Grandes genios de la arquitectura: Nerón
“¡Por fin voy a poder vivir como un ser humano!”, dicen que dijo Nerón mientras se mudaba a su nueva casa, la Domus Aurea, un laberinto de más de 300 habitaciones todo revestido en nácar, perlas y oro. La frase pasó a la historia y con ella un auténtico renovador de la arquitectura y el urbanismo: Nerón.
Detrás de un gran incendio siempre hay un gran hombre. Se ha dicho que detrás del incendio que destruyó Roma en el año 64 estaba la mano de Nerón, quien tenía en mente rediseñar la ciudad con nuevos proyectos urbanísticos. Bien, eso no es del todo exacto: La intención de Nerón fue arrasar la ciudad para edificar... su casa, la Casa Aurea, la más grande jamás construída en la historia. Ya vemos que no sólo fue un renovador del urbanismo, también fue pionero en esa práctica tan de moda en nuestros actuales ayuntamientos: la recalificación de terrenos.
Esta auténtica maravilla, la Casa Aurea, el sueño de lujo y confort al que aspira cualquier recién casado, se redescubrió por casualidad: Cuando en el 1500 se realizaban unas obras en lo que hasta ese momento era la ladera izquierda del monte Esquilino, una de las siete colinas de Roma, se abrió lo que parecía una gigantesca caverna. El flanco del monte resultó ser el techo abovedado del salón comedor de la casa de Nerón. Para hacernos una idea de sus dimensiones, en el terreno que ocupaba un estanque artificial que decoraba el jardín de entrada, años más tarde se construyó... el Coliseo.
Las planchas de mármol de los techos de los comedores se entreabrían levemente durante las cenas para dejar caer una delicada lluvia de pétalos de rosa. Las bañeras de plata y oro se llenaban cada día con salutífera agua de mar. A los pisos superiores se ascendía por medio de ascensores de maderas nobles dotados de un mecanismo de poleas accionados por esclavos (aquí vemos que Nerón no sólo introdujo el uso del ascensor en las viviendas, también creó la figura del ascensorista). Un ingenioso sistema hidráulico hacía que el comedor girara constantemente según la rotación de la tierra. Siglos después, otro gran interiorista, Hugh Hefner, aplicó una idea similar en su Mansión PlayBoy: la famosa cama redonda giratoria es, que duda cabe, de clara inspiración neroniana.
Junto al jardín principal, hizo construír unas casetas decoradas como prostíbulos, allí debían pasar a ofrecerse las esposas de los senadores o embajadores que venían de visita. Sí amigos, así da gusto recibir visitas. Hoy en día cuando pasa a vernos una pareja de conocidos, junto a la cerveza y las aceitunas sacamos el Monopoly para amenizar. Realmente no hay color.
Capítulo aparte merece la decoración: además de las mil quinientas estatuas sacadas directamente de antiguos templos griegos, Nerón hizo pintar las paredes y los techos con una ornamentación absolutamente novedosa: insólitos híbridos medio humanos, medio animales o vegetales, figuras burlescas y gesticulantes asomándose por entre una maraña de lianas que cubrían toda la superficie. Arte distorsionado que tenía la facultad de aterrorizar a los visitantes. Cuando se descubrieron las ruinas de la Casa Aurea, los pintores del momento, con Rafael a la cabeza, se meten en las tenebrosas estancias sepultadas, antorcha en mano, para buscar inspiración. Se pone de moda entonces, con varios siglos de retraso, una novedosa e imaginativa ornamentación que, a falta de otro nombre y puesto que había salido de las “grutas” (las habitaciones sepultadas de la Casa Aurea), se la denomina “grutescos”, palabra de la que deriva este adjetivo, “grotesco”, que es hoy el que mejor describe la obra de muchas de nuestras grandes estrellas de la arquitectura.
El sueño de Nerón fue despreciado. A su muerte su escandalizado sucesor prefirió alojarse en el anterior palacio de Augusto, más del gusto “clasico”. Se decidió enterrar, literalmente, la Casa Aurea y sobre ella se edificaron termas, foros y otros edificios administrativos. Pero hoy en día, cuando ha triunfado la visión racionalista de arquitectos y urbanistas como Le Corbusier, con sus grises pajareras de las que derivan nuestras actuales infraviviendas (”monoambientes”, “soluciones habitacionales”...) volvemos la vista a la Casa Aurea con nostalgia. Imagina una casa sin fronteras, habitaciones y más habitaciones, y baños para todos los invitados. Imagina todas estas posesiones, es fácil si lo intentas. Podrás decir que soy un soñador... Pero no soy el único. Espero que algun día te unas al sueño, y el mundo vivirá como Nerón...