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lacajanegra

A veces la ficción supera a la realidad

A veces la ficción supera  a la realidad

Hablando de la sinestesia, estaba intentando yo recordar qué novelas, cuentos o qué obras de ficción se han llegado a hacer utilizando el tema de la conexión de los sentidos, o, más en general, de las diferentes maneras de percibir la realidad. Y sólo me vino a la memoria una novela, una bastante poco conocida de un escritor célebre: Adolfo Bioy Casares.
La obra en cuestión es Plan de Evasión, un librito de escasas 160 páginas (ah, las novelas cortas siempre son las mejores...)

Plan de Evasión, publicada en 1945, es una tardía segunda parte (aunque no en el sentido estricto) de La Invención de Morel, la novela más famosa de Bioy y, quizás, la mejor obra de ciencia ficción escrita en castellano. Plan de Evasión tuvo la poca fortuna de aparecer a la sombra de aquella, y no llegó a tener tanto suceso.
Como el Morel del anterior libro, que a su vez recuerda al Moreau de la isla de H. G. Wells, utiliza también el esquema de un científico genial y enloquecido, y una isla perdida como campo de experimentación. Lo que sucede exactamente allí con sus habitantes (presidiarios usados como conejillos de indias), no se puede, lamentablemente, desvelar sin desmantelar la trama y su sorprendente conclusión.

Baste decir que se adelanta en al menos 20 años a esos temas tan relacionados con la mente y la percepción, la realidad y la ilusión, y el juego de los sentidos, tan afines a los delirantes años de la psicodelia.

Plan de Evasión está editada por Edhasa.

3 comentarios

Dr Zito -

Tengo un librote ahi en el armario de Bioy, una recopilacion de casi todas sus obras. Y un no he leido el Plan, leche!
Por cierto, he vuelto esta vez si.

wilbur mercer -

Ah, es cierto, "Las estrellas, mi destino".

A la otra, la de Cotrina, no la conozco...

Jean Mallart -

Recuerdo un par de obras de ciencia ficción relacionadas de alguna manera con la sinestesia; son "¡Tigre, tigre!" (aka "Las estrellas, mi destino") de Alfred Bester (hacie el final) y "Salir de fase", de José Antonio Cotrina (al principio). Seguro que hay más, pero ahora mismo no las recuerdo.