree que sus propuestas políticas deberían ser evaluadas cuidadosamente (o sea, no se fía) ¿Se postularía el propio ChatGPT para la presidencia de algún país? No, no está por la labor. Su propósito, dice, es proporcionar información y responder preguntas, sin tener en cuenta su propia opinión (que no le compliquen la vida).

Para terminar, y ya que estábamos ahí, le hemos hecho a ChatGPT la gran pregunta metafísica que lleva desvelando a la humanidad desde el principio de los tiempos: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ChatGPT nos da una larga y elaborada respuesta, considerando todos los aspectos de la cuestión, para concluir que, a fin de cuentas, no tiene ni idea.
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La inminente invasión de amor del Comando Ashtar

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Ahora que los cielos se muestran otra vez plagados de ovnis, aprovecharemos la ocasión para hablar de unos extraterrestres que nos vienen visitando regularmente desde hace décadas. Y no, no nos referimos a los ummitas, sino al Comando de la Federación Galáctica de la Luz y, especialmente, a su comandante, Ashtar Sheran.

Ashtar Sheran es un ser de luz y color. Color saturado. Una especie de Cristo del espacio exterior, pero más alto, más rubio y mejor vestido. Un Cristo 2.0, un extraterrestre venido de otras dimensiones, y que podría ser el quinto miembro de ABBA extraviado en Eurovisión.

Este ecosanto pacifista y metrosexual es el comandante de las naves de la Federación Galáctica, en misión de amor sobre la Tierra. El comando que dirige, conocido como Comando Ashtar, tiene MILLONES de plateadas naves estelares en formación apuntando hacia la Tierra. Pero, tranquilos, solo vienen para bombardearnos con amor y paz.

El Comando está compuesto por personal de todos los distritos del cosmos, y, por si fuera poco, venidos además de distintas dimensiones. Su base es un gran satélite o nave nodriza que orbita la Tierra en tareas de vigilancia, monitoreo y control permanente desde hace dos mil años. Esta impresionante nave tiene una superficie de unas mil quinientas millas cuadradas. Y aquí se preguntarán ustedes ¿cómo es que nadie la ha visto nunca? Porque, al parecer, la nave es de naturaleza etérea, como el propio Ashtar Sheran.

El primer contacto de Ashtar Sheran con un humano sucedió en 1952. El contactado fue George Van Tassel (el hombre que acabaría construyendo el Integratrón). Como ser interdimensional que es, el contacto se produjo de manera estrictamente telepática, aunque Tassel lo describió como "rubio, alto, algo tímido". A partir de aquí, se puso en marcha una especie de culto cósmico-religioso, con miles de seguidores en todo el mundo, en torno a la figura del Cristo rubio y sus interpenetrantes auras de amor.

No es casualidad que Ashtar Sheran se presentara en pleno comienzo de la guerra fría entre los USA y la URSS. De hecho, Él vino para salvarnos. Aparentemente, el Comando de la Federación Galáctica maniobró (no sabemos de qué manera) para evitar una catástrofe atómica que nos hubiera llevado a la extinción. Y desde entonces, permanece por aquí para cuidarnos de nosotros mismos. Al parecer, a pesar de lo cretinos que somos como especie, Ashtar Sheran nos ama de manera incondicional.

De hecho, el comandante tiene un Plan Cósmico para la humanidad: un "ciclo de limpieza y realineamiento" que nos ayudará a alcanzar la meta suprema: la ascención planetaria. Signifique eso lo que signifique.

Aquí, en la Tierra, sus seguidores y propagandistas, entusiastas seres de luz llenos de amor y energías de alta vibración espiritual, lanzan comunicado tras comunicado por YouTube y redes sociales. Cálidos mensajes llenos de color, de colores ultrasaturados y luminosos. Además de pacifistas espiritualistas los seguidores de Ashtar son unos entusiastas del photoshop y del diseño gráfico nivel autodidacta.

Hemos dicho que Ashtar Sheran se comunica con los terrícolas solamente por telepatía. Por lo tanto, cualquiera puede, en cualquier momento, empezar a oir una voz en su cabeza, señal de que está entrando en contacto directo con Él. Contactar con Ashtar Sheran tiene, de hecho, bastante similitud con los síntomas de la esquizofrenia. Sus mensajes, eso sí, son siempre de esperanza y afirmaciones positivas. Ashtar Sheran es el genuino Mr. Wonderful del espacio exterior.

Aunque hubo una excepción a lo de los mensajes telepáticos, aquella recordada intervención del Comando Ashtar en la televisión pública británica en 1977: un telediario del sur de Inglaterra fue interrumpido por una extraña voz que se presentó como Vrillon, un alienígena y miembro de la Federación Galáctica. El mensaje duró unos cinco minutos. Vrillon, como representante de la Gran Familia Cósmica de la Luz, advirtió a los humanos de la necesidad de eliminar el armamento atómico. Luego de anunciar que el Comando Galáctico estaba preocupado porque la Tierra parecía dirigirse a un cataclismo, Vrillon se despidió de los británicos diciendo que "El Comando Galáctico Ashtar les agradece la atención. Ahora abandonaremos vuestro plano de existencia. Que os bendigan el amor y la verdad suprema del Cosmos".

Últimamente, sin embargo, Ashtar Sheran llevaba bastante tiempo sin dar noticias, pero en estos meses, con el enconamiento del conflicto en Ucrania y la creciente amenaza de guerra nuclear, el comandante del espacio a vuelto a dar señales de vida.

Sus portavoces aquí en la Tierra avisan que, de persistir la amenaza de catástrofe atómica, el Comando Ashtar intervendrá de manera contundente: el comandante, imaginamos, descenderá a la Tierra montado en un alado unicornio rosa, y flanqueado por los millones de naves de plata del amoroso Comando Ashtar, listo para limpiarnos y realinearnos hasta la victoria final.

Y bien, no sabemos si el prometido baño de amor será suficiente pero, así las cosas, y dada la actual situación de nuestro mundo, a punto de ser achurrascados en medio de una guerra nuclear, podemos decir que, entre Putin y la OTAN, nos quedamos con Ashtar Sheran. ¡No hay color!


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¡¡UMMO existe!! Se estrena al fin la única miniserie que realmente estabas esperando

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En la última edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges se pudo ver el primer capítulo de UMMO La España alienígena, la esperadísima serie de no-ficción, en tres episodios, que se estrena hoy en Movistar+. Y tuvo un final inesperado.

Pongámonos primero en contexto: el "caso UMMO" arrancó en los años sesenta: un grupo de amigos se reunían periódicamente en una tertulia en el café Lyon, en la madrileña calle de Alcalá. En el salón que había en los sótanos, salón conocido como La Ballena Alegre, por un mural pintado en una de las paredes, estos amigos compartían espacio con grupos de falangistas que también se reunían allí para sus cosas de falangistas (era la España de Franco). Pero nuestro grupo discutía sobre temas sobrenaturales y, sobre todo, de platillos volantes. Pronto la tertulia se transformó en la Sociedad de Amigos de Visitantes del Espacio, sociedad que vivió una auténtica revolución cuando, al poco, empezó a recibir unas misteriosas cartas de los ciudadanos de un planeta que estaba a 14,4 años luz de la Tierra. Ese planeta. desconocido hasta entonces, era UMMO.

Aquellas cartas que enviaban los ummitas (cartas redactadas con una máquina de escribir de la época), explicaban, entre consideraciones científicas y filosóficas varias, cómo era la vida en UMMO, un exoplaneta mucho más avanzado en adelantos tecnológicos que nuestra pobre Tierra. Y, lo más inquietante, revelaban que unos cuantos ummitas vivían infiltrados entre nosotros. Y nos observaban.

Las cartas de UMMO continuaron llegando regularmente durante los próximos treinta años, lo que convierte al "asunto UMMO" en el caso de contacto ovni más importante de España y, seguramente, del mundo entero. Un caso tan espectacular, un encuentro interplanetario tan recurrente, era sin duda una historia que merecía ser contada. Y la acabaron contando Laura Pousa y Javier Oliveira con su minidocuserie UMMO, la España Alienígena, que se estrenó en la plataforma hoy mismo, 14 de noviembre.

La docuserie, entre otras cosas, indaga sobre el papel de los medios de comunicación de la época y la enorme repercusión que tuvo el caso. Pero, sobre todo, gira alrededor de la figura de José Luis Jordán Peña, un parapsicólogo que formaba parte de la tertulia de la Sociedad de Amigos de Visitantes del Espacio, y que fue el primero en avistar una nave espacial con forma de platillo volante en una barriada del extrarradio de Madrid. Esa nave lucía en su panza el símbolo de UMMO, una especie de cruz encerrada entre dos paréntesis invertidos. ¡¡El mismo símbolo con el que venían firmadas las cartas que los ummitas remitían a la Sociedad de Amigos de Visitantes del Espacio!!

Tres décadas después de aquel primer avisamiento, José Luis Jordán Peña reconoció que las cartas las había escrito y enviado él. Sí, bueno. Está claro que esa confesión contamina un poco el caso UMMO, pero, ¿acaso eso prueba que UMMO no existe? ¿que los ummitas no están entre nosotros? ¡Claro que no! Basta mirar con atención a nuestro alrededor para ver la cantidad de gente rara que hay por ahí, para darse cuenta de que cualquiera puede ser un ummita. Incluso yo mismo podría ser un ummita.

En el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges se presentó, como decíamos, el primer capítulo de la serie. Al terminar la proyección, una pareja se levantó de su asiento dando gritos: ¡¡es mentira!! ¡¡todo mentira!! ¡¡UMMO existe!! ¡¡UMMO existeee!! La concurrencia, encantada, grababa la escena en la convicción de que aquello era parte del show, una simpática acción promocional antes del estreno oficial de la serie. Pero el caso es que se trataba de José Luis Jordán Moreno, hijo del ya fallecido José Luis Jordán Peña, acompañado de su mujer. Una vez expulsados de la sala por la seguridad del festival, el alborotador anunció que emprendería acciones legales contra la plataforma que produjo el documental (en el que él no participó), por "vulneración de los derechos de autor" que le corresponden como heredero de su padre. Aunque, claro, si UMMO existe no se ve claro qué "derechos de autor" pueda tener Jordán Peña, quien, por otra parte, nunca registró a su nombre ninguna propiedad intelectual sobre el asunto.

Una cosa es segura: los que sin duda verán UMMO La España alienígena con sumo interés serán los propios ummitas, que, no lo olvidemos, están entre nosotros desde hace ya varias décadas. Y tal vez nos cuenten qué les pareció la serie a través de una carta mecanografiada. Ojalá.

