El hombre que te promete la luna, y luego te la vende
¡Cuántos hombres le han prometido la luna a sus enamoradas a lo largo de la historia! Sin embargo, solo uno puede hacer, literalmente, esa promesa realidad. Ese hombre es Dennis M. Hope, un emprendedor de Nevada que vende la luna por parcelas, y a un precio excelente.
Pero ¿desde cuándo la luna tiene dueño? Concretamente, desde 1980, año en que Hope la reclamó como de su propiedad. Ese año nuestro hombre se acababa de divorciar y estaba corto de dinero. Pensó que sería bueno tener alguna propiedad que pudiera hipotecar o poner a la venta, pero no era dueño de nada en el mundo. En este mundo, al menos: fue entonces cuando alzó la vista y vio la luna. ¿Qué pasaba con ella? Allí había un montón de propiedades... Hope consultó la legislación vigente sobre el Derecho Público del Espacio y comprobó que, según la ley internacional, ningún cuerpo celeste puede ser reclamado para su propio beneficio por nación alguna. De manera que él la reclamó, no en nombre de ninguna nación, sino a título estrictamente personal. Registró su petición, aclarando que quería la luna para venderla por lotes a clientes particulares, y se lo comunicó a los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Soviética, y también a las Naciones Unidas. Puesto que nadie le contestó nunca, Dennis Hope dio por hecho, naturalmente, que no había objeción y que la luna era suya.
De ahí a dividir la luna en parcelas y montar un próspero negocio de bienes raíces hubo solo un paso. Hope se instaló en una oficina y colocó en la pared un gran mapa de la superficie lunar, que poco a poco se fue llenando de puntos rojos, a medida que los lotes se iban vendiendo. Al principio Dennis Hope iba casa por casa, y visitaba los centros comerciales; ofreciendo pacientemente sus terrenos (o quizás deberíamos decir sus lunenos) a los clientes potenciales. Y al parecer, era un excelente vendedor, porque consiguió colocar muchos lotes. Pero a mediados de los años noventa, con la popularización de internet, su negocio se disparó y le empezaron a llover compradores de todas partes del mundo. Tan bien le fue que en 1995 dejó sus otras actividades y pasó a dedicarse en exclusiva a vender la luna, hectárea a hectárea.
Para ello amplió la estructura del negocio y habilitó, trabajando a comisión, a más de treinta agentes inmobiliarios repartidos por todo el mundo. Su página web, "Lunar Embassy", tiene cientos de visitas diarias y se mantiene muy activa.
Por solo 25 dólares el acre (unos cuatro mil metros cuadrados), uno puede hacerse con una preciosa propiedad en nuestro satélite natural, con excelentes vistas a la Tierra. Entre los clientes hay gente de todas las nacionalidades y de diversa condición: desde estrellas de Hollywood que quieren invertir con perspectivas de futuro, hasta políticos (entre ellos, afirma Hope, tres expresidentes: Ronald Reagan, Jimmy Carter y George W. Bush). Algunos compraron una pequeña parcela, otros se han hecho con verdaderos latifundios. El precio incluye el título de propiedad y un mapa del lugar exacto de tu parcelita lunar correspondiente. El próspero negocio de Hope lleva ya colocados unos tres millones de metros cuadrados de luna, que le han reportado ya al menos unos nueve millones de dólares de beneficios.
Pero no todo han sido parabienes para Dennis M. Hope: en 2001 recibió una demanda millonaria de un abogado especializado en derecho espacial por la universidad de Glasgow que afirmaba ser el propietario del sol, y pretendía cobrar a Hope una factura de treinta millones de dólares por la energía suministrada a la luna hasta la fecha. Hope contestó que, luego de consultarlo con todos los propietarios de las parcelas, no quería contar con el servicio de la energía del sol, y le solicitaba que lo apagara. La demanda finalmente no prosperó.
Cualquier otra persona ya se habría dado por satisfecha con el gran resultado obtenido con el negocio inmobiliario, pero Dennis M. Hope no es uno de esos hombres. Él ya se plantea edificar una ciudad en la luna, y de hecho tiene un plan muy definido. Será un proyecto faraónico, literalmente faraónico: una gigantesca pirámide cerrada, de tres kilómetros de base y dos kilómetros y medio de altura. En la ciudad-pirámide se podrán alojar unos setenta mil habitantes. La construcción tendrá diferentes niveles: los inferiores estarán destinados a la agricultura y la ganadería. las plantas, además de para la alimentación de personas y ganado, contribuirán al reaprovisionamiento de oxígeno de la ciudad. En los niveles superiores habrá centros comerciales, cines, teatros... Hace una década, Dennis Hope calculaba que todo esto podría estar listo para el año 2020... Suponemos que la pandemia que nos acosa ha retrasado sus planes, porque que sepamos, aún no hay ningún ladrillo colocado.
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