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Carlitos Tres Bolas, la personificación de la Obra de Arte Total

Carlitos Tres Bolas, la personificación de la Obra de Arte Total

"Gesamtkunstwerk", Obra de Arte Total, es una expresión que los alemanes inventaron para describir a nuestro personaje de hoy. O tal vez no. Pero, en todo caso, la expresión le viene como anillo al dedo a Three Ball Charlie, el artista injustamente olvidado que vamos a homenajear en esta breve pero insustancial reseña.

Carlitos Tres Bolas nació en Humboldt, Nebraska. Y poco más sabemos de él: ni siquiera su nombre real. Solo conocemos el nombre de guerra que adoptó para presentarse en los escenarios, y con el que triunfó a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos allá por los años treinta: Three Ball Charlie.

Tampoco tenemos el dato de la fecha de su nacimiento, ni de la de su muerte.

Sí sabemos, en cambio, cuales eran sus inconmensurables talentos: muy pronto descubrió que su boca era extraordinariamente grande y elástica. Ensayó al principio algunas destrezas con su recién descubierta habilidad, como meterse en la boca un plato de postre o su propio puño entero, con la intención de poder llegar a ganarse la vida en espectáculos de feria. Corrían los años treinta, y eran habituales los llamados sideshows (espectáculos secundarios, que abundaban en las ferias de los pueblos y ciudades de provincia). Poco a poco fue puliendo su número, hasta que dio con la clave, aquella que le daría su nombre artístico y su lugar en la posteridad: Charlie se podía introducir tres bolas en la boca, alineadas a lo ancho, usualmente una pelota de tenis, otra de golf y una bola de billar. Así pertrechado conseguía silbar el The Star-Spangled Banner, el himno nacional de los Estados Unidos, ante el asombro y el entusiasmo de un público entregado.

Sí, puede que el inigualable vibrato de una María Callas o las octavas que alcanzaba Enrico Caruso no tengan parangón en el mundo del espectáculo, pero no habría que desdeñar el épico logro de Carlitos Tres Bolas y su sorprendente número de variedades. Sin embargo, él nunca tuvo la oportunidad de presentar sus habilidades en la Ópera de Viena, y debió limitarse a patear los polvorientos tablados de los pueblos del medio oeste americano. Se dice que un empresario inglés, impresionado por su talento, se ofreció a organizarle una gira por el Reino Unido, pero por motivos que se desconocen la tournée nunca llegó a materializarse. Poco a poco, su rastro se fue perdiendo en la nada. El tiempo, siempre ingrato, barrió su recuerdo... hasta que, varias décadas después, la imagen de Three Ball Charlie resurgió milagrosamente y se hizo universal.

En mayo de este 2022 se cumplirán cincuenta años de la publicación de Exile on Main St., el mítico disco doble de los Rolling Stones. La carátula de aquel álbum marcó estilo: muestra un collage en blanco y negro de viejas postales de artistas de variedades. Entre ellas destaca, arriba a la izquierda, justo al lado del título, un sujeto con tres pelotas en la boca: es nuestro Carlitos Tres Bolas.

Hagamos una pequeña elipsis para contar la historia de esta célebre carátula. a principios de 1972, el diseñador gráfico John Van Hamersveld fue llamado a Los Angeles, donde los Stones daban los toques finales de su nuevo disco. Llevaba algunas propuestas de diseño de carátula, pero no convencieron a la banda. A cambio, le mostraron una foto: era un collage de imágenes de artistas de circo, de fenómenos de feria y de sideshows, que colgaba de la pared de un salón de tatuajes y formaba parte de un reportaje del ilustre fotógrafo Robert Frank, un reportaje que retrataba la vida de los americanos más allá del glamour de las grandes ciudades.

La foto en cuestión se titulaba "Salón de Tatuaje, Octava avenida", y mostraba un collage formado por postales de presentación que aquellos artistas de variedades vendían para recaudar dinero y promocionarse. De la mayoría de ellos no se conoce hoy el nombre, aunque algunos han podido ser identificados: allí están, entre otros, Frank Lentini, el hombre de las tres piernas; Suzi, la chica con piel de elefante; Joe Allen, el sacacorchos humano; Ruth Davies, la bella mujer pingüino; o Zibby Zibelman, el nadador sin piernas. Y, por supuesto, nuestro Carlitos Tres Bolas, el único e inimitable. 

La imagen del collage gustó a Van Hamersveld, que la utilizó tal cual para la parte delantera de la carátula del álbum. Para la trasera, hizo un collage similar pero con fotos en blanco y negro de una sesión que el propio Robert Frank les había hecho a los músicos paseando por la Main Street de Los Angeles, una destartalada y decadente avenida del centro de la ciudad. De esta manera se establecía un paralelismo entre los Rolling Stones y los marginados artistas de sideshows, entre los Rolling Stones y Carlitos Tres Bolas.

Van Hamersveld supo también identificar la imagen de nuestro artista como la más llamativa del grupo, y la utilizó, aislada del resto, en infinidad de reproducciones: camisetas promocionales, vallas, carteles de la gira y toda clase de merchandising para el disco de los Stones.

La última foto que conocemos de Three Ball Charlie es un retrato de grupo de una ignota troupe de artistas de sideshows. Allí, sentado al lado de la Mujer Gorda, está nuestro hombre. Se lo ve con una "pata de palo": al parecer para entonces había perdido una pierna, nunca sabremos en qué circunstancias. En la foto, Three Ball Charlie no sonríe. Aunque quisiera, no hubiese podido: tiene sus inseparables tres bolas alineadas en la boca.

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