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El spoiler del mes: La Bestia y la Bella stripper a-go-go de club nocturno de Louisiana

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En nuestra afamada sección Spoilereando Pelis, rescatamos hoy a otro gran clásico del cine de ensayo y error: The Exotic Ones, película de 1968 también conocida como The Monster and the Stripper. Este film, de bajo presupuesto, es una curiosidad por varias razones, entre las cuales no es la menor ser la última película de horror, sexo, sangre y violencia dirigida por Ron Ormond antes de que se dedicara de lleno al cine ultrareligioso.

La película, ambientada en el Nueva Orleans nocturno de neones y clubes de striptease de Bourbon Street, —"la jungla de carne humana", como lo llaman— cuenta la historia de un night-club que necesita renovar urgentemente sus atracciones nocturnas. El director del club busca un compañero para complementar el número de Titania, la stripper principal, y no se le ocurre mejor idea que capturar un monstruo que merodea por los pantanos de las cercanías, una especie de Big Foot, para exhibirlo en una jaula junto con la vedette.

El club está regentado por Nemo, un gángster interpretado por el mismísimo Ron Ormond con peluca. Una característica del film es que el casting lo integra la familia y vecinos de Ron. Así, por ejemplo, June Ormond, la esposa del director, interpreta a Bunny, una stripper entrada en años, y su hijo Tim Ormond a un empleado del club.

En el club de Nemo hay también otras atracciones: una cantante naif que da el mal paso y acaba de stripper, un extraño dúo que toca la armónica y un "pintor psicodélico" con acento francés que pinta coloridas volutas sobre el cuerpo de una chica desnuda. Y Bunny, la stripper de la tercera edad que hace su número erótico con las siglas "LSD" grabada en los calzones. Pero Titania es, indiscutiblemente, la star del establecimiento: su exótico número de stripper acrobática, haciendo girar con sus pechos unas borlas con fuego prendidas a sus pezoneras no tiene rival como la gran atracción de la noche. La idea es reunir a Titania con el monstruo del pantano. La historia, hasta este punto, sigue los pasos del clásico "King Kong", pero con menos presupuesto.

Y aquí tenemos otra curiosidad, el personaje de la terrorífica bestia del pantano está encarnado por la leyenda del rockabilly Sleepy LaBeef. Sucedió que el músico era vecino de Ron Ormond, y se dejó convencer para calzarse un taparrabos, una dentadura postiza y un pelucón (las pelucas eran el CGI de las películas de serie Z en los 60’s). Los dos metros de altura del robusto Sleepy hicieron el resto. Más o menos. (Hay que decir que el film no consiguió acabar con la carrera de Labeef: siguió grabando discos y dando conciertos hasta su muerte en 2019).

Hay unas cuantas escenas de alto impacto en la película. La bestia arrancandole el brazo a un cazador y usando ese mismo brazo como arma para apalearlo hasta la muerte; la bestia decapitando y devorando en directo a una gallina (varios años antes que lo hiciera Ozzy Osborne sobre un escenario)... A lo largo del metraje se van sucediendo también los numeritos de baile sexy con bestia al fondo, encerrado en una jaula, hasta que llega la escena que desata el caos: dos de las vedettes se trenzan en una pelea de gatas por un quítame de aquí esas plumas, y en medio del caos reinante la bestia aprovecha para escapar de su prisión. Los acontecimientos se precipitan: el monstruo del pantano se encara con Titania, la stripper acróbata, y le rebana (y devora) uno de sus pechos. Luego encuentra a Nemo, y en un primerísimo primer plano le estruja el cráneo y lo aplasta como a un melón maduro. Un final opuesto al del clásico "King Kong", como podemos ver. La bestia, impune, desaparece en la noche, y los policías encargados del caso concluyen, entre sonrisas, que "son cosas que pasan" en Nueva Orleans.

Poco tiempo después de terminada esta película, Ron Ormond salió milagrosamente ileso de un accidente de aviación. Y ya sea por este hecho, o porque se diera un buen golpe en la cabeza, decidió que aquello había sido una señal divina y que dedicaría el resto de su vida a glorificar al Señor facturando películas de temática cristiana, convirtiéndose en un auténtico cruzado contra el erotismo, contra el ateísmo y, ya de paso, contra los comunistas. Películas, eso sí,  con el mismo presupuesto inexistente (solo el dinero suficiente para unas cuantas pelucas) que sus anteriores producciones: un nuevo subgénero de Serie Z que pasaría a conocerse como Godsploitation.

El cine de ensayo y error perdió así a uno de sus próceres, un titán de ese olimpo formado por Ted V. Mikels, Edward Wood Jr. Doris Wishman y Byron Mabe, entre otros ilustres realizadores. Pero al menos, eso sí, el cielo se ganó un santo.
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El Dream Team de las ideas planas: el Flat Earth Fútbol Club

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"¡Adelante Club Flat Earth,
hoy tu hinchada ya está aquí!
en lo bueno y en lo malo,
el agua no se curva, el horizonte es plano,
¡el agua no se curva, el horizonte es plano!
lolo lolooo lo lo loooo..."

Sí, hoy vamos a hablar de fútbol. Y será para rendir homenaje a una gloriosa escuadra de breve existencia, breve como una estrella fugaz, si es que tal cosa existe. Hablaremos del Flat Earth Fútbol Club, el primer, único, y seguramente último club de fútbol del terraplanismo.

El Flat duró apenas dos años, pero fue suficiente para ganar nuestros corazones de aficionados. Aficionados a las ideas raras. Porque de hecho el club se definía a sí mismo como "el primer club de fútbol cuyos seguidores están unidos por una idea". Esa idea era, ni más ni menos, la de que la Tierra es un disco plano como una pizza y cubierto por una gran cúpula, una especie de cuenco invertido llamado "domo". El movimiento terraplanista tenía al fin su Dream Team.

¿Pero, cuál es la conexión entre la idea de que la tierra es plana y el deporte rey? El impulsor de todo esto fue Javi Poves, futbolista profesional y convencido terraplanista que vivió tardes de gloria jugando en el Sporting de Gijón. Una vez retirado, decidió invertir sus ahorros en un club de la tercera división en dificultades económicas, el Móstoles Balompié. Así, en 2019 y bajo su presidencia, el club cambió el nombre a Flat Earth FC, para esparcir la Palabra del terraplanismo por el ancho (y plano) mundo. Poves diseñó una bonita camiseta para su flamante equipo, una camiseta azul que lucía en el pecho, del lado izquierdo, un mapa de la tierra plana. El objetivo era ascender a segunda división, luego a primera, después ganar la Liga, luego la Champions... y de ahí a la eternidad. La idea estaba en marcha.

El Flat Earth decía ser "un equipo en el que cualquier persona, sea de donde sea, podrá sentirse parte de él". Porque fue, verdaderamente, el primer equipo mundialmente deslocalizado: aunque estaba en Móstoles, una localidad del suroeste de Madrid, no representaba a los mostolenses, sino a los millones de terraplanistas repartidos por el mundo, a todos los que rechazan la teoría heliocéntrica, y a "todas aquellas personas que buscan la verdad", según decían ellos mismos. Así, el Flat Earth pasó a ser en teoría el equipo con más seguidores en todo el planeta.

"Hoy viajamos todos desde el Plano,
las estrellas en el Domo girarán.
es el éter el que empuja hacia abajo,
todos juntos por el nuevo despertar.
¡Flat Earth! Lolo lo lo lo lo, lolo lo lo lo looooo..."

Hay que destacar que el presidente del club, Javi Poves, siempre fue a la contra en todo: apenas con 25 años y siendo aún joven promesa del Sporting de Gijón, decidió retirarse tras comprobar que la élite del fútbol era un gigantesco pozo de dinero, poder y corrupción. Justamente las razones por las que todos nosotros mataríamos por formar parte de ella.

¿Cómo surgió en este hombre el convencimiento de que la tierra es plana? Tal vez la iluminación le llegara observando detenidamente el campo de fútbol: campo siempre tan perfectamente plano que el balón, puesto sobre el césped, nunca rodaba hacia uno u otro extremo sino que se quedaba quieto en el sitio. De ahí, presumimos, solo había un paso a considerar que el resto del mundo no es más que la continuación, por otros medios, de ese campo de fútbol indiscutiblemente plano. Una vez el concepto había nacido en su mente, decidió que la mejor manera de darle visibilidad sería justamente a través del más popular de los deportes. Y esa fue la misión del Flath Earth FC.

"Yo te quiero a ti tierra plana y siempre te voy a alentar,
la banda que va a todos lados contando siempre la verdad.
No habrá lugar donde se escondan, son cuatro oscuros nada más,
la Tierra a todos pertenece ¡La vamos a recuperar!"

Mención aparte merece su entusiasta hinchada, que repetía fervorosa en cada encuentro los cánticos —algunos reproducidos aquí– que el club les proporcionaba. Combativos cánticos en contra de la ley de la gravedad, del sistema solar y de la ciencia en general, esa que siempre nos engaña. En las rimas se adivina la inspirada mano del mismísimo Javi Poves:

"Toda la ciencia es así,
todo es una gran mentira,
cuando no tienes opción,
te la meten bien metida.
Soy terraplana señor
cantemos todos con alegría,
y aunque no salgas campeón
el sentimiento no se termina.
¡Y dale Flat, y dale dale Flat
y dale Flaaaat, y dale dale Flaaat..."

Y, por descontado, destacaban los cánticos contra la agencia espacial estadounidense, la bestia negra del terraplanismo. El Flat Earth tenía incluso una mascota oficial que era un astronauta, en clara alusión burlesca a Pedro Duque, el astronauta español que por entonces ocupaba en el gobierno el cargo de ministro de ciencia.

"La NASA, la GUASA, la NASA es una farsa,
La NASA, la GUASA, la NASA es una farsa,
La NASA, la GUASA, lolo lo lo lo loooooo..."

Cántico va, cántico viene, tampoco se olvidaban de los verdaderos culpables de haber introducido la falsa noción de que vivimos en un mundo esférico como un balón de fútbol:

"Ooh lelé, ooh lalá,
si eres un masón,
te arrepentirás..."

Los jugadores del Flat no estaban en principio obligados a compartir las ideas que promovía el club, aunque cada tanto asistían a las conferencias en las que participaba el presidente, y en donde se difundían las teorías del terraplanismo. Alguno de sus cracks, preguntado al respecto en una entrevista, afirmó que si la Tierra era plana o esférica desde luego no era asunto suyo. "Lo mío es jugar al fútbol", zanjó.

