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Música de fondo para conquistar la Galaxia

Música de fondo para conquistar la Galaxia

Música de fondo para conquistar la Galaxia

 

 

Se acaba de estrenar en cines el remake de “Ultimatum a la Tierra”, un clásico de la ciencia ficción de los años 50. Previsiblemente, decepciona. A la salida me he preguntado por qué. ¿El guión es más flojo? ¿los actores son peores? ¿los efectos especiales no están a la altura? Nada de eso: esta nueva versión no nos convence porque cuando aparece el extraterrestre no suena de fondo el inquietante sonido del theremín.

Aprovechemos, pues, la ocasión, y hablemos de ese fantástico instrumento musical, el theremín, que es el único que suena sin ser tocado y que hoy sufre el olvido del gran público.

El éxito del theremín llegó con el cine: era infaltable en las bandas sonoras de las películas de misterio y ciencia ficción de los años cuarenta y cincuenta. Tanto que hoy nos basta con escuchar sus sugerentes glissandos para imaginarnos al instante la pulida carcasa plateada de un platillo volante avanzando desde la infinita negrura del espacio exterior. Su sonido es sinónimo de peligro para la raza humana. Solo por eso es mi instrumento preferido, por delante del piano y la guitarra.

El artefacto es una invención del físico Lev Serguéievich Termen, nacido en San Petersburgo y más conocido como León Theremin. Lo desarrolló en 1919, y lo llamó eterófono, aunque acabaría popularizándose por el apellido de su creador.
Pero lo verdaderamente mágico de este hipnótico instrumento es el hecho de que se toque sin ser tocado: formado por una caja de madera con aspecto de centralita telefónica, con válvulas de vacío y osciladores en su interior, y provisto de dos antenas, una vertical y otra, en el lado izquierdo, en posición horizontal, se ejecuta acercando y alejando las manos a dichas antenas. El sonido se produce en el aire, por la interferencia de dos señales de radio de diferentes frecuencias. La proximidad y el movimiento de las manos modifica las señales, de cuya interacción surge ese característico sonido, una música única que nos pone los pelos de punta y acaba ahuyentando a nuestro gato.
El instrumento funciona por pura electricidad. Con la mano derecha se controla el tono y con la izquierda el volumen.

Theremin presentó su invento en Moscú en 1920, y causó tal sensación que el mismísimo Lenin acabó solicitándole clases particulares. Hay que decir que llegar a controlar bien el instrumento es endiabladamente complicado: las notas están en el aire, en alguna parte, y ligeras variaciones en las condiciones del ambiente, o incluso en el cuerpo del thereminista, pueden hacer que modifiquen su posición.

Hacia 1927 el profesor se trasladó a América acompañado de una “compañía de ballet Theremín” reclutada para la ocasión, que llegó a actuar en el Carnegie Hall. Allí vendió la licencia a la RCA, que comenzó su fabricación en serie. Pero mientras tanto en Rusia Stalin había sucedido a Lenin. Al parecer el nuevo líder no compartía los gustos musicales de su antecesor: el profesor Theremin fue obligado a regresar a la patria e internado en un campo de concentración en Siberia, acusado de traición.
En América y en ausencia de su creador, el instrumento comienza a hacer fortuna en el cine. Además de la ya mencionada “Ultimátum a la Tierra” aparece en innumerables filmes de terror, misterio y ciencia ficción (”Recuerda”, de Alfred Hitchcock, por ejemplo, en donde el doctor Hoffman, prestigioso podólogo durante el día y afamado thereminista por las noches, pone ambiente a las escenas oníricas, “Vinieron del espacio exterior”, “Asesinato a medianoche”, “Operación Luna” o “El día del fin del mundo”, entre muchas otras). Luego de un largo eclipse, el inquietante sonido deltheremín resurge en los años noventa, en buena medida gracias a Tim Burton, que lo rescata para la banda sonora de “Ed Wood” (curiosamente, el propio Ed Wood nunca llegó a utilizarlo en ninguna de sus películas…)
Fuera del cine, los primeros en adoptar el theremín fueron los Beach Boys. Luego lo llegarían a utilizar desde Led Zeppelin hasta Radiohhead, pasando por Fangoria…

Sorprendentemente, el profesor Theremín sobrevivió a las vacaciones forzosas en Siberia. Irónicamente acabó recibiendo el “premio Stalin” en reconocimiento a su labor y antes de morir en 1993 pudo viajar otra vez a América y enterarse del extraño éxito alcanzado por su no menos extraño y maravilloso instrumento.
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