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El Depósito de Dinero del Tío Gilito

El Depósito de Dinero del Tío Gilito

Una de las ilusiones de mi infancia era llegar algún día a vivir en un Depósito de Dinero como el del Tío Gilito. Un edificio así, imponente aunque de líneas sencillas, sólido sin perder elegancia, confortable y perfectamente adaptado a su función de contener toneladas de lustroso dinero, que diríase pensado por alguno de los genios de la Bauhaus, ésa era entonces mi idea del hogar perfecto. Ahora si me preguntan digo que un chalé a la orilla del mar, por no parecer infantil, pero lo cierto es que odio el mar, y el Depósito de Dinero sigue siendo mi ideal de vivienda.

En un artículo que leí hace tiempo sobre las utopías, el autor se preguntaba, con razón, por qué nunca nadie había planteado un mundo utópico en el que todos los hombres fueran ricos. Es así: de los cientos de libros escritos sobre el tema se ha especulado con sociedades ideales de todo tipo y color. En donde todo el mundo es bueno, o todo el mundo es feliz; todos son esclavos, o todos son sabios; o todos locos, o todos justos, o libres, o bisexuales o amargados o héroes o parias. Pero nunca nadie se planteó un mundo en donde todos fuéramos ricos. Todos inmensamente ricos.Y es raro porque bien mirado debiera ser lo primero que se le tendría que pasar por la cabeza a un utopista, digo yo. La sociedad más evidentemente idílica sería justamente esa.

Veamos si no al Tío Gilito, el personaje más feliz de la extraña fauna de Disneylandia: Creado por Carl Barks, como la mayoría de los personajes de la Disney, Scrooge McDuck, uncle Scrooge (en español se llamó, según las traducciones, Tío Rico, Rico McPato, Tío Patilludo o Tío Gilito), nació inspirado en el avaro del Cuento de Navidad de Dickens, pero rápidamente adquiriría rasgos inequívocamente propios.
El Tío Gilito es un personaje feliz. Quizás el más netamente feliz de toda la recua de patos neuróticos y alienados que pueblan la improbable geografía de Patolandia. Yo al menos cada vez que pienso en estas viejas historietas me viene a la cabeza la imagen gozosa del Tío Gilito nadando eufórico entre las inabarcables montañas áureas de su maravilloso Depósito de Dinero. Creo que ninguna imagen me hizo soñar con tanta intensidad en mi niñez: el tío Gilito se levantaba todas las mañanas y abría la puerta blindada de su Depósito de Dinero. La puerta daba a un trampolín de piscina olímpica, debajo del cual se amontonaba el dorado oleaje de monedas de oro (ni Hugh Hefner lo hubiera diseñado mejor), y una vez allí, con una exaltación del espíritu que se diría más bien inspirada por Walt Withman que por Walt Disney, se zambullía literalmente entre las miles de millones de doradas moneditas con vivificante placer, y allí parecía rejuvenecer con cada brazada.

Porque el Tío Gilito es ante todo un esteta. Él no tiene su dinero en billetes ni talones bancarios, ni valores bursátiles ni letras del Tesoro, y no hablemos de tarjetas de crédito. No. Él tiene monedas. Monedas doradas. Montañas y montañas de monedas doradas, en las que puede zambullirse cada mañana. Y de hecho que yo recuerde su única propiedad es justamente el contenedor de esas montañas de monedas: el Depósito de Dinero.

El Tío Gilito no tiene el dinero para gastarlo. El dinero es para él motivo de disfrute puramente estético. Es un fin en sí mismo. Él no se compra coches de lujo, ni va a restaurantes caros. Él nunca se iría de putas cada noche como haríais vosotros si tuvierais su fortuna. No. A él no lo tientan los cantos de sirena de la vulgaridad materialista en la que el mundo chapotea. Él es un asceta y un idealista. Frugal, vive con lo justo. A él le alcanza con revolcarse cada mañana en sus montañas de dinero. No necesita otra cosa para ser feliz. Él es como un rey Midas pero en versión positiva: mientras que el rey, que todo lo que tocaba se convertía en oro, era tremendamente desgraciado, el Tío Gilito, transformándolo todo en oro es, en cambio, feliz. Porque él no aspira a lo que el oro pueda comprar, él disfruta del oro en sí, no ambiciona más que la contemplación de esta noble materia.

Por eso el niño medio pobre que fuí siempre se identificó con el Tío Gilito: porque a los pobres lo que les gusta es el lujo. No los vulgares bienes materiales, el lujo en sí mismo, el lujo como goce estético. Esa es la verdadera grandeza. Miremos, por contra, al pato Donald: con su vivienda unifamiliar, conduciendo un utilitario, con su novia hortera (ese lazo en la cabeza, esa blusa de mangas abuchonadas...), y haciéndose cargo de tres patitos que ni siquiera son hijos suyos, ¿a qué clase de niño puede hacer soñar semejante personaje? No, el Tío Gilito siempre fue el modelo y la inspiración. Ni Transformers, ni Supermanes, ni PowerRangers. El Tío Gilito y su maravilloso Depósito de Dinero: el auténtico Master of the Universe.

12 comentarios

Wilbur Mercer -

Ah! yo también tenía Mis Ladrillos, pero luego me pasé al Rasti.
Gracias por los elogios. Saludos

Franco -

Es la primera vez que encuentro alguien que sintió lo mismo que yo. Me pasaba tardes enteras reconstruyendo con "mis ladrillos" ese hermoso y perfecto cubo de dinero, llenándolo con botones . Cuando no hacia esto, dibujaba las montañas de dinero y el trampolín en todo papel que cayera en mis manos. Mi niñez fue feliz en parte gracias a esta adorable historieta. Te felicito por el post.

Wilbur Mercer -

Por supuesto que no me molesta. Bienvenido y un saludo.

salsa malaga -

Hola. Excelente entrada. Te he copiado un par de párrafos en http://salsamalaga.blogspot.com/2009/06/angel-y-el-tio-gilito.html, por supuesto citando tu blog. Espero no te moleste.

Un saludo. Antonio.

Daniel -

Cabe recordar que McPato no solo era un asceta del dinero, indolente en su deposito de dinero a lo que le rodeaba. McPato era tambien un hombre de ciencia, un Profesor Challenger en potencia (con sus increibles y estrafalarias expediciones en busca de alguna reliquia famosa o de un valle perdido). Tambien fue mecenas de cientificos (como Giro Sintornillos, que ya se lo quisiera la Phillips) y del desarrollo de tecnologías (como Patoaparato, que se adelantó por decadas a Robocop). McPato más que un esteta, logra ser en si mismo un ícono dificil de comparar. El estupido con suerte que aunque todo lo hace mal, llega a buenos resultados (Goofy) tiene montones de ejemplos en la historia. Lo mismo el simplon bonachon (Mickey) o el cascarrabias que en el fondo tiene buen corazón (Donald). Pero un personaje al que simplemente TODO le va bien en la vida, que es rico, sabio, exitoso..., y que además es conciente de ello y teme en presumirlo con fastuosas demostraciones (como el Deposito de Dinero), es simplemente alucinante, por que pocos se han atrevido a crear un personaje que en potencia podría ser tan odiable por la masa de infelices que no vivimos en su abundancia (Ricky Rich), y menos aún han tenido la maestría de hacerlo adorable, como a Rico McPato

padre Fortea -

Magnífico post. Me identifico totalmente. Yo también soñé con el tío Gilito.

Jonathan -

Rico Mc Pato es, de los personajes de tiras cómicas que han inventado, sin duda alguna el más singular que se ha creado,para mí, en toda la historia, no sólo de los cómics, sino de la literatura y la economía. Haber tenido el placer de poder leer durante la infancia y preadolescencia, un buen tebeo de Gil Pato, sin duda constituye una ventaja por encima de los tontuelos que se reían con personajes como condorito u otros personajes animados. Sin duda, haber leído cómics interesantes, de personajes con poderes especiales (súperman, batman) desarrolla cierta habilidad en el ingenio, pero quedará absolutamente en desventaja, en la vida real, frente al que se propondría poner en práctica,la astucia del Tío Gilito. Para mí, cada aventura de Gil Pato es un tratado de filosofía económica y astucia política y financiera. No es necesario leer a Maquiavelo o Adam Smith. Con leer y tomar en serio a Mc Pato es suficiente. Sin lugar a dudas.

wilbur mercer -

Fonz! bienvenido. Ya me pasaré por su blog y lo enlazaré por aquí...

Si, la famosa moneda nº1 era un fetiche mágico, una cosa como de alquimista. Era peor que le robaran esa que todo el resto de la fortuna.

También suscribo la teoría de la relación sexual entre el Tío y su fortuna. Y sí, cada vez que le "limpiaban" el depósito, la visión de ese espacio vacío era totalmente desasosegante...

fonz -

Por fin le encuentro desde la desaparición de Cyberdark, Mr. Mercer. Ya sabía yo que tendría usted un blog bien majo...

Magnífico post, como infantil lector de Dumbo/Don Miki he revivido una de mis obsesivas lecturas infantiles.

Simplemente abundar en el carácter místico de la riqueza del Tío Gilito, no es gratuito que la fuente de toda su riqueza fuera aquella moneda, la número 1, un símbolo místico que ríase usted de las más poderosas reliquias cristianas.

Eso sí, lo de Gilito era un sinvivir con los Golfos Apandadores que en alguna ocasión le limpiaban el depósito. La visión de aquel inmenso espacio vacío con un par de monedas y una excavadora varada al fondo (la utilizaría para oxigenar el dinero, supongo), daba como vértigo existencial, ¿no?.

absence -

qué gran post.
Qué grandes tebeos. EN la colección Dumbo de Ediciones Recreativas encontrarán mcuhas de las historias de Carl Banks si buscan en mercados de segunda mano. Y luego está la majestuos Juventud del Tío Gilito de Sam Rosa.
Recuerdo que Gilito guardaba como fetiche su primera moneda de dólar. Y recuerden:
Andes lo que andes no andes por los Andes

HIlario -

Recuerdo como era el deposito del tio Gilito por dentro. Un mar de monedas donde después de despertarse, se zambullia todas las mañanas y hacia ademán de limpiarse. Yo creo que también soñe de pequeño con tener algo parecido.

Estaban tambiénlos golfos apandadores (vaya nombres que se ponían!!) que no se si codiciaban o no ese depósito.

Muy buen artículo, me ha gustado mucho leerlo.

nadie -

La relación del Tio Gilito con el dinero era básicamente sexual. Y no siempre estaba feliz y relajado, nadando en su piscina de dinero... también tenía ataques de ira y celos si alguien le quitaba una sola moneda. En fín... la felicidad completa no existe.
Yo prefiero a BALÚ, en el libro de la selva, antes de conocer a Mogli, claro.