La increíble saga de progresión aritmética del tiburón multicabezas
El cine de bajo presupuesto fue, es y será una debilidad de este blog. Pero por una regla no escrita, aquí nunca hablamos de películas hechas más allá de la década del setenta. El motivo: a partir de los ochenta, y alimentados por el creciente mercado del video, los estudios empiezan a facturar bodrios que, cargados de ironía autoconsciente, buscan la complicidad del espectador de risa fácil.
Pero hoy nos saltaremos la regla (que para eso uno es el jefe del blog, y puede hacer lo que se le antoje). Y lo haremos para comentar brevemente la que para nosotros es la mejor saga cinematográfica desde El Padrino: la increíble saga del tiburón multicabezas.
Después del éxito estratosférico de Tiburón (Jaws, 1975, Steven Spielberg) se fueron sucediendo a lo largo de los años toneladas de películas con escualo protagonista que han intentado, de una forma u otra, aprovechar el tirón. Algunas tan absurdas como una de tiburones que se deslizan por debajo de la arena de la playa (Sand Shark), otra de un tiburón fantasmal al que unos adolescentes convocan con una ouija (Ouija Shark), una de un tiburón poseído por el demonio al que persigue un cura exorcista (Shark Exorcist) o la famosa serie de películas sobre un devastador tornado lleno de tiburones en su interior (Sharknado).
Pero de entre todos estos despropósitos surge una película que dará lugar a toda una saga memorable: El ataque del tiburón de dos cabezas (2012), de la productora Asylum, dirigida por Christopher Ray, y protagonizada por algunas estrellas menores a las que les sienta muy bien el bikini (Carmen Electra, Broke Hogan). la trama de esta película no tiene en principio grandes sorpresas: un grupo de universitarios en un barco es atacado y devorado por un abominable tiburón. Solo que el tiburón tiene dos cabezas.
Podemos adivinar el razonamiento detrás de este film: si el tiburón de la película de Spielberg resultó un monstruo aterrador, es claro que un tiburón con DOS cabezas –dos bocas, dos mortíferas dentaduras– resultaría DOBLEMENTE aterrador.
Y establecida esta premisa, el recurso a utilizar para la tercera entrega de la saga estaba cantado: ¡tres cabezas! Y así sucesivamente: el mecanismo es simple, pero endiabladamente eficaz: para asegurar la continuidad de la saga, basta con agregar en cada entrega una cabeza más al engendro.
Así las cosas, en 2015 se estrena El ataque del tiburón de tres cabezas. Las innovaciones argumentales son pocas: hay unos adolescentes en una fiesta en la playa, chicas en bikini y hay también un grupo de activistas ambientales. Todos son atacados por el tiburón de tres cabezas. Esta entrega, dirigida también por Christopher Ray, contó además con las interpretaciones del actor Danny Trejo y del luchador de catch Rob Van Dam. Y sí, puede que el argumento no sea gran cosa, pero... ¡el tiburón tiene tres cabezas!
La siguiente entrega de la saga, El ataque del tiburón de cinco cabezas (2017), desconcertó de entrada a los espectadores: ¿qué pasó con el esperable tiburón de cuatro cabezas? ¿por qué ese salto de tres a cinco?. La película misma despeja la incógnita: comienza, sí, con un tiburón de cuatro cabezas, pero a mitad del metraje, y en un sorprendente giro de guión, al monstruo le crece inesperadamente una quinta cabeza... ¡en la cola!
Ya lanzados, un año después los productores no dudaron en estrenar la siguiente: ¡El ataque del tiburón de seis cabezas! Con el habitual reparto de semidesconocidos actores, la película cuenta cómo un campamento de terapia matrimonial regentado por un gurú del amor en una paradisíaca isla remota recibe el ataque del espeluznante escualo. Que además ha desarrollado la sorprendente habilidad de caminar sobre la tierra usando sus cabezas como si fueran pies.
Y como no hay seis sin siete, ya podemos ver en YouTube el adelanto de la próxima entrega, que no podía ser otra que ... ¡El ataque del tiburón de siete cabezas! (anunciada para el 2029, pero suponemos que llegará antes a nuestras pequeñas y ansiosas pantallas).
La grandeza de esta saga es que promete continuar hasta el infinito. Y no de cualquier manera, sino de una totalmente predecible: a una cabeza más por vez, en una terrorífica e implacable progresión aritmética: ocho cabezas, nueve cabezas, diez cabezas... ¡el cielo es el límite!
Hay un conocido y antipático lema: "menos es más", con el que se pretende destacar las bondades del minimalismo y de la contención. Pero en el caso que nos ocupa, no nos imaginamos qué inquietud puede producir una película protagonizada por un tiburón sin ninguna cabeza. No, definitivamente, en esta nuestra saga favorita, "más es más". Cuantas más cabezas tenga el monstruo, más letal y terrorífico será. Porque, como bien sabemos, las matemáticas nunca mienten.
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