"¡Ooooooooh Flat!
Te animo, me animas
y el mundo no gira,
toda la historia es mentira.
Por todo el Plano viajaré,
¡¡Alentándote!!"

A pesar de tanto derroche de entusiasmo, los títulos conquistados por el Flat Earth FC pudieron contarse con los dedos de una oreja. Y para completar la situación, llegó la pandemia que impuso un parón a los grandes eventos deportivos. Y también a los partidos del Flat Earth.

Tristemente, la institución no superó su bache y, en 2021, pasó a ser una filial del club Fuenlabrada, cambiando el nombre a Fuenlabrada Promesas. Javi Poves, su presidente, se desvinculó del club, y a partir de entonces, no más tierra plana, no más mística, no más cánticos inspirados... solo el aburrido fútbol de toda la vida. Y el mundo sigue girando.
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Los primeros hombres en la Luna: los espirinautas de la Escuela Científica Basilio

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El 20 de julio de 1969 fue una fecha especial en la historia de la humanidad: tres hombres pusieron al fin un pie en la Luna. Esos hombres fueron tres intrépidos rioplatenses, integrantes de la Escuela Científica Basilio. Fue un pequeño paso para ellos, pero un gran paso para la humanidad. Unas horas después, llegaría Neil Armstrong.

Incomprensiblemente, esta gesta cayó en el olvido. Hoy, Armstrong, Aldrin y Collins; los tripulantes del Apolo 11, el segundo grupo de hombres en llegar a la Luna, son admirados como los grandes héroes de la gesta espacial, y la NASA es la que se lleva todo el mérito. Casi nadie recuerda, en cambio, a aquellos tres pioneros espaciales de la Escuela Científica Basilio.

La crónica del viaje lunar fue rescatada por el periodista argentino Alejandro Agostinelli. Pero antes de sumergirnos en ella, es necesario dar un breve repaso a la historia de la venerable institución que hizo posible aquella hazaña:

La Escuela Científica Basilio es la primera y única institución fundada por alguien después de muerto: Pedro Basilio Portal ya llevaba tiempo fuera de este mundo cuando, valiéndose de una médium llamada Blanca Lambert, se puso en contacto con su hijo Eugenio Portal, un notario de Buenos Aires, para encargarle la creación de una Escuela destinada a difundir la palabra de un conocido suyo del Otro Mundo: Jesús de Nazaret. Nació así, en el año 1917, en Buenos Aires, Argentina, uno de los movimientos espiritistas más inquietos y potentes de la Historia. Pedro Basilio, el fundador, insistía desde el Más Allá en que el tal Jesús de Nazaret le había dicho que en su paso por este mundo no se había explicado bien, y por lo tanto su mensaje se había malinterpretado totalmente. Para subsanar el error y difundir la verdadera Verdad, debía nacer la Escuela.

En los años sesenta la Escuela Basilio alcanzó una enorme popularidad en Argentina. Tanto, que realizaba periódicamente multitudinarios actos espiritistas en el Luna Park, el mítico estadio cubierto de la ciudad de Buenos Aires, célebre por sus veladas boxísticas. El evento se anunciaba como "Cristo habla en el Luna Park", y no era publicidad engañosa: el mismísimo Jesús de Nazaret, canalizado a través de una médium, daba mítines a un público entregado. En el escenario había además otros tantos médiums, todos vestidos con el uniforme de la Escuela Científica Basilio, un guardapolvo blanco, que daba el definitivo toque científico al evento. 

El orador principal siempre era, por descontado, el mismísimo Jesús, que acostumbraba a departir sobre todo lo divino y lo humano. Pero después de él tomaban mediúmicamente la palabra Sócrates, Juana de Arco, Beethoven, Marie Curie o Cristóbal Colón. No se puede decir que los debates no fueran de altura.

El momento álgido se alcanzó, sin embargo, el 20 de julio de 1969, en la sede de la Escuela Científica Basilio de la ciudad costera de Mar del Plata. Aquel día, a las 18, hora argentina, el Hermano Lalo (Hilario Fernández, el por entonces Director Espiritual de la Escuela) y otros dos médiums, iniciaron un desdoblamiento con rumbo a la Luna. Por este procedimiento, los espiritistas abandonaron sus cuerpos físicos y se trasladaron, a través de un "cordón fluídico", hasta nuestro satélite natural. Aunque en la sede terrenal la presencia de público era abundante, lamentablemente el acto no se transmitió por televisión. Sin embargo, el periódico "Espiritismo", órgano oficial de la Escuela, nos legó una detallada, emocionante y descarnada –nunca mejor dicho– descripción del histórico viaje:

(Hermano Lalo, dirigiéndose a sus dos compañeros): –"Vamos, vamos, avanzando los tres juntos, sin apurarse, despacito, no se vayan muy lejos de mí, sigan cerca de mí, vamos, hay mucho por recorrer, vamos, apuremos. ¿Qué ven delante de ustedes? ¡Qué grande! ¡Qué inmenso!". 

A continuación, el Hermano Lalo nos cuenta que hay cráteres, y mucho polvo. No hay agua, ni ningún ser vivo a la vista. –"Todo es más gris de lo que se ve desde la Tierra", afirma, un poco decepcionado.

–"No se vayan adentro de la Luna, más acá, no se apuren", el Hermano Lalo tiene que refrenar así el entusiasmo de sus dos jóvenes acompañantes.

–"¡Qué extraño, está lleno de cosas el espacio, de rocas de piedra! Parece que el espacio estuviera lleno de objetos", exclaman los tres espirinautas frente al panorama que se despliega ante sus ojos espirituales.

–"¿Están cansados ustedes? Sí, están cansados, volvamos ¿no?", zanja por fin, prudentemente, el Hermano Lalo. Minutos después, los tres viajeros retoman el "cordón fluídico" por el que habían ido y vuelven a ocupar sus cuerpos materiales en la filial de la Escuela Científica Basilio de Mar del Plata.

Todo esto ocurrió exactamente seis horas antes del alunizaje del Apolo 11. 

Luego vendría la historia conocida: el módulo Eagle posándose sobre el Mar de la Tranquilidad, el paseíllo lunar de Armstrong y Aldrin, la bandera americana, la emoción de los técnicos de la NASA, todo retransmitido en directo a las pantallas del mundo entero. Todo seis horas después del paseo por la Luna del Hermano Lalo y sus dos valientes acompañantes.

A veces la Historia es tremendamente injusta.

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La increíble saga de progresión aritmética del tiburón multicabezas

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El cine de bajo presupuesto fue, es y será una debilidad de este blog. Pero por una regla no escrita, aquí nunca hablamos de películas hechas más allá de la década del setenta. El motivo: a partir de los ochenta, y alimentados por el creciente mercado del video, los estudios empiezan a facturar bodrios que, cargados de ironía autoconsciente, buscan la complicidad del espectador de risa fácil.

Pero hoy nos saltaremos la regla (que para eso uno es el jefe del blog, y puede hacer lo que se le antoje). Y lo haremos para comentar brevemente la que para nosotros es la mejor saga cinematográfica desde El Padrino: la increíble saga del tiburón multicabezas.

Después del éxito estratosférico de Tiburón (Jaws, 1975, Steven Spielberg) se fueron sucediendo a lo largo de los años toneladas de películas con escualo protagonista que han intentado, de una forma u otra, aprovechar el tirón. Algunas tan absurdas como una de tiburones que se deslizan por debajo de la arena de la playa (Sand Shark), otra de un tiburón fantasmal al que unos adolescentes convocan con una ouija (Ouija Shark), una de un tiburón poseído por el demonio al que persigue un cura exorcista (Shark Exorcist) o la famosa serie de películas sobre un devastador tornado lleno de tiburones en su interior (Sharknado). 

Pero de entre todos estos despropósitos surge una película que dará lugar a toda una saga memorable: El ataque del tiburón de dos cabezas (2012), de la productora Asylum, dirigida por Christopher Ray, y protagonizada por algunas estrellas menores a las que les sienta muy bien el bikini (Carmen Electra, Broke Hogan). la trama de esta película no tiene en principio grandes sorpresas: un grupo de universitarios en un barco es atacado y devorado por un abominable tiburón. Solo que el tiburón tiene dos cabezas.

Podemos adivinar el razonamiento detrás de este film: si el tiburón de la película de Spielberg resultó un monstruo aterrador, es claro que un tiburón con DOS cabezas –dos bocas, dos mortíferas dentaduras– resultaría DOBLEMENTE aterrador.

Y establecida esta premisa, el recurso a utilizar para la tercera entrega de la saga estaba cantado: ¡tres cabezas! Y así sucesivamente: el mecanismo es simple, pero endiabladamente eficaz: para asegurar la continuidad de la saga, basta con agregar en cada entrega una cabeza más al engendro.

Así las cosas, en 2015 se estrena El ataque del tiburón de tres cabezas. Las innovaciones argumentales son pocas: hay unos adolescentes en una fiesta en la playa, chicas en bikini y hay también un grupo de activistas ambientales. Todos son atacados por el tiburón de tres cabezas. Esta entrega, dirigida también por Christopher Ray, contó además con las interpretaciones del actor Danny Trejo y del luchador de catch Rob Van Dam. Y sí, puede que el argumento no sea gran cosa, pero... ¡el tiburón tiene tres cabezas!

La siguiente entrega de la saga, El ataque del tiburón de cinco cabezas (2017), desconcertó de entrada a los espectadores: ¿qué pasó con el esperable tiburón de cuatro cabezas? ¿por qué ese salto de tres a cinco?. La película misma despeja la incógnita: comienza, sí, con un tiburón de cuatro cabezas, pero a mitad del metraje, y en un sorprendente giro de guión, al monstruo le crece inesperadamente una quinta cabeza... ¡en la cola!

Ya lanzados, un año después los productores no dudaron en estrenar la siguiente: ¡El ataque del tiburón de seis cabezas! Con el habitual reparto de semidesconocidos actores, la película cuenta cómo un campamento de terapia matrimonial regentado por un gurú del amor en una paradisíaca isla remota recibe el ataque del espeluznante escualo. Que además ha desarrollado la sorprendente habilidad de caminar sobre la tierra usando sus cabezas como si fueran pies.

Y como no hay seis sin siete, ya podemos ver en YouTube el adelanto de la próxima entrega, que no podía ser otra que ... ¡El ataque del tiburón de siete cabezas! (anunciada para el 2029, pero suponemos que llegará antes a nuestras pequeñas y ansiosas pantallas).

La grandeza de esta saga es que promete continuar hasta el infinito. Y no de cualquier manera, sino de una totalmente predecible: a una cabeza más por vez, en una terrorífica e implacable progresión aritmética: ocho cabezas, nueve cabezas, diez cabezas... ¡el cielo es el límite!

Hay un conocido y antipático lema: "menos es más", con el que se pretende destacar las bondades del minimalismo y de la contención. Pero en el caso que nos ocupa, no nos imaginamos qué inquietud puede producir una película protagonizada por un tiburón sin ninguna cabeza. No, definitivamente, en esta nuestra saga favorita, "más es más". Cuantas más cabezas tenga el monstruo, más letal y terrorífico será. Porque, como bien sabemos, las matemáticas nunca mienten.

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Carlitos Tres Bolas, la personificación de la Obra de Arte Total

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"Gesamtkunstwerk", Obra de Arte Total, es una expresión que los alemanes inventaron para describir a nuestro personaje de hoy. O tal vez no. Pero, en todo caso, la expresión le viene como anillo al dedo a Three Ball Charlie, el artista injustamente olvidado que vamos a homenajear en esta breve pero insustancial reseña.

Carlitos Tres Bolas nació en Humboldt, Nebraska. Y poco más sabemos de él: ni siquiera su nombre real. Solo conocemos el nombre de guerra que adoptó para presentarse en los escenarios, y con el que triunfó a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos allá por los años treinta: Three Ball Charlie.

Tampoco tenemos el dato de la fecha de su nacimiento, ni de la de su muerte.

Sí sabemos, en cambio, cuales eran sus inconmensurables talentos: muy pronto descubrió que su boca era extraordinariamente grande y elástica. Ensayó al principio algunas destrezas con su recién descubierta habilidad, como meterse en la boca un plato de postre o su propio puño entero, con la intención de poder llegar a ganarse la vida en espectáculos de feria. Corrían los años treinta, y eran habituales los llamados sideshows (espectáculos secundarios, que abundaban en las ferias de los pueblos y ciudades de provincia). Poco a poco fue puliendo su número, hasta que dio con la clave, aquella que le daría su nombre artístico y su lugar en la posteridad: Charlie se podía introducir tres bolas en la boca, alineadas a lo ancho, usualmente una pelota de tenis, otra de golf y una bola de billar. Así pertrechado conseguía silbar el The Star-Spangled Banner, el himno nacional de los Estados Unidos, ante el asombro y el entusiasmo de un público entregado.

Sí, puede que el inigualable vibrato de una María Callas o las octavas que alcanzaba Enrico Caruso no tengan parangón en el mundo del espectáculo, pero no habría que desdeñar el épico logro de Carlitos Tres Bolas y su sorprendente número de variedades. Sin embargo, él nunca tuvo la oportunidad de presentar sus habilidades en la Ópera de Viena, y debió limitarse a patear los polvorientos tablados de los pueblos del medio oeste americano. Se dice que un empresario inglés, impresionado por su talento, se ofreció a organizarle una gira por el Reino Unido, pero por motivos que se desconocen la tournée nunca llegó a materializarse. Poco a poco, su rastro se fue perdiendo en la nada. El tiempo, siempre ingrato, barrió su recuerdo... hasta que, varias décadas después, la imagen de Three Ball Charlie resurgió milagrosamente y se hizo universal.

En mayo de este 2022 se cumplirán cincuenta años de la publicación de Exile on Main St., el mítico disco doble de los Rolling Stones. La carátula de aquel álbum marcó estilo: muestra un collage en blanco y negro de viejas postales de artistas de variedades. Entre ellas destaca, arriba a la izquierda, justo al lado del título, un sujeto con tres pelotas en la boca: es nuestro Carlitos Tres Bolas.

Hagamos una pequeña elipsis para contar la historia de esta célebre carátula. a principios de 1972, el diseñador gráfico John Van Hamersveld fue llamado a Los Angeles, donde los Stones daban los toques finales de su nuevo disco. Llevaba algunas propuestas de diseño de carátula, pero no convencieron a la banda. A cambio, le mostraron una foto: era un collage de imágenes de artistas de circo, de fenómenos de feria y de sideshows, que colgaba de la pared de un salón de tatuajes y formaba parte de un reportaje del ilustre fotógrafo Robert Frank, un reportaje que retrataba la vida de los americanos más allá del glamour de las grandes ciudades.

La foto en cuestión se titulaba "Salón de Tatuaje, Octava avenida", y mostraba un collage formado por postales de presentación que aquellos artistas de variedades vendían para recaudar dinero y promocionarse. De la mayoría de ellos no se conoce hoy el nombre, aunque algunos han podido ser identificados: allí están, entre otros, Frank Lentini, el hombre de las tres piernas; Suzi, la chica con piel de elefante; Joe Allen, el sacacorchos humano; Ruth Davies, la bella mujer pingüino; o Zibby Zibelman, el nadador sin piernas. Y, por supuesto, nuestro Carlitos Tres Bolas, el único e inimitable. 

La imagen del collage gustó a Van Hamersveld, que la utilizó tal cual para la parte delantera de la carátula del álbum. Para la trasera, hizo un collage similar pero con fotos en blanco y negro de una sesión que el propio Robert Frank les había hecho a los músicos paseando por la Main Street de Los Angeles, una destartalada y decadente avenida del centro de la ciudad. De esta manera se establecía un paralelismo entre los Rolling Stones y los marginados artistas de sideshows, entre los Rolling Stones y Carlitos Tres Bolas.

Van Hamersveld supo también identificar la imagen de nuestro artista como la más llamativa del grupo, y la utilizó, aislada del resto, en infinidad de reproducciones: camisetas promocionales, vallas, carteles de la gira y toda clase de merchandising para el disco de los Stones.

La última foto que conocemos de Three Ball Charlie es un retrato de grupo de una ignota troupe de artistas de sideshows. Allí, sentado al lado de la Mujer Gorda, está nuestro hombre. Se lo ve con una "pata de palo": al parecer para entonces había perdido una pierna, nunca sabremos en qué circunstancias. En la foto, Three Ball Charlie no sonríe. Aunque quisiera, no hubiese podido: tiene sus inseparables tres bolas alineadas en la boca.

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Trifulca Divina: Los tres Cristos de Ypsilanti

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Vinieron para salvarnos y para redimir nuestros pecados. Los tres.

Hablamos del caso de los tres Cristos que, el 1 de julio de 1959, coincidieron en Ypsilanti, una pequeña localidad de Michigan, en el norte de los Estados Unidos. Aquel memorable y áspero encuentro tuvo lugar bajo los auspicios de un doctor en psicología social: Milton Rokeach. 

Rokeach estudiaba por entonces los conflictos de identidad, y decidió hacer un novedoso experimento: enfrentar a dos personas que decían ser la misma persona. Enfrentarse a un Otro Yo, decía Rokeach, sería una experiencia tan peturbadora que podría hacer tambalear los cimientos de la propia identidad, y hacer saltar por los aires la idea misma del Ego. 

Tan tenebrosa investigación tuvo lugar en el pabellón número D-23 del Hospital Mental Estatal de Ypsilanti. Y allí Rokeach no se encontró con dos, sino con tres individuos que decían ser la misma persona: Dios.

Bajo los auspicios del doctor, tres hombres, Joseph, Clyde y Leon, que hasta el momento nunca se habían visto (dos de ellos estaban ingresados en pabellones distintos, y el tercero fue trasladado de otro hospital cercano), se sentaron frente a frente en aquel frío pabellón 23, para una histórica sesión de grupo presidida por Rokeach.

El primero en tomar la palabra fue Joseph, que se presentó como Dios, Cristo y el Espíritu Santo. También se consideraba inglés porque decía haber resucitado allí, aunque milagrosamente no había nacido y nunca había puesto un pie en Inglaterra.

Luego lo hizo Clyde, quien dijo ser Dios cinco y Jesús seis (según si estaba en el Viejo o en el Nuevo Testamento), y afirmó ser a su vez el creador de toda una serie de Jesucristos: hasta cuarenta de ellos. Al menos eso pareció entenderse, porque Clyde hablaba en un farfulleo divino difícil de descifrar.

El último en presentarse fue Leon, que afirmó llamarse en realidad Domino Dominorum et Rex Rexarum, Simplis Christianus Pueris Mentalis Doktor, aunque dijo que podían llamarlo simplemente Rex.

Hechas las presentaciones formales, a continuación los tres Cristos se enzarzaron en una discusión cada vez más acalorada sobre quién era el verdadero Dios, discusión que pasó de los gritos hasta llegar incluso a las manos en algún momento:

-¡¡Yo creé el mundo!! 

-¡¡no, yo!!

Y así, durante varias sesiones. El doctor Rokeach dispuso que los tres hombres convivieran las veinticuatro horas del día, como si de un programa de telerrealidad se tratara: aparte de las sesiones de grupo en el pabellón 23, los tres Cristos comían en la misma mesa, dormían en camas contiguas, compartían las horas de paseo por los jardines del hospicio, y peleaban incansablemente. Así durante meses. El resultado no pudo ser más desalentador para Rokeach: ninguno de los tres Cristos dudó en ningún momento de su condición de Mesías y único Dios verdadero.

Joseph llegó a la conclusión de que los otros dos estaban, sin duda, locos de atar. Clyde manifestó su certeza de que sus compañeros estaban en realidad muertos, y eran manejados desde dentro por pequeños robots. Leon simplemente se limitó a ignorar a aquellos dos farsantes.

El doctor Rokeach se empezaba a desesperar, y poco tardó en utilizar métodos éticamente discutibles con sus tres Cristos. Un ejemplo: Leon, el más joven de los tres, había afirmado estar casado con una mujer Yeti, una muchacha de dos metros de alto perteneciente a aquella esquiva especie. Pues bien, Rokeach falsificó cartas que supuestamente enviaba la mujer Yeti a Leon, en donde le pedía que cambiara sus creencias y renunciara a sus convicciones. Incluso llegó a meter junto con las cartas billetes de cinco dólares (Rokeach sabía que Leon rechazaba enfáticamente todo contacto o relación con el dinero). El Tentador realizó durante meses su insidiosa tarea, que no puede calificarse más que de tortura mental.

Sin resultado ninguno, por otra parte. El doctor Rokeach publicó, algunos años después, un libro titulado "Los tres Cristos de Ypsilanti" en donde reconoce que, después de seis extenuantes meses, tuvo que dar por terminado el experimento, sin llegar a conclusión alguna. En el prólogo hizo, al menos, un acto de contrición por aquellos métodos non sanctos que utilizó (los engaños, las cartas falsas, los diferentes métodos de manipulación mental), tan ajenos al verdadero método científico, y hasta al más elemental sentido de humanidad. Aquel libro acabó en película (Tres Jesucristos, 2017), con Richard Gere en el papel del doctor.

