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He visto llegar cartas desde más allá de Orión... El buzón de correos del Área 51

He visto llegar cartas desde más allá de Orión... El buzón de correos del Área 51

A varias millas de ninguna parte, en algún lugar del desierto de Nevada, hay un solitario buzón de correos. No hay mucha gente que lo sepa, pero ese buzón es el más importante de la historia de la humanidad.

Este misterioso receptáculo, conocido como "el buzón negro", está a medio camino entre las poblaciones de Álamo y Rachel, en el reseco, despoblado y polvoriento territorio del estado de Nevada, cerca de una solitaria carretera que los lugareños conocen como "la carretera extraterrestre".

¿A quién pertenece ese buzón? En un lado de la caja hay escrito un anodino nombre, "Steve Medlin", el nombre del supuesto propietario. Y de hecho, el tal Steve Medlin existe realmente: es un ganadero de un rancho de las inmediaciones. Sin embargo en la zona hay otro vecino más inquietante: la célebre instalación gubernamental conocida como el Área 51, el punto de contacto OVNI más relevante del mundo.

Pero no vamos a hablar aquí del Área 51 y las maravillas que encierra, sino de aquel buzón que se encuentra en las inmediaciones: el punto de enlace en donde terrícolas y extra-terrícolas se intercambian mensajitos. ¡¡Porque eso y no otra cosa es aquel buzón negro de correos!! 

El primero en mencionar el asunto del buzón fue un ex empleado del Área 51 llamado Bob Lazar. Lazar reveló en una entrevista en Las Vegas en 1989 que había estado trabajando en el análisis del sistema de propulsión de los nueve platillos volantes que se mantienen ocultos en la instalación militar; pero lo más sorprendente fue su afirmación de que los extraterrestres mantenían una fluida correspondencia con los militares que dirigían el Área 51 a través de un pequeño buzón de correos situado cerca de la carretera que atraviesa la zona.

Lo primero que sorprende es que civilizaciones tan extremadamente avanzadas del espacio exterior utilicen un sistema de comunicación tan pedestre como el de la correspondencia postal. Lo segundo es comprobar que los alienígenas poseen una lengua similar a la nuestra, lo que les permite pegar los sellos en los sobres correspondientes.

El caso es que las revolucionarias confidencias de Lazar situaron en el mapa y dieron a conocer al mundo al hasta entonces desapercibido buzón de correos.

El artilugio en cuestión consiste en la clásica caja metálica con una tapa abatible que se sostiene sobre un poste de madera, dándole el aspecto de un vulgar buzón de correos americano. Está pintado de negro, de ahí el nombre con el que se lo conocerá para la posteridad. En las últimas tres décadas miles de cazadores de OVNIs peregrinaron hasta el lugar para escudriñar en su interior, en busca de la siempre esquiva correspondencia alienígena.

El ranchero Steve Medlin, el supuesto propietario del buzón –eso dice él– lo ha intentado todo para evitar los asaltos de los merodeadores: cerró el buzón con un candado, pero los ufólogos aficionados disparaban contra la cajita para intentar acceder a su interior. Luego Medlin –o quien sea– lo reemplazó por una caja metálica a prueba de balas. Pero entonces el buzón entero fue robado. Más tarde fue reemplazado por otro buzón de color blanco, una burda maniobra para despistar a los que buscaban el negro. Pero los sagaces investigadores de lo oculto no se dejaron engañar. Entonces se agregó, junto a la caja con el nombre de "Steve Medlin", otro cajetín más pequeño con la inscripción "Aliens", para que los curiosos se limitaran a urgar allí. Y ya finalmente el buzón, cada vez más vandalizado, fue abandonado a su suerte. 

Los últimos en reponer el ya clásico cajetín negro en su sitio fueron los propietarios de un restaurante de carretera cercano, el Little A’Le’Inn, un establecimiento que, además de su célebre y exquisita Alien Burger, ofrece también a la venta todo tipo de souvenirs relacionados con los extraterrestres.

El buzón negro es hoy un enclave de peregrinación del turismo ufológico. Los visitantes (terrestres) buscan la foto para instagram, y dejan todo tipo de ofrendas en el interior del receptáculo, con la esperanza de que los alienígenas las encuentren al pasarse a recoger la correspondencia. Galletas, caramelos, juguetes, pegatinas, notitas y muchos billetes de un dolar, la mayoría falsos.

Pero a estas alturas es poco probable que los seres del espacio exterior sigan utilizando este sistema para comunicarse con la Tierra. Lo más probable es que se hayan pasado a Telegram.

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