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Cuando los dinosaurios dominaban Guanajuato

Cuando los dinosaurios dominaban Guanajuato

Cuando los dinosaurios dominaban Guanajuato

Hubo un tiempo en que hombres y dinosaurios vivían en paz y armonía. Incluso más que armonía: en lujuriosa concupiscencia.

Hoy rendiremos homenaje a los tesoros de una antigua y extraña civilización, la incomparable cultura deAcámbaro, y al hombre que la descubrió para el mundo: Waldemar Ludwig Julsrud.

Waldemar Julsrud era un joven alemán, culto e inquieto, que llegó a México huyendo del horror de la primera guerra mundial. Se dedica allí a los negocios y llega a hacer fortuna. Hacia los años cuarenta, durante un paseo a caballo, tropieza con unas pequeñas figuras de arcilla, desenterradas por las lluvias cerca del poblado de Acámbaro, al sudeste del estado de Guanajuato y a menos de trescientos kilómetros de ciudad de México.

Entusiamado por lo que parecían ser los restos de una cultura prehispánica hasta entonces desconocida, hace un trato con uno de los peones de su finca: le dará un peso por cada figurita que el hombre consiga desenterrar del yacimiento.

Día tras día, el incansable peón se presenta ante su patrón con una nueva pieza. Al principio, máscaras, vasijas o figuras de hombrecillos en posturas rituales. Poco a poco, sin embargo, van apareciendo figurillas de lo que son, inequívocamente, dinosaurios.

Dinosaurios de todas las especies conocidas, y de algunas más: tiranosaurios, brontosaurios, diplodocos, mastodontes y demás fauna supuestamente extinguida hace sesenta y cinco millones de años. Sorprendentemente, hay escenas que los muestran compartiendo espacio con los hombres. Más sorprendentemente aún, en algunas de ellas se los ve manteniendo relaciones íntimas.
Sexo entre hombres y dinosaurios. Imaginemos el calibre del descubrimiento que se presentaba ante los ojos deJulsrud.
Su esforzado peón, para entonces, había conseguido desenterrar unas 37.000 piezas, todas originales. Ninguna se repetía.

Cuando se difundió la nueva, surgieron opiniones reticentes en la comunidad científica internacional. Aquellas estatuillas, que más parecías salidas del interior de un huevo Kinder que de las entrañas de la tierra cambiaban por completo la historia universal. Inmediatamente se realizaron pruebas de carbono 14, y más tarde de termoluminiscencia, para datar las piezas. El resultado fue contundente: entre 2000 y 3000 años antes de cristo.

No faltaron las voces escépticas. Se decía que la datación podía determinar la antigüedad del material, pero otra cosa era el modelado. La arcilla podría provenir de un yacimiento antiguo, y las figurillas ser obra de un ingenioso alfarero contemporáneo. El buen Waldemar Julsrud estaba fuera de toda sospecha, él jamás se lucró de su descubrimiento, y siempre cuidó de la inmensa colección, que llegó a ocupar doce cuartos de su finca, con desinteresado cariño.
Otra cosa era el peón, cuyo sueldo de jornalero se había visto incrementado notablemente a peso por pieza. Se sugirió incluso que este buen hombre se podría haber inspirado en las películas que se proyectaban en el cine local, así como en los tebeos y demás literatura popular de la época.

A nosotros esta polémica nos parece irrelevante. 37.000 piezas de cerámica son, por sí solas, constitutivas de toda una cultura. ¿Qué más da si las hicieron los antiguos acambarenses o un peón de finca de imaginación enfebrecida? Supongamos que mañana descubrimos que el acueducto de Segovia no es obra de ingenieros de la antigua Roma sino de una familia de vascos que pasaba por allí de vacaciones. ¿Cambiaría eso en algo su valor? en absoluto.

Os animamos, pues, a todos los que paséis por Guanajuato, a visitar el maravilloso Museo Waldemar Julsrud (www.waldemar.julsrud.us.tt), solemnemente inaugurado en 2002 en el municipio de Acámbaro, y contempléis la extraordinaria colección que representa, a todas luces, una historia alternativa del mundo.