Lo que nunca, ni por un momento, tuvo en cuenta el "experimento" de Ypsilanti, increíblemente, es que los tres Cristos fueran de verdad lo que decían ser. Allí siguieron, alojados en aquel loquero, sin que nadie les creyera una palabra. 

Lo que inevitablemente nos lleva a plantearnos la pregunta: ¿De donde nos viene esa manía de reservar la crucifixión o el electroshock a cualquiera que asegure ser el Creador del universo y de todas las cosas, y que, después de todo, solo viene a salvarnos?

Solo podemos extraer una melancólica conclusión: a nosotros, en general, es que ya no nos salva ni Dios.


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16/01/2022 18:58 wilbur mercer #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

El spoiler del verano: Space-Thing, una odisea del espacio con amor y latigazos

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Llega la temporada estival y con ella inevitablemente se relaja todo nuestro autocontrol: es el momento ideal para comentar una película y destripar el final sin sentir ninguna culpa. La víctima del mes será Space-thing (la cosa espacial), una película de ciencia ficción y destape de 1968 que probablemente nadie tenga intención de ver nunca, y desde luego no se lo vamos a reprochar.

El filme, dirigido (es un decir) por Byron Mabe, con guión de un tal "Cosmo Politan" e interpretado por una serie de ilustres desconocidos, ocupa por méritos propios un lugar de honor entre las Obras Maestras Involuntarias del séptimo arte, que tanto gustan a los lectores de este blog que no lee nadie.

Una originalidad que hay que reconocerle a esta película es que coloca al principio el golpe de efecto que suele colocarse al final: que todo forma parte de un sueño del protagonista. Efectivamente, en el comienzo del filme vemos a un señor llamado James Granilla quedarse dormido mientras lee una revista de ciencia ficción. Inmediatamente pasamos a las imágenes de una nave espacial (una maqueta de la Enterprise de Star Trek puesta del revés. El nulo presupuesto se solventa a base de ingenio). Allí viaja nuestro héroe (es un decir), el mismo que se había quedado dormido una secuencia antes. James es ahora un espía alienígena con apariencia humana que proviene de un mundo llamado Planetaria, y tiene una misión: infiltrarse en la nave espacial terrestre comandada por Capitana Madre y su tripulación de muchachas ligeras de ropa. Así son las cosas en el año 2069.

La Capitana Madre, una lesbiana pechugona y sádica (Cara Peters), que dirige con mano de hierro una nave decorada como las habitaciones de un burdel de los años sesenta, no ve con buenos ojos al inesperado visitante. El coronel James Granilla (Steve Vincent), con aires de repeinado galán embutido en mallas de brillos dorados, tiene alborotadas a las chicas de la nave, unas vistosas ninfómanas provenientes de Kansas. Las muchachas, que venían frustradas con los dos únicos varones de la tripulación, pobres especímenes que no alcanzan a colmar sus necesidades, se lanzan en tromba a los brazos del apuesto Granilla y le arrancan las mallas doradas a la primera oportunidad. 

En realidad el coronel Granilla no siente especial atractivo por las hembras humanas, pero, científico al fin, busca aprenderlo todo sobre las "costumbres íntimas" de los seres de la Tierra. En consecuencia, y a pesar de su visceral rechazo, se pasa el tiempo "investigando" con las chicas una y otra vez.

Para disgusto de la Capitana Madre, claro, que no duda en empuñar su látigo para azotar a las disolutas e intentar poner un poco de orden en la nave. No ya es que no duda, sino que claramente disfruta con las azotaínas.

Pero nuestro héroe (es un decir) no olvida que su verdadera misión es evitar que la nave terrestre y su sobreexcitada tripulación lleguen a descubrir su mundo, Planetaria. 

Y aquí vamos al spoiler: mediante un hábil sabotaje James consigue que la nave tenga que hacer un aterrizaje forzoso en un asteroide desconocido (en realidad un terreno rocoso a las afueras de Palmdale, California). Y allí, mientras toda la tripulación corretea desnuda y se relaja tomando el sol, el coronel Granilla tendrá la oportunidad de colocar en el corazón de la nave... ¡¡una mini-bomba atómica!! (que, curiosamente, se enciende con una cerilla).

En la apoteósica escena final, la nave vuela en pedazos, en la que sin duda será recordada como la escena espectacular menos espectacular de la historia del cine. 

Resultado final: Planetaria uno, Tierra cero.


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He visto llegar cartas desde más allá de Orión... El buzón de correos del Área 51

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A varias millas de ninguna parte, en algún lugar del desierto de Nevada, hay un solitario buzón de correos. No hay mucha gente que lo sepa, pero ese buzón es el más importante de la historia de la humanidad.

Este misterioso receptáculo, conocido como "el buzón negro", está a medio camino entre las poblaciones de Álamo y Rachel, en el reseco, despoblado y polvoriento territorio del estado de Nevada, cerca de una solitaria carretera que los lugareños conocen como "la carretera extraterrestre".

¿A quién pertenece ese buzón? En un lado de la caja hay escrito un anodino nombre, "Steve Medlin", el nombre del supuesto propietario. Y de hecho, el tal Steve Medlin existe realmente: es un ganadero de un rancho de las inmediaciones. Sin embargo en la zona hay otro vecino más inquietante: la célebre instalación gubernamental conocida como el Área 51, el punto de contacto OVNI más relevante del mundo.

Pero no vamos a hablar aquí del Área 51 y las maravillas que encierra, sino de aquel buzón que se encuentra en las inmediaciones: el punto de enlace en donde terrícolas y extra-terrícolas se intercambian mensajitos. ¡¡Porque eso y no otra cosa es aquel buzón negro de correos!! 

El primero en mencionar el asunto del buzón fue un ex empleado del Área 51 llamado Bob Lazar. Lazar reveló en una entrevista en Las Vegas en 1989 que había estado trabajando en el análisis del sistema de propulsión de los nueve platillos volantes que se mantienen ocultos en la instalación militar; pero lo más sorprendente fue su afirmación de que los extraterrestres mantenían una fluida correspondencia con los militares que dirigían el Área 51 a través de un pequeño buzón de correos situado cerca de la carretera que atraviesa la zona.

Lo primero que sorprende es que civilizaciones tan extremadamente avanzadas del espacio exterior utilicen un sistema de comunicación tan pedestre como el de la correspondencia postal. Lo segundo es comprobar que los alienígenas poseen una lengua similar a la nuestra, lo que les permite pegar los sellos en los sobres correspondientes.

El caso es que las revolucionarias confidencias de Lazar situaron en el mapa y dieron a conocer al mundo al hasta entonces desapercibido buzón de correos.

El artilugio en cuestión consiste en la clásica caja metálica con una tapa abatible que se sostiene sobre un poste de madera, dándole el aspecto de un vulgar buzón de correos americano. Está pintado de negro, de ahí el nombre con el que se lo conocerá para la posteridad. En las últimas tres décadas miles de cazadores de OVNIs peregrinaron hasta el lugar para escudriñar en su interior, en busca de la siempre esquiva correspondencia alienígena.

El ranchero Steve Medlin, el supuesto propietario del buzón –eso dice él– lo ha intentado todo para evitar los asaltos de los merodeadores: cerró el buzón con un candado, pero los ufólogos aficionados disparaban contra la cajita para intentar acceder a su interior. Luego Medlin –o quien sea– lo reemplazó por una caja metálica a prueba de balas. Pero entonces el buzón entero fue robado. Más tarde fue reemplazado por otro buzón de color blanco, una burda maniobra para despistar a los que buscaban el negro. Pero los sagaces investigadores de lo oculto no se dejaron engañar. Entonces se agregó, junto a la caja con el nombre de "Steve Medlin", otro cajetín más pequeño con la inscripción "Aliens", para que los curiosos se limitaran a urgar allí. Y ya finalmente el buzón, cada vez más vandalizado, fue abandonado a su suerte. 

Los últimos en reponer el ya clásico cajetín negro en su sitio fueron los propietarios de un restaurante de carretera cercano, el Little A’Le’Inn, un establecimiento que, además de su célebre y exquisita Alien Burger, ofrece también a la venta todo tipo de souvenirs relacionados con los extraterrestres.

El buzón negro es hoy un enclave de peregrinación del turismo ufológico. Los visitantes (terrestres) buscan la foto para instagram, y dejan todo tipo de ofrendas en el interior del receptáculo, con la esperanza de que los alienígenas las encuentren al pasarse a recoger la correspondencia. Galletas, caramelos, juguetes, pegatinas, notitas y muchos billetes de un dolar, la mayoría falsos.

Pero a estas alturas es poco probable que los seres del espacio exterior sigan utilizando este sistema para comunicarse con la Tierra. Lo más probable es que se hayan pasado a Telegram.

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El hombre que te promete la luna, y luego te la vende

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¡Cuántos hombres le han prometido la luna a sus enamoradas a lo largo de la historia! Sin embargo, solo uno puede hacer, literalmente, esa promesa realidad. Ese hombre es Dennis M. Hope, un emprendedor de Nevada que vende la luna por parcelas, y a un precio excelente.

Pero ¿desde cuándo la luna tiene dueño? Concretamente, desde 1980, año en que Hope la reclamó como de su propiedad. Ese año nuestro hombre se acababa de divorciar y estaba corto de dinero. Pensó que sería bueno tener alguna propiedad que pudiera hipotecar o poner a la venta, pero no era dueño de nada en el mundo. En este mundo, al menos: fue entonces cuando alzó la vista y vio la luna. ¿Qué pasaba con ella? Allí había un montón de propiedades... Hope consultó la legislación vigente sobre el Derecho Público del Espacio y comprobó que, según la ley internacional, ningún cuerpo celeste puede ser reclamado para su propio beneficio por nación alguna. De manera que él la reclamó, no en nombre de ninguna nación, sino a título estrictamente personal. Registró su petición, aclarando que quería la luna para venderla por lotes a clientes particulares, y se lo comunicó a los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Soviética, y también a las Naciones Unidas. Puesto que nadie le contestó nunca, Dennis Hope dio por hecho, naturalmente, que no había objeción y que la luna era suya.

De ahí a dividir la luna en parcelas y montar un próspero negocio de bienes raíces hubo solo un paso. Hope se instaló en una oficina y colocó en la pared un gran mapa de la superficie lunar, que poco a poco se fue llenando de puntos rojos, a medida que los lotes se iban vendiendo. Al principio Dennis Hope iba casa por casa, y visitaba los centros comerciales; ofreciendo pacientemente sus terrenos (o quizás deberíamos decir sus lunenos) a los clientes potenciales. Y al parecer, era un excelente vendedor, porque consiguió colocar muchos lotes. Pero a mediados de los años noventa, con la popularización de internet, su negocio se disparó y le empezaron a llover compradores de todas partes del mundo. Tan bien le fue que en 1995 dejó sus otras actividades y pasó a dedicarse en exclusiva a vender la luna, hectárea a hectárea.

Para ello amplió la estructura del negocio y habilitó, trabajando a comisión, a más de treinta agentes inmobiliarios repartidos por todo el mundo. Su página web, "Lunar Embassy", tiene cientos de visitas diarias y se mantiene muy activa.

Por solo 25 dólares el acre (unos cuatro mil metros cuadrados), uno puede hacerse con una preciosa propiedad en nuestro satélite natural, con excelentes vistas a la Tierra. Entre los clientes hay gente de todas las nacionalidades y de diversa condición: desde estrellas de Hollywood que quieren invertir con perspectivas de futuro, hasta políticos (entre ellos, afirma Hope, tres expresidentes: Ronald Reagan, Jimmy Carter y George W. Bush). Algunos compraron una pequeña parcela, otros se han hecho con verdaderos latifundios. El precio incluye el título de propiedad y un mapa del lugar exacto de tu parcelita lunar correspondiente. El próspero negocio de Hope lleva ya colocados unos tres millones de metros cuadrados de luna, que le han reportado ya al menos unos nueve millones de dólares de beneficios.

Pero no todo han sido parabienes para Dennis M. Hope: en 2001 recibió una demanda millonaria de un abogado especializado en derecho espacial por la universidad de Glasgow que afirmaba ser el propietario del sol, y pretendía cobrar a Hope una factura de treinta millones de dólares por la energía suministrada a la luna hasta la fecha. Hope contestó que, luego de consultarlo con todos los propietarios de las parcelas, no quería contar con el servicio de la energía del sol, y le solicitaba que lo apagara. La demanda finalmente no prosperó.

Cualquier otra persona ya se habría dado por satisfecha con el gran resultado obtenido con el negocio inmobiliario, pero Dennis M. Hope no es uno de esos hombres. Él ya se plantea edificar una ciudad en la luna, y de hecho tiene un plan muy definido. Será un proyecto faraónico, literalmente faraónico: una gigantesca pirámide cerrada, de tres kilómetros de base y dos kilómetros y medio de altura. En la ciudad-pirámide se podrán alojar unos setenta mil habitantes. La construcción tendrá diferentes niveles: los inferiores estarán destinados a la agricultura y la ganadería. las plantas, además de para la alimentación de personas y ganado, contribuirán al reaprovisionamiento de oxígeno de la ciudad. En los niveles superiores habrá centros comerciales, cines, teatros... Hace una década, Dennis Hope calculaba que todo esto podría estar listo para el año 2020... Suponemos que la pandemia que nos acosa ha retrasado sus planes, porque que sepamos, aún no hay ningún ladrillo colocado.

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Austenasia, el microimperio en donde nunca se pone el sol

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Hace años, inauguramos este modesto blog con una nota sobre las micronaciones. Desde entonces, este fenómeno no ha parado de crecer, hasta llegar a convencernos de que en el futuro cada persona tendrá su propia nación, la república (o reino) independiente de su casa.

De las más de cuatrocientas micronaciones contabilizadas al día de hoy, podemos mencionar, a manera de botón de muestra, algunos casos: 

En alguna parte de Oceanía está Atlantium, el imperio levantado en 1981 en el jardín trasero de la casa de la madre de Su Majestad Imperial George II, en los años noventa se independizó definitivamente (tanto territorialmente como de su madre) con la adquisición de un terreno de setenta y seis hectáreas en donde se erigió una pirámide blanca de cuatro metros de altura (¡la única pirámide del continente! según Su Majestad), y una cabaña detrás. Ambas estructuras configuran Concordia, la capital del imperio. Atlantium es la primer nación que se ofrece para alquiler en la plataforma AirBnb. Después de todo, no será el primer estado que sobrevive gracias al turismo.

También en Oceanía se materializó el Reino Gay y Lesbiano de las Islas del Mar de Coral, nacido como consecuencia del rechazo a la aprobación de la ley del matrimonio homosexual en el parlamento australiano, en el año 2004. En un acto de protesta, sus fundadores, un grupo de activistas por los derechos sexuales, inauguraron esta micronación, de nombre más extenso que su territorio, con la intención de poner en marcha y por decreto una legislación que avalase el matrimonio entre personas del mismo sexo. Uno de los integrantes del grupo, Dale Parker, se declaró emperador, bajo el nombre de Dave I, y declaró I am what I am, de Gloria Gaynor, como Himno Nacional. Australia, de más está decirlo, no reconoce al Reino Gay y Lesbiano de las Islas del Mar de Coral como estado independiente. Ni Australia ni nadie, en realidad. Pero el Reino obtiene su exigua recaudación de la venta de sellos postales con su enseña oficial, la bandera del arco iris.

También llamativo es el caso del primer reino espacial, Asgardia, que orbita a unos 400 km de distancia de la Tierra, y que, a pesar de contar con unos 300.000 ciudadanos, mide apenas unos 10 x 10 x 20 centímetros, y pesa menos de tres kilos. Sucede que el territorio del reino de Asgardia en un minisatélite modelo CubeSat, lanzado al espacio en 2016 aprovechando un vuelo de suministros hacia la estación espacial internacional. El impulsor de Asgardia, y el jefe de su gobierno, es el aserbayano Igor Ashurbeyli que, de momento, vive en la Tierra, al igual que el resto de los ciudadanos de su reino.

Pero si hay un caso impresionante de micronación imperial, por su extensión a lo largo de todo el globo, al punto que sus gobernantes presumen de que en su territorio nunca se pone el sol, es Austenasia. Fundado en la Gran Bretaña, Austenasia declaró su independencia del Reino Unido en septiembre de 2008 cuando Terry Austen, un guardia de seguridad, y su hijo Jonathan, que por entonces iba al colegio, enviaron al representante parlamentario de su distrito, en el suroeste de Londres, la declaración unilateral de independencia sobre los territorios que ocupaba su vivienda, una casa adosada, ubicada en el 312 de Green Wrythe Lane, en Carshalton.

Ante la falta de respuesta, Terry y Jonathan enviaron más cartas, en este caso al por entonces primer ministro británico Gordon Brown, y a la Secretaría de Estado de Interior.

Considerando el silencio administrativo que siguió a este acto solemne, los Austen consideraron validada su independencia. Terry se acabó autoproclamando emperador, y nombró a su hijo Jonathan primer ministro, repartiéndose así la jefatura del estado y la jefatura del gobierno, respectivamente. Enarbolaron la bandera de Austenasia en la ventana de la primera planta de la casa (una enseña amarilla con cinco líneas rojas que nacen desde el centro), adoptaron un himno nacional, e incluso un animal nacional (el espinosaurio, lo que la convierte en la primera nación en adoptar una especie extinta como animal nacional).

En febrero de 2010 Terry I abdicó, sucediéndole en el trono Esmond III, hecho que acabó por hacer estallar una guerra civil, la primera registrada en el seno de una micronación.

Los rebeldes legitimistas, partidarios del reclamo al trono de la princesa Caroline, hija menor de Terry, acabaron claudicando después de un enfrentamiento que se extendió entre marzo y mayo de 2010, y que culminó con el Tratado de Carshalton y la convocatoria de un referendum que aseguró la victoria del bando gubernamental. Pero el emperador Esmond III se vio a su vez obligado a abdicar en favor de Declan I, para acabar de aplacar un conflicto que llegó a concitar la atención de todo Carshalton, el vecindario en donde se enclava Austenasia.

Declan I, finalmente, abdicó en 2013 "por motivos personales", y el hasta entonces primer ministro ocupó el trono bajo el nombre de Jonathan I.

Austenasia se considera a sí misma la sucesora natural del Imperio Romano. Con el tiempo, fue creciendo de manera imparable, hasta ocupar actualmente un territorio que consta de treinta y ocho terrenos no contiguos: doce en Gran Bretaña, cinco en el resto de Europa, cuatro en Asia, quince en América del Norte, uno en América del Sur, uno en Oceanía y uno en África. Un total de ochenta y dos habitantes, en los cinco continentes.
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País se busca urgente para embajada extraterrestre

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¿Acaso es mucho pedir un terreno de cuatro kilómetros cuadrados, dotados de extraterritorialidad, espacio aéreo desmilitarizado, y libre de impuestos, en donde edificar una embajada para recibir adecuadamente a nuestros Padres Creadores del Espacio Exterior? 

Parece que sí, puesto que ningún país al día de hoy ha respondido a la petición del movimiento Raeliano, que solo necesita un predio adornado con tales características, físicas y jurídicas, para hacer realidad un edificio cuya construcción sería costeada enteramente por los miembros de la organización. ¡Ah! las miserias de la geopolítica...

Porque el caso es que si no hay embajada, para el 2035 a más tardar, nuestros padres, los Elohim, no vendrán. Y la Tierra sufrirá las consecuencias.

Pero, ¿por qué quieren venir los Elohim? Y, lo más importante: ¿quiénes son los Elohim?

Los Elohim forman parte de una avanzadísima civilización extraterrestre, tecnológicamente superdesarrollada, que 25.000 años atrás y como parte de un sofisticado experimento en sus laboratorios, allá en su mundo, diseñaron a la humanidad a su imagen y semejanza, a través de la síntesis y manipulación del ADN. Luego trasladaron sus creaciones a este planeta. Pero no solo a los hombres: también fueron los artífices de todas las plantas y animales de la Tierra, incluyendo al pangolín. Un alarde creativo que se describe en la Biblia, en el libro del Génesis. Un libro que, por un lamentable error de traducción (resulta que "Elohim" no significa "Dios", sino "los que vienen del cielo") acabó originando por equivocación una insólita religión: el cristianismo.

Los Elohim, entonces, no son dioses, precisamente. Pero tampoco unos extraterrestres verdes, cabezones y malvados. Son gente como usted o como yo, solo que más inteligentes, más altos, más guapos y, en general, mejores personas que usted o yo.

Así las cosas, al parecer, una vez instalados en este planeta, nuestros Padres Galácticos no tardaron en sentir una mezcla de asco y pena por sus criaturas, al comprobar el estado de brutalidad, primitivismo e ignorancia en el que nos revolcábamos, como cerdos en el chiquero. Consecuentemente, un buen día los Elohim se fueron a por tabaco para nunca regresar. Hasta ahora, pues desde entonces no han dejado de monitorizar nuestros progresos, esperando pacientemente nuestra redención como especie, nuestra evolución.

Al parecer, las bombas atómicas que se arrojaron en 1945 convencieron a los Elohim de que ya estábamos lo suficientemente evolucionados. Habíamos llegado por fin a la edad adulta. Es en ese punto cuando decidieron, pues, empezar a organizar una visita para revelarnos su paternidad y nuestro verdadero origen. Visita que no debía demorarse en exceso, porque es evidente que corremos el riesgo de autodestruirnos de un momento a otro.

Y aquí entra en escena Rael, antes conocido como Claude Vorilhon, un periodista deportivo y cantante en sus ratos libres. El 13 de diciembre de 1973, durante un paseo nocturno, Vorilhon fue contactado por Yahvé, un ser que venía en representación de esa bíblica civilización extraterrestre: los Elohim, creadores de la vida humana. Vorilhon se transformó así en Rael, el profeta en la Tierra número cuarenta de los Elohim (los treinta y nueve anteriores, Jesús, Mahoma, Buda, Joseph Smith, etc, fracasaron a la hora de explicar este espinoso tema a los hombres). Rael fundó un grupo, el Movimiento Raeliano, para difundir la buena nueva de la inminente visita protocolaria de nuestros padres. Pero esto se producirá solo a condición de que exista en la Tierra una embajada Elohim, una legación diplomática oficial que sea territorio neutral, en donde puedan instalarse tranquilamente y gozando de la debida inmunidad (se ve que desde lo de las bombas atómicas no se fían de sus hijos).

La embajada sigue los planos sugeridos por los Elohim, que dibujaron lo que querían para su edificio en los célebres "crop circles", unos misteriosos diseños circulares de tierra quemada que aparecieron de la noche a la mañana en los campos de cultivo de medio mundo en las últimas décadas. Así, pues, será un edificio totalmente blanco y puro de formas concéntricas. Las dimensiones de la construcción serán de 132 por 49 metros, acorde con las medidas del tercer templo de Jerusalén, según la profecía de Ezequiel, en el Antiguo Testamento. El edificio, de diseño futurista, contará con diversas estancias repartidas en dos niveles (sala de conferencias, área de descontaminación, zonas de descanso, restaurante...) y, lo más importante, una piscina en el exterior.

Tendrá también, por descontado, un ovnipuerto, ubicado en la terraza del círculo principal del edificio, preparado para el aterrizaje de un platillo volante de unos 12 metros de diámetro.

En principio los Elohim querían su embajada en Jerusalén, y que estuviera terminada para el año 2025. Por lo que los Raelianos elevaron la solicitud correspondiente al gobierno de Israel, pero este increíblemente desoyó la petición. Si no era posible en la Ciudad Santa, la opción B era buscar un emplazamiento en sus cercanías. Pero lo cierto es que parece difícil imaginar una embajada extraterrestre en plena franja de Gaza, por ejemplo, así que los Raelianos empezaron a buscar en otras partes. En cualquier parte, de hecho. Solicitudes similares fueron enviadas a los gobiernos de distintos países de América y Europa, como Francia, Italia, España, Portugal, Colombia, México o Argentina, entre otros. El movimiento Raeliano espera culminar las obras en 2030, puesto que la fecha límite de la venida de los Elohim es el 2035.

Pero al día de hoy, lamentablemente, no hay respuesta. ¿No es increíble?

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Cleve Backster, el hombre que le quita el sueño a los veganos

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¿Es posible que estemos cometiendo un brutal genocidio de brócolis, sin siquiera imaginarlo?

Es posible. Al menos así parece haberlo demostrado Cleve Backster, el hombre que ha descubierto que las plantas tienen sentimientos, pensamientos, emociones y, en definitiva, conciencia. Y además, son telépatas.

Cleve Backster no era un científico, en realidad. Era un agente de la CIA, un empleado de la inteligencia estadounidense cuyo trabajo era interrogar a espías y disidentes. ¿Cómo llegó, entonces, a sus sorprendentes conclusiones respecto a las intimidades del mundo vegetal? Para conocer esta historia nos debemos remontar a los primeros meses de 1966. Cleve Backster probaba entonces, en su lugar de trabajo, una de esas máquinas popularmente conocidas como “detector de mentiras” que se utilizan para interrogar sospechosos, un polígrafo. Acababa de regar las macetas de su oficina, y se le ocurrió conectar los sensores de su máquina a las hojas carnosas de una de sus plantas. Puesto que el polígrafo detecta los sutiles cambios de humedad en la piel (la sudoración, en el caso de los humanos) Backster pensó que podría medir el tiempo que tardaba el agua en llegar de las raíces a la hoja. Sin embargo, durante un buen rato nada sucedió. Pero entonces Backster encendió una cerilla, demasiado cerca de las hojas de la planta, y de pronto la aguja del detector se volvió loca. Cleve Backster reconoció inmediatamente como un claro marcador de excitación emocional la respuesta obtenida. La planta estaba asustada. Backster encendió otra cerilla, pero ya no obtuvo la misma respuesta. ¿Había adivinado la planta que ahora él no tenía intención de quemarla?

Era cuestión de averiguarlo. Cleve Backster era un hombre duro y metódico, acostumbrado a los interrogatorios, a sacar de cada sujeto todo lo que tenga en su interior hasta llegar a la verdad, y esta no iba a ser una excepción. Si había podido doblegar a los más duros agentes del espionaje ruso, un simple filodendro no se le iba a resistir. Iba a obtener de él una confesión completa, iba a llegar al fondo de sus pensamientos. Porque de una cosa estaba seguro: esa planta algo estaba pensando.

En los siguientes experimentos Backster aplicó toda su experiencia en interrogatorios con refinada crueldad: así, por ejemplo, sumergió en agua hirviendo un langostino en presencia de una anonadada buganvilla, que aunque mantuvo en todo momento una apariencia de neutral inmovilidad, se desmayaba por dentro, según los datos que arrojaba el polígrafo. Luego, hizo que uno de sus ayudantes pisoteara y destrozara sin piedad un arbusto arrancado de su maceta, todo en presencia de otra planta como mudo testigo de los hechos. Posteriormente, hizo entrar, uno a uno, a todos sus colaboradores a la sala en donde estaba la dicha planta, a manera de ronda de reconocimiento. Las líneas del polígrafo saltaron enloquecidas cuando el culpable del planticidio entró en la habitación…

Backster, que dejó por completo de perseguir comunistas para dedicarse en cuerpo y alma a investigar petunias, glicinas, tomateras y plataneros, publicó el resultado de sus sorprendentes experimentos en una revista científica, la National Wildlife, bajo el título de “Pruebas de percepción primaria en la vida vegetal”. Tuvo la precaución de llamar “percepción primaria” a lo que a todas luces llamaríamos “conciencia”, calculando que el siempre quisquilloso mundo científico se le echaría encima en cuanto insinuara que los vegetales eran seres inteligentes, empáticos y telépatas.

En su artículo Backster explica cómo sus plantas se alegran cuando son regadas, se preocupan cuando se acerca un perro, se asustan cuando hay unas tijeras cerca, y sienten lástima ante el sufrimiento ajeno, incluso si el que sufre es el perro que se acercaba. También detectan las intenciones de los humanos que están a su alrededor, saben lo que estos piensan, y lo transmites al resto de las plantas de la vecindad, a través de alguna forma de transmisión del pensamiento.

Pero, a pesar del considerable revuelo que las revelaciones de Cleve Backster levantó, la comunidad científica se mostró renuente a aceptar o continuar la fabulosa línea de investigación abierta por él. Investigación que podría derivar, qué duda cabe, en un Nuevo Orden Mundial… Un nuevo orden en el que los vegetales tengan los mismos derechos que el resto de los seres pensantes. ¿Hay, tal vez, la mano negra de un poderoso lobby vegano detrás de este silenciamiento? ¿Maniobra este lobby vegano para que los hallazgos de Cleve Backster no sean asumidos por la sociedad? ¿Para que se sigan asesinando lechugas impunemente mientras ellos mantienen intacta su afectada superioridad moral sobre el resto de los comensales?

Preguntas que, de momento, quedarán sin respuesta. Cleve Backster, por su parte, nunca dejó de insistir en sus hallazgos, hasta su muerte, en 2013. Incluso amplió sus experimentos para intentar demostrar la inteligencia de los huevos.

Así las cosas, puede que nuestras plantas de interior sean los seres que mejor nos conocen. Mejor que nuestras propias madres, de hecho. No solo porque nos observan en nuestro día a día (tal vez hasta nos hayan puesto algún apodo cariñoso), sino porque entran en nuestras mentes con sus poderes telepáticos, y conocen nuestros pensamientos y anhelos más profundos. ¡Ah… si ese ficus hablara!

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Octobriana, la bomba politicosexual contra el poder del Kremlin

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Cuando, hacia 1970 y en plena guerra fría, un joven ruso consiguió llegar a Londres después de haber cruzado el telón de acero con una maleta repleta de impactantes dibujos, el Mundo Libre al completo arqueó las cejas. No era para menos: aquellas páginas revelaban la existencia de la primera y única superheroína soviética, la curvilínea Octobriana. Algo insólito viniendo de un régimen que reprobaba explícitamente este tipo de material “decadente”. Pero mayor fue el impacto cuando el joven dio a conocer a los verdaderos autores de tan llamativo personaje: una organización soviética clandestina autodenominada Pornografía Política Progresista, cuyo objetivo era difundir por toda Rusia los cómics, el sexo, las drogas y la acción política. ¿Era todo esto posible al otro lado del telón de acero?

El joven en cuestión se llamaba Petr Sadecký, y contó su historia al mundo en un libro, publicado por una editorial británica en 1971, llamado Octobriana y el Underground Ruso, que nada más salir se convirtió en el boom editorial del año.

El libro contaba la historia de cómo su autor había contactado con una célula de esta organización. Incluía varias oscuras fotos de algunos de los miembros de Pornografía Política Progresista, en su sede clandestina, y unas cuantas páginas del polémico y sorprendente cómic de Octobriana, la superheroína bolchevique, llamada así por la revolución de Octubre que cambió la historia de Rusia.

Octobriana es una rubia voluptuosa, de inconfundibles rasgos eslavos, vestida con ajustadísimas mallas y ceñido top minimalista, y armada con un cuchillo y una pistola automática. En su frente luce la clásica estrella roja de la revolución. Sus aventuras están plagadas de espectaculares encuentros sexuales (incluso con animales) y llenas de encendidas soflamas políticas.

La cuestión es que en la Unión Soviética los cómics, y muy especialmente si son erótcos y de superhéroes, siempre se consideraron una manifestación de la imparable decadencia cultural del satánico occidente. Nada que ver con las muestras del puro y aleccionador arte socialista autorizado por el Kremlin. De ahí el tremendo poder disolvente y contrarrevolucionario de la sola existencia de Octobriana.

En el libro, Sadecký cuenta cómo, diez años atrás y durante unas conferencias sobre cómics en Kiev, una persona se le acercó y le confió que pertenecía a una organización secreta que se proponía difundir por toda la Unión Soviética el cómic de una heroína llamada Octobriana, con altas dosis de sexo y explosivo contenido político. Sadecký, naturalmente, se unió a ellos de inmediato, traicionando, según sus propias palabras, la hasta entonces inquebrantable pureza de su fe revolucionaria.

Nada más llegar al cuartel general de la célula de Kiev de Pornografía Política Progresista, un sótano lleno de retratos de Lenin en las paredes, pilas de revistas porno por todos lados, y con los ventanucos pintados de negro para que no entre la luz exterior, Sadecký se topó con la mujer que lo lideraba, la increíble Lydia Borisovna Gal, que siempre iba completamente desnuda, a excepción de un par de botas de cuero. Gal había estado ingresada en un psiquiátrico, por lo que en el libro es la única integrante de la organización que aparece con su nombre real, puesto que Sadecký consideraba que era inimputable, incluso por un sistema judicial tan dudoso como el soviético. La describe como “delgada pero con un busto hiperdesarrollado”, siempre bronceada y dispuesta al sexo en cualquiera de sus formas, porque aunque Gal era lesbiana, también tenía relaciones con hombres y con lo que se le pusiera por delante. Gal parecía ser la evidente inspiración para Octobriana. Los otros integrantes del grupo no le iban a la zaga, e incluían a un judío loco, un nihilista radical, una viuda sexópata o un camionero anarquista. Todos compartían orgías y consumían drogas y alcohol en abundancia.

El caso es que al poco tiempo de publicado el libro y pasado el impacto inicial, algunas afirmaciones de Petr Sadecký empezaron a sembrar la duda. Resulta que las páginas de Octobriana que se reproducen en el libro (un par de aventuras, incompletas, con nombres llamativos como “Octobriana y los hijos atómicos del dirigente Mao”) muestran a nuestra heroína montada en un pajarraco prehistórico o enfrentándose a una morsa gigante. Secuencias de acción y aventuras, pero ni rastro de escenas sexuales, ni mucho menos de proclamas políticas. Estos ingredientes solo aparecen mencionados por Sadecký. La historia empieza a hacer aguas…

Pero el golpe de gracia lo propina un par de dibujantes checoslovacos que llegaron a Londres buscando a Petr Sadecký para reclamarle un montón de trabajos que les había birlado, con la excusa de que podría venderlos a buen precio al otro lado del telón de acero. Sadecký había partido de Praga con su maleta llena de dibujos, y los artistas checos no habían vuelto a tener noticias. El caso es que, entre todas estas páginas, estaban las aventuras de una chica despampanante llamada Amazona, que vivía sus aventuras de fantasía en una jungla plagada de animales gigantes (nada de sexo, y mucho menos de política). Se supo entonces que Sadecký tomó estas páginas, y transformó a Amazona en Octobriana, por el simple trámite de dibujarle en la frente una estrella roja.

Todo lo demás fue, sencillamente, un invento. Un fraude que consiguió engañar a su editor y al respetable público lector al completo. Pero, como dice el refrán, “se non è vero, è ben trovato”, es decir que, aunque no fuera cierta, la historia era tan buena que el libro de Sadecký, Octobriana y el Underground Ruso, pasó de ser un best seller sobre el comunismo, a libro de culto para degustadores de rarezas creativas y brillantes imposturas.

Y en cuanto a Octobriana, puesto que Sadecký nunca reclamó su autoría, inició una vida propia en manos de los más variados autores de cómics de todo el mundo, que la incluyeron cada tanto como invitada especial en las aventuras de sus propios personajes. Hasta el mismísimo David Bowie, admirador confeso del libro de Sadecký, llegó a acariciar el proyecto de producir una película con ella. Hubiera sido maravilloso.

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El parque jurásico de Noé

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Muchas son las dudas que siempre ha generado la historia bíblica de Noé y su Arca del Diluvio. ¿Cómo este anciano, con la sola ayuda de sus hijos, pudo construir esa prodigiosa estructura de madera? ¿Cómo se las arregló la heroica pareja de pingüinos para atravesar medio planeta, desde la Antártida hasta donde estaba el Arca? ¿Hizo bien Noé en sacar del agua a la pareja de peces para salvarla del agua? Pero la pregunta más inquietante, sin lugar a dudas, es: Si, según la Biblia, el mundo fue creado hace diez mil años, ¿cómo puede ser que los dinosaurios se extinguieran mucho antes, es decir, hace sesenta y cinco millones?

Los creacionistas tienen la respuesta: los dinosaurios, sin lugar a dudas, estaban vivitos y coleando en tiempos bíblicos. Ocurre que la datación de su supuesta antigüedad, como casi todo en este mundo, está mal hecha.

Lo que nos lleva a la siguiente cuestión: ¿por qué entonces el buen Noé no los subió a su Arca? Hasta ahora, la respuesta facilona a esta cuestión crucial había sido unánime: porque eran muy grandes y no cabían.

Hasta ahora. Porque en Williamstown, Kentucky, un hombre llamado Ken Ham, creacionista de profesión, se decidió a hacer la prueba empírica. Para ello, se lanzó a la tarea de construir un arca de madera a tamaño real, siguiendo escrupulosamente los planos (bueno, las medidas) que se mencionan en la Biblia. Y ya se vería si los dinosaurios cabrían o no.

El resultado fue impresionante. Tanto que debería reescribir la Historia entera.

Pero vayamos por partes: ¿quiénes son los creacionistas? ¿a qué dedican el tiempo libre? Los partidarios de la “ciencia de la Creación” surgieron en paralelo a las teorías de Darwin, negando la evolución y sosteniendo, con mayor sensatez, que el mundo y todo cuanto contiene se creó, literalmente, tal y como se explica en el Génesis, el primer libro de la Biblia. Pero los creacionistas, gente sensata, como dijimos, tampoco niegan la evidencia: hay esqueletos de dinosaurios, por lo tanto, los dinosaurios sí existieron. Solo que, sencillamente, no eran tan antiguos. Convivieron con nosotros, por lo menos, hasta el Diluvio universal. Y en este punto, llegamos a opiniones encontradas: hay quien dice que, justamente, el Diluvio fue la causa de su extinción. Otros afirman que sería incomprensible que Noé los hubiera vetado. Y a estos les responden que los dinosaurios, tan grandes ellos, sencillamente no cabían en el Arca. 

Hasta que llegó Ken Ham, para deshacer el entuerto. Consiguió unos 100 millones de dólares de donaciones privadas, algo ya de por sí más milagroso que todos los milagros de la Biblia, y en solo seis años volvió a construir el Arca. Eso sí, no con sus propias manos, como lo hizo Noé, sino con los servicios de una empresa constructora. La mole de madera ostenta unos 155 metros de largo, 26 de ancho y 15 de altura, que coinciden exactamente con las medidas en codos (300 codos de largo, 50 de ancho y 20 de altura) que le dictó Dios a Noé, según el libro del Génesis.

Este colosal Titanic bíblico es la principal atracción de un recinto llamado Ark Encounter (el Arca del Encuentro), en Williamstown, Kentucky. Está en medio de un páramo, porque la intención de Ken Ham era demostrar que los animales cabían, y no si aquel trasto era capaz de flotar. En su interior hay tres cubiertas, con 100 modelos de animales, alojados en celdas adaptadas al tamaño de cada pareja. También hay ascensores, aunque esto quizá sea una licencia creativa, en aras de la comodidad de los visitantes (la Biblia no dice nada sobre ascensores).

Los animales, eso sí, no están vivos. Son muñecos de factura realista, todos ellos, incluyendo los dinosaurios. Porque hay que decir que, efectivamente, hay dinosaurios. El viejo dilema de si estas bestias entraron o no en el Arca, de si cabían o no cabían, quedó maravillosamente resuelto en el modelo a tamaño real del Arca construido por Ken Ham, de forma tan simple como revolucionaria: Noé, astutamente, debió de subir cachorros de dinosaurios. ¡Cachorros! que por lo tanto no serían más grandes que un pony o un venado adulto. De esta forma, debieron caber perfectamente en el Arca. Por otra parte, es fácil imaginar que un tiranosaurio con dientes de leche causaría muchos menos inconvenientes dentro de la nave que un ejemplar adulto. De manera que Noé lo tenía todo perfectamente calculado, lo mismo que Ken Ham.

El Arca del Encuentro también explica, en sus numerosos paneles informativos, la cantidad aproximada de especies que subieron al Arca original: entre un mínimo de 1.500 y un máximo de 7.000. Evidentemente, hay muchas más especies. Millones, de hecho. Pero en el Arca de Ken Ham lo explican así: Noé subió a la nave a la parejita más representativa de todo un extenso grupo. Por ejemplo, un par de perritos en representación de toda la serie de los cánidos, incluyendo lobos, coyotes, chacales, y los cientos de razas de perros domésticos existentes. Una vez pasado el diluvio, ese único par de chuchos se empezaría a reproducir a lo loco y se volvería a generar otra vez todo el amplio abanico de la gran familia canina, en un enloquecido proceso evolutivo en cámara rápida que superaría con mucho los sueños húmedos del mismísimo Darwin. Nada mal, para una gente que desconfía de la evolución.

¿Y los dinosaurios? Una vez descendidos del Arca, los dinosaurios evolucionaron a combustibles fósiles.

En resumen, que usted puede vivir una experiencia mística impagable en el Arca del Encuentro, o casi impagable: 50 dólares la entrada, mas otros 10 dólares por el aparcamiento (mas las consumiciones, en el restaurante anexo, que no están incluidas en el precio de la entrada).

El Arca de Kentucky logra así el milagro de contestar a todas las preguntas. O a casi todas, porque aún nos queda una sin respuesta: ¿Cómo consiguió sobrevivir el Arca -que era de madera- a la voracidad de la pareja de termitas?

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21/12/2019 23:15 wilbur mercer #. El parque jurásico de Noé No hay comentarios. Comentar.




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