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El Plesiosauro (tango)

El Plesiosauro (tango)

El inmensamente célebre monstruo del Lago Ness fue objeto de todo tipo de atenciones, pero nunca nadie le dedicó un tango. Ese homenaje sin precedentes lo recibió en cambio su primo de la patagonia argentina, el plesiosaurio de la Laguna Negra del valle de Epuyén, hacia 1922, una década antes de que Nessie saltara a la fama mundial.

A principios de aquel año, el eminente naturalista Clemente Onelli, que por entonces ocupaba el puesto de director del Zoológico de la ciudad de Buenos Aires, recibió una carta firmada por Martin Sheffield, un aventurero norteamericano que recorría la patagonia en busca de fortuna. En la carta, Sheffield contaba que, acampando a la orilla de la Laguna Negra, en la provincia patagónica de Chubut, vio un gigantesco animal con cuerpo como de tortuga y un largo cuello flexible rematado en una diminuta cabeza. La misiva iba acompañada por un importante trozo de excremento de la bestia. Sheffield le pedía a Onelli que le remitiera algún dinero para organizar una batida y dar caza al coloso.

Ante la incontestable evidencia, el gran científico no tuvo dudas: lo que el norteamericano había encontrado era ni más ni menos que un plesiosaurio vivito y coleando. El descubrimiento, dijo, “llegará a conmover a todos los sabios de la Tierra”.

Sin pérdida de tiempo, Onelli movilizó los recursos necesarios para una importante expedición (se dice que una dama de la alta sociedad porteña donó una cifra astronómica) y, con hombres y pertrechos, puso rumbo a la patagonia el 22 de marzo de 1922, en medio de un gran despliegue mediático. La impactante noticia del hallazgo y la partida de la expedición (armada con una descomunal jeringa hipodérmica fabricada para la ocasión, y rellena con litros de narcótico) movilizó a todo el país e, incluso, importantes medios extranjeros como The New York Times cubrieron el acontecimiento. La partida estaba formada, además de por Onelli, por un geógrafo, dos expertos tiradores, algunos guías, un par de periodistas y hasta un taxidermista, por si el monstruo no salía vivo de la refriega.

Al llegar a la laguna, sin embargo, la expedición de Onelli no encontró rastros ni del gringo ni de la bestia antediluviana. El gran naturalista comprobó, además, que la laguna en cuestión, apenas más grande que un estanque, no tenía más que un metro de profundidad. Pero para entonces el bicho ya era trending topic en todo el mundo y, en la capital argentina, el recién estrenado tango “El Plesiosauro” hacía furor y se bailaba con garbo en todos los salones de postín. La composición, con música del maestro Rafael D’Agostino y letra de Amílcar Morbidelli, se compuso en el mismo año de 1922, y dice así:  

“Yo soy un pobre animal buscado

por los ingratos y sin conciencia.

Porque soy raro y también lo soy curioso

(según dice la gente allí).

Dejemén solo aquí, gozando

en la soledad de este lago

¿Qué es lo que haréis con sacarme si es en vano

llevarme vivo de este lugar?

¿No saben los señores

que esto no es coger flores?

Pretenden aquí cazarme y llevar

como si nada fuera.

¡Maldito! No me nombres.

Nada te debo Onelli.

Deja que yo viva con igual prerrogativas

como tú vives allí.”*


Si bien el tango de D’Agostino fue el más celebrado, no fue ni mucho menos el único dedicado a la bestia jurásica: Otra composición, aunque solo instrumental –para violín y orquesta– llamada igualmente “El Plesiosaurio” y compuesta por Arturo Terri, hizo fortuna en las milongas de la noche porteña. Y un tercer tango (del que no constan registros fonográficos) titulado “Ya lo traen al Plesiosauro” vio la luz en la vecina república del Uruguay.

Clemente Onelli y sus expedicionarios acabaron regresando a la capital argentina, con la frente marchita y con las manos vacías, en abril de 1923, y la historia del plesiosaurio de Epuyén poco a poco se fue olvidando.

Pero dicen los más viejos del lugar que aún, en las noches de luna, a la orilla fangosa de la laguna se puede ver la silueta de un coloso de largo cuello erguido que, con mirada melancólica, se marca unos sinuosos pasos al ritmo sincopado del dos por cuatro.

* letra extraída de Todotango.com

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2 comentarios

Wilbur Mercer -

Mmmm... siento no poder ayudarte, pero de esa partitura solo conozco las pocas imágenes que circulan por internet...
Un saludo

María Eugenia Pérez -

Hola quisiera saber si la partitura compuesta por Arturo Terri está a dominio público, ya que no se conoce fecha de nacimiento y muerte del compositor, en Sadaic no figura directamente como compositor