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El incomparable arte que surgió de la piedra

El incomparable arte que surgió de la piedra

No existe en el mundo una obra artística tan sorprendente a la vez que involuntaria como la realizada por un hombre llamado Richard Sharpe Shaver, a partir de unas extrañas imágenes impresas en roca que él mismo descubrió para el mundo y a las que dio el nombre de Libros de piedra.

Las pinturas de Shaver, como decíamos, no tuvieron la intención de ser "arte". Muy por el contrario, surgieron con la intención didáctica de explicar unos sorprendentes hallazgos hechos por su autor más de un par de décadas atrás. Su historia comienza en los años cuarenta. Shaver descubre una extraña raza que habita en las entrañas de la tierra, una especie de robots biológicos mutantes llamados Deros, supervivientes de una antigua civilización que habitó el planeta antes de la aparición del hombre. Comoquiera que sea, estos seres acabaron abandonando nuestro mundo, dejando atrás a algunos de sus miembros y buena parte de sus maquinarias de avanzada tecnología. Con el paso de los milenios estos especímenes acabaron degenerando en una raza perversa, y permanecen hasta hoy ocultos en ciudades decadentes construidas bajo nuestros pies.

Como se pueden imaginar, Shaver corría el riesgo de que algunos no acabaran de creer su historia, por lo que decidió escribirla en forma de reporte y enviarla a la redacción de una revista de ciencia ficción. La revista en cuestión era Amazing Stories, una publicación de modesta tirada. Cuando llegó el voluminoso sobre con la historia, su director, Ray Palmer, en contra de la opinión del resto de la redacción, decidió publicarla.

En su crónica, Shaver describía minuciosamente la forma en que los Deros intervenían en la vida de los hombres: a través de una máquina de rayos, los Deros inoculaban en la mente de algunas personas ideas tremendamente perversas, obligándolos a ejecutar acciones infames en contra de su voluntad. Asimismo, con sus rayos los Deros eran también responsables de algunos fenómenos sorprendentes como la combustión espontánea: docenas de personas en todo el mundo  ardían repentinamente y sin ninguna explicación aparente, a causa de la acción de los rayos invisibles.

Periódicamente, los Deros hacían también excursiones a la superficie, para secuestrar mujeres a las que, luego de torturar y violar, transformaban en comida, pues los Deros al parecer se alimentan de carne humana.

Las primeras informaciones de esta perversa raza degenerada de intraterrestres le vinieron a Shaver en forma de transmisiones dentro de su cabeza, mientras trabajaba con su máquina de soldar en una fábrica de Detroit. Con estas interferencias en su mente descubre la punta de la historia, y más tarde acaba encontrando una entrada a los túneles que llevan hasta las fabulosas cuevas subterráneas en donde habitan los Deros. Durante años Shaver se dedica a recoger información sobre la existencia y los sádicos métodos de aquella raza degradada.

La extensa crónica, aparecida en el número de marzo de 1945 de Amazing Stories, tuvo un éxito arrollador. Miles de cartas de lectores inundaron la redacción, para dar fe de que a ellos en algún momento también les había pasado lo mismo: oían voces dentro de sus cabezas incitándolos a hacer cosas horribles.

El enorme interés despertado por la historia de Shaver animó a la revista a publicar más información. Los torrenciales escritos de Shaver debían ser corregidos y aligerados por el editor, Palmer (pues por lo visto, además del caótico estilo, las descripciones de las maldades de los Deros eran demasiado explícitas para ser publicadas). La revista multiplicó sus ventas durante el tiempo en que publicó los reportes de Shaver. El asunto, que empezó a conocerse como "el Misterio Shaver", adquirió una considerable notoriedad.

Tal interés creciente generó además clubes o sociedades Shaveritas, gente que se reunía para leer y comentar las revelaciones sobre los Deros y sus rayos corruptores.

Pero al tiempo hubo un contraataque desde un bando inesperado: los aficionados a la ciencia ficción, que afirmaban que toda la historia de Shaver era falsa, y que además socavaba el prestigio del género. Ante la presión, la editora de Amazing Stories despidió al director y canceló las entregas sobre los Deros. Hacia finales de la década el asunto comenzó a caer en el olvido, y Shaver se retiró a una vida de aislamiento en el campo, en Arkansas.

Pero no se mantuvo ocioso. Durante sus paseos por el campo, Shaver descubrió que algunas imágenes de escenas de la vida de aquella antigua civilización habían quedado registradas en las piedras, como si de un holograma prehistórico se tratase. Casi veinte años después, Richard Shaver tenía pruebas irrefutables de la existencia de los Deros. Presentó sus piedras al mundo, haciendo cortes transversales para obtener secciones de roca en donde se podían ver imágenes congeladas de los antiguos intraterrestres. Los denominó Libros de piedra. Las imágenes mostraban cuerpos, rostros y escenas completas de estos extraños seres, entrevistas a través de la textura de la piedra.

Pero la gente no acababa de identificar las figuras que Shaver veía claramente. Los Libros de piedra parecían aquellas imágenes en 3D tan populares hace algunos años, en donde a través de una trama de líneas había que adivinar figuras ocultas.

Como recurso desesperado, Shaver decidió entonces transcribir esas imágenes con pintura. Empleando un proyector de juguete para ampliar los patrones de piedra sobre una tabla, las recreó con tintas, pasteles, cera, jabón y otros colorantes. No tenía formación artística, pero poco a poco fue elaborando una serie sorprendente de tablas coloreadas en las que se veía un extraño conjunto de caras y cuerpos entreverados, sin paralelo en el mundo de las bellas artes. Aunque para él aquello no era arte, sino una especie de ayuda visual que permitiera a la gente identificar los rastros de los Deros.

Pero a pesar de esta contundente evidencia el mundo siguió ignorando sus revelaciones. Sumido en la pobreza y el desprecio incesante, Shaver continuó con su labor durante más de una década, hasta su muerte en 1975.

Su editor y amigo Ray Palmer recopiló y editó sus escritos en forma de libro. Este libro, llamado Recuerdos de Lemuria, lo publicó en castellano La Biblioteca del Laberinto. Y también, poco a poco, diversas galerías y museos norteamericanos se van interesando por la involuntaria y maravillosa obra artística de Richard Sharpe Shaver